¿No estáis cansados de escuchar nada más que tragedias? Me apetece escribir el artículo de opinión más bonito del mes. ¿Cómo podría empezar? ¿Quizás con una pregunta?

¿Qué esperas de la vida? Ahora os dejo dos líneas en blanco que simboliza esos minutos que tenemos para poder pensar una respuesta.

 

¿Qué esperas de la vida? Te visualizo pensando en silencio frente a la pantalla de tu gadget electrónico.

No me podéis hacer llegar vuestras respuestas así que permitidme que responda yo. Haré de espejo vuestro, o mejor, vosotras, vosotros, haréis de espejo mío.

Medito y siento vuestras miradas, vuestros deseos e ilusiones, ¿qué espero de la vida?

Espero que llegue el día en que si nos tenemos que armar, que sea de paciencia.

Espero poder ver ese planeta verde que haga que se sienta el paraíso en la tierra.

Deseo que las fábricas sirvan para crear culturas, no para destruirlas. Me quedaría encantado si las empresas tuvieran valores en lugar de acciones de valor en bolsas de intercambios especulativos.

Sería maravilloso si en lugar de difundir la inteligencia artificial como lo bueno y novedoso, se volviese a potenciar los pensamientos clásicos; sentir nuestras almas como conexión entre el ser humano y esa Mente Cósmica creadora de todo este hermoso mundo.

Sueño con volver a ver debates constructivos en lugar de toscas discursiones que no llevan a ningún lado.

Pienso en un mundo en el que no se fabriquen armas porque es preferible decir Sí a la paz en lugar de No a la guerra. Es tan obvio. Sí a la paz. ¿Quién quiere la guerra? ¿Por qué se siguen construyendo armas?… Perdón, mis letras se salen del margen, serán mis raíces pacifistas.

¿Qué espero de la vida?

Lo cierto es que no espero nada. Dejo fluir la vida ante mí. Y en ese ir y venir de personas en torno a mí, observo quién tiene el ala rota para curársela.

Ofrezco mi mano a aquella persona que necesite ayuda para cruzar la calle.

Invito a que me pregunten si tienen dudas y si no sé la respuesta, podemos dudar juntos. Siempre juntos.

Me gusta mirar a los ojos de la gente a pesar de que pueda haber enamoramientos fortuitos porque cuando miras de frente, fijamente a los ojos, ves el alma de las personas. Ves más allá de un cuerpo físico, te conectas con algo tan superior que te hace enamorarte de tu prójimo, de la vida, del Universo Creador. Vuelvo a lo clásico.

No hay nada nuevo bajo el sol de primavera, ni siquiera la forma de entender las cosas. Seguro que ya ha habido alguien que también ha malinterpretado antes. Por eso, por la experiencia, lo mejor es armarse de paciencia para no tener que arrojar la primera piedra; mirar a los ojos de las personas que nos rodean y recordar que, a pesar de todo divinidad que encuentres en sus iris, somos muy humanos y cometemos errores.

¿Qué espero de la vida? ¿Qué esperaba?

Que fuera perfecta pero ya sé que no.

Ahora espero no hacer daño a nadie y si veo que alguien sufre, al menos pueda arrancarle una sonrisa y hacer de su corazón una calderita que caliente los momentos más fríos de la vida.

Ya no espero nada de la vida, prefiero dar todo lo que pueda, así recibiré el más preciado tesoro: Amor.

Tampoco esperes nada de mí. Recibe lo que tengo, que no es otra cosa que amor sin expectativas, sin juicios, ni prejuicios. Amor en estado puro.

Ese puro amor que abraza y sostiene, que no toma partido y que grita a viva voz, antes de que nadie más muera: Sí a la paz, pensar otra cosa no es funcional. No a la guerra, crea guerras, ¿ y quién diablos quiere vivir en guerra? Sí a la paz, siempre sí. Siempre así.