El gobierno del Presidente Boric arriesga el espíritu transformador que bien representa, si es confuso por  insuficiencias políticas.

Él y algunos de sus colaboradores, cuando eran diputados se negaron  a aprobarle al Pdte. Piñera  el uso, en la Araucanía, del “Estado de Emergencia” que la Constitución deposita en  las FFAA. Prometieron no usar dicho recurso. Pero a tres meses, el nuevo  gobierno, en el viejo estilo de la política, evitando reconocer que tenían un error de apreciación de realidad,  maniobró inventando  fórmulas de participación de las FFAA en un “que sí-que no”. Quiso acomodar el lenguaje, sacar del sombrero acuerdos legislativos para usar los militares contra la violencia, aparentando coincidencia con el leguaje de diálogo de sus promesas electorales.

Anunció al parlamento un Estado de Emergencia “Intermedio” para resolver sus contradicciones de conducta imaginando una atenuación del uso de las FFAA. Pero el lenguaje militar es claro, directo, de fácil comprensión, porque en su funcionalidad hay un potencial que pone  en juego la vida por definición juramentada.

La propuesta de militares en acción “intermedia” fracasó en menos de una semana por inútil. Quienes fuimos parlamentarios en materias de defensa, dijimos que carecía de convicción originaria de la autoridad política al convocar a los militares a  cumplir las órdenes con  espíritu contradictorio. No es que las FFAA no   obedecerían, sino que el mando político las desorienta con un lenguaje de pretensiones complejas pero pobre.

Finalmente el gobierno se rindió ante la evidencia y aplicó la ley, pero confusamente, al publicitar la aplicación constitucional de presencia militar como “acotada”.

Su coalición se dividió públicamente pero la aprobó. “Nos encantaría que esto no existiera, pero una vez que el conflicto está (Araucanía), la pregunta es cómo uno lo aborda», dijo el Ministro,  justificándose.

Quizás el gobierno  está entrampado por cierta inmadurez política y no etaria, en sus promesas de campaña de una realidad insuficientemente estudiada para el carácter  transformador que bien representa el presidente Boric.  Hay sobreactuación de frases  ingeniosas. Pero  la sobrevalorización  de la capacidad de  creación de realidades que tienen  las palabras, no es La Política. Principios bien intencionados, novedosos, un poco de moda, anunciados repetidamente, tensados por conductas políticas del gobierno, muestran un esfuerzo por hacer calzar las ilusiones  con la tarea de gobernar.

En este caso, del uso de la Fuerza Militar,  sigue buscando cumplir ingenuamente  el correcto compromiso de dialogar, con la  legítima  fuerza que el Estado democrático  tiene. Esta buena idea se ejercería bien con una política madura y  no coqueteando con esfuerzos lingüísticos  para acomodar promesas a  graves problemas de seguridad interior  que aún no parecen evaluarse correctamente. El mismo ministro, que defendía el alambicado sucedáneo militar, finalmente dijo  que no se cerraba al mismo  Estado de Emergencia que usó Piñera.

Quizás  el gobierno  está confundido respecto a la factibilidad de sus promesas.