Ya en años pasados Blanca Chancoso había sido vicepresidenta, y luego presidenta de la organización. Lo cierto es que esto no debiera ser algo extraordinario, sino más bien lo regular dentro de las organizaciones indígenas del continente.

por Mabel Severich

La participación de la mujer en el movimiento indígena es histórica, sin embargo, los ámbitos dirigenciales siempre fueron privilegiados para los hombres. Aunque en los últimos años la presencia de la mujer a nivel de dirigencia y representatividad se incrementó -la CONAIE, por ejemplo, cuenta con un consejo de gobierno con paridad de género- habrá que dar una mirada a la conformación actual del Consejo de Gobierno de la Confederación de los Pueblos de Nacionalidad Kichua del Ecuador – Ecuarunari, donde tan solo dos de ocho miembros son mujeres, y una de ellas porque ocupa el cargo de Dirigente de la Mujer. Alberto Ainaguano como presidente, quien venía desempeñándose como dirigente de Organización, Fortalecimiento y Política de la Ecuarunari; Lilian Gualavisí del pueblo Kayambi como vicepresidenta; Daniel Villagrán de Otavalo, dirigente de Organización; Cisne Guayllas de Saraguro, dirigente de la Mujer; Luis Quesada de Palta, dirigente de Territorio; Raúl Puma de la nación Puruhá, dirigente de Relaciones Internacionales; Patricio Copara del pueblo Panzaleo, dirigente de Comunicación; y, Nelson Atupaña de la nación Puruhá, dirigente de Jóvenes.

Por su parte, la actual vicepresidenta, Lillian Gualavisí, viene de un largo trabajo de base. Fue en 2010 que ella junto a otros dirigentes, fueron los primeros partícipes del proyecto Escuela de Líderes Indígenas, que realizó la Coincabol en Bolivia junto al FILAC, con financiamiento de la Comunidad Andina. Una experiencia en la que participaron 20 líderes jóvenes de diferentes organizaciones de los países que conforman la CAN, entre los que estuvo Gualavisí.

Por esto y para visibilizar ese trabajo callado y continuo que desarrollan muchas mujeres líderes indígenas del continente, compartiremos una breve entrevista con la actual vicepresidenta de la Ecuarunari. Que sea este un sencillo homenaje a las luchas incansables de cientos de mujeres indígenas por aportar al avance de sus comunidades.

Lilian ¿puedes contarnos un poco de tu trayectoria en la dirigencia indígena?

Empecé muy joven conformando el grupo de jóvenes de mi comunidad con la finalidad de agrupar a hombres y mujeres, y motivar a la catequesis de la cual fui parte por varios años. De la misma manera fui parte del grupo de mujeres para la crianza de cuyes, a los 20 años ingresé como comunera de mi comunidad, como socia activa. Esa fue mi primera escuela con los mayores, la lucha por el agua, por la tierra para la comunidad. Trabajé para lograr acuerdos para que los socios de la hacienda, nuestros padres nos entreguen y se deje espacios comunitarios a nombre de la comunidad, la protección de los páramos, los espacios deportivos y comunales y el agua.

En el año 2008 por primera vez fui tesorera de la junta de agua potable de Paquiestancia (mi comunidad). Por el año 2010 con el IEDECA (Instituto de Ecología y Desarrollo de las Comunidades Andinas – ONG regional) tuve el aprendizaje técnico organizativo con las comunidades del territorio Kayambi, Karanki, y pueblo Pasto en Colombia, en la conservación y protección de los recursos naturales. Luego en el 2014 fui presidenta de la comunidad, en estos espacios se trabajó en la socialización de los 21 derechos colectivos, gobiernos comunitarios, justicia indígena, llegando aplicar una sentencia por abigeato (hurto de ganado) aplicando el Art. 171 de la Constitución. Así mismo, se conoció de las negociaciones del gobierno para firmar el TLC con Estados Unidos en donde ahí hubo mucha discusión interna en la comunidad y fuimos 3 personas delegadas para la toma de decisiones en la Confederación del Pueblo Kayambi (nuestra organización zonal) y la CONAIE, se participo activamente en la movilización para la Asamblea Constituyente, de la misma manera para la aprobación de la Constitución luego en la propuesta de la Ley de Aguas.

En el 2016 fui presidenta de la junta administradora del agua de riego de la comunidad.

Así mismo como parte del equipo técnico del IEDECA se dio acompañamiento en la socialización de la propuesta de la ley de aguas, a nivel de los pueblos de la ECUARUNARI. Participé en acciones directas con la presencia de la comunidad en la movilización del 2019 y con mucha mayor fuerza en el 2022 por la eliminación del subsidio al combustible. Un proceso organizativo político que a la larga vamos haciendo historia.

¿Qué significa ser líder indígena y mujer en el actual contexto político de tu país?

No ha sido fácil para ninguna mujer, supongo que las lideresas anteriores también sufrieron esta discriminación, primero por la misma mujer y luego por el hombre, así como por la sociedad blanco-mestiza.

Lo cierto es que actualmente hay un cierto desapego del movimiento indígena, porque para las mujeres hay pocas posibilidades de asumir cargos dirigenciales. Es un gran reto, y es necesario reconocer que algunos hombres valoran más la acción de la mujer, aunque son pocos, es importante recalcar que líderes formadas en la escuela de la ECUARUNARI y otros espacios ahora son prefectas, alcaldesas, presidentes de las juntas parroquiales, pero no es suficiente. El trabajo para quien quiere estar en esos puestos es muy arduo, por eso la necesidad de trabajar en la equidad de género, y la igualdad de derechos.

Hoy en día ser dirigente es complicado, sea hombre o mujer. Vivimos bajo amenaza y criminalización. A pesar de que en el Ecuador existe el derecho a la resistencia, el Estado no quiere que se cumpla ese derecho.

Criminalizan nuestras movilizaciones, vemos con impotencia lo que sucede con nuestros hermanos. Por otra parte, sentirnos amenazados nos fortalece, porque sabemos que los derechos que defendemos es para todo un país, no para sectores.

¿Cuáles son los desafíos que tienes en el cargo actual?

Recuperar la fortaleza de la ECUARUNARI a nivel nacional e internacional, enfatizar la presencia de la mujer en los territorios a nivel regional y nacional con la recuperación de la Escuela Dolores Cacuango. Hay que lograr convencer a la mujer que tenemos la misma capacidad que los compañeros varones, tenemos que lograr que pierdan el miedo. También es preciso mencionar a los jóvenes de las organizaciones y comunidades a quienes se debe inculcar la lucha e involucrarles en el trabajo organizativo. Otro desafío es incluir activamente a los jóvenes dentro de la organización, eso nos ayudará a fortalecernos como organización, pues son ellos quienes asumirán en el corto plazo las dirigencias.

¿Cómo encuentra a la ECUARUNARI?

Con mucha fortaleza han pasado 50 años desde su creación y ahora debemos ir con más fuerza, la participación de los jóvenes es clave, desde ahí encaminar para recuperar el protagonismo a nivel nacional e internacional. Somos millones y seguimos creciendo solo hace falta un poco de liderazgo y organización.

A la ECUARUNARI la veo decidida, organizada con mucha fortaleza y presencia en distintos espacios. Es uno de los brazos fuertes de la CONAIE y como tal siempre ha tenido protagonismo en las movilizaciones.

Un reto grande dentro de la organización es buscar la igualdad de derechos, en un gobierno de derecha. Hemos avanzado en algunos espacios, somos parte importante en el accionar político nacional, pero no logramos dar ese paso que es necesario para lograr influir, para lograr un Estado incluyente e igualitario y en eso hay que trabajar de la mano de las autoridades locales, provinciales afines al movimiento indígena.

En criterio tuyo, cuál sería la proyección de la organización y del movimiento indígena del Ecuador en los próximos dos años.

Es necesario realizar un fortalecimiento interno de la organización y del movimiento indígena ecuatoriano, para tener un equilibrio organizativo, para lograr unificar a todos los sectores, respetando la diversidad de pensamiento, pero sin perder el horizonte político. Es urgente trabajar, desarrollar el Estado Plurinacional, ninguno de los gobiernos ha trabajado en este sentido; nadie conoce lo que significa vivir en un Estado plurinacional, lo que implica esto y lo que significa para nosotros como pueblos indígenas.

Entonces lo que no se hace desde el gobierno central, puede gestarse desde las organizaciones sociales, hay una Constitución que nos reconoce como actores políticos y sociales. Ecuador se declaró Estado plurinacional e intercultural en su nueva constitución del 2008, este es un reconocimiento de las diferentes culturas del Ecuador, no basta que esté en el papel, debe hacerse efectivo y con ese norte debemos marchar como movimiento indígena.

Para eso, es fundamental mantener la unidad con firmeza, con distintos actores sociales, hay que regresar a las bases comunitarias para dar mayor fuerza al movimiento.