En los últimos siete años, Colombia ha sido el país de acogida para más de un millón ochocientas mil personas venezolanas que huyen buscando mejores condiciones de vida para su familia, lo que ha generado una profunda crisis humanitaria en la región latinoamericana.

Por: Alfredo González Nuñez

La migración masiva vio su génesis a principios del año 2011 con la implementación de nuevas leyes y medidas económicas, que hizo salir de Venezuela a 160 mil personas de la clase media. Sin embargo, debido a las duras condiciones que enfrentan las personas que deciden migrar del hermano país, tanto antes como durante y luego del tránsito, una gran parte de la población venezolana en Colombia no tiene estatus migratorio regular, lo que afecta su posibilidad de tener acceso a servicios esenciales, protección y asistencia.

La pandemia del COVID-19 agravó de manera exponencial las necesidades de la población general en el país y esta marcó aún más la situación de vulnerabilidad de nuestros hermanos venezolanos migrantes y colombianos retornados. Estas personas, junto a las comunidades locales, luchan por encontrar mejores condiciones de vida ante un aumento de la pobreza, la pérdida de empleos, los desalojos y la falta de acceso a mínimos básicos de vivienda, alimento y salud.

Sumado a lo anterior, los fenómenos de la xenofobia y la discriminación se hacen cada vez más complejos y se evidencian en las prácticas diarias de las personas, en distintos entornos y con las características propias de cada contexto. Es fundamental reconocer la importancia de enfrentar estas situaciones como sociedad, como departamento y desde las comunidades también, pues según datos de Migración Colombia, en La Guajira habitan alrededor de 161.106 personas migrantes y refugiadas venezolanas.

Tanto el país como las personas migrantes han encontrado distintas estrategias para hacer frente a las duras situaciones antes mencionadas y promover los procesos de integración entre las personas migrantes y refugiadas y las comunidades de acogida en Colombia. En este contexto, los procesos comunitarios se resaltan por su voluntad de transformación de realidades injustas, así como por la gestión colectiva de las dificultades y la consolidación de redes de apoyo para el fortalecimiento del tejido social roto durante el proceso migratorio.

Con miras apoyar y dar fuerza a los procesos de gestión comunitaria, el proyecto Tu Bandera Es Mi Bandera, nace como un esfuerzo por combatir la xenofobia, promoviendo la integración social y cultural, brindando herramientas para cualificar a la comunidad de acogida con un enfoque migrante y de Derechos Humanos. De este modo, esta etapa del proyecto, realizada por el proyecto El Derecho a No Obedecer de la Corporación Otraparte, es una apuesta ciudadana para fortalecer redes de apoyo alrededor de la migración, a través de acciones simbólicas en espacios comunitarios y conversaciones abiertas a la ciudadanía, como producto de una alianza con el programa de USAID, Conectando Caminos por los Derechos, implementado por Pact, ABA ROLI, Freedom House e Internews.

Corto-Documental «#TuBanderaEsMiBandera – #CelebremosLaIntegración» – El Derecho a No Obedecer

La primera fase de este proyecto, en La Guajira, se desarrolló en el distrito de Riohacha desde agosto de 2021 hasta principios de 2022, y convocó a distintas organizaciones sociales que dieron vida, cara y cuerpo, al proyecto en favor de la población migrante, gracias a Fundación Brisas del Norte, FUNEVAS, Fundación Génesis mi mundo, Escuela de Talentos Juan Parra, Movimiento Líderes Independientes, Fundación Trasformando Mentes, Fundación Solidaridad Activa, Escuela Deportiva Binacional, Fundación Jóvenes Unidos por Riohacha, Fundación Karisma, Fundación Venezuela en Acción.

Esta red de cooperación se consolidó a lo largo del proceso y a partir de encuentros para conversar sobre las problemáticas relacionadas con integración y xenofobia, como lo fueron: “El trabajo en equipo como fuerza integradora en el Barrio Brisas del Norte” y “De la mano construimos integración y convivencia pacífica”. Las reflexiones alcanzadas en estos encuentros se materializaron en jornadas de integración artísticas, deportivas y culturales en el Barrio Nuevo Milenio y el Parque Coquivacoa, donde los líderes y lideresas compartieron con sus comunidades desde un enfoque integrador que propende por la gestión colectiva de las necesidades, así como por la resolución alternativa y comunitaria de los conflictos.

En estas reflexiones, los líderes y lideresas de las organizaciones sociales coincidieron en la necesidad de asumir la integración y la reducción de la xenofobia como retos latentes en el ámbito comunitario, que deben integrarse a los demás procesos de construcción de comunidad en los diferentes contextos barriales.  Así, desde la diversidad de elementos culturales que componen la gastronomía, la música, los bailes, el deporte y las narraciones de Colombia y Venezuela; se logró promover un espacio sano de convivencia y compartir donde se pudieran acortar las distancias que el miedo al otro puede generar.

Para cerrar el proyecto, se llevó a cabo la campaña #CelebremosLaIntegración, que buscó visibilizar los alcances, historias y reflexiones que el proyecto recogió a lo largo de cuatro ciudades del país (Cúcuta, Bogotá, Cali y Riohacha) y otorgó a las comunidades referentes audiovisuales que transforman imaginarios, tanto sobre la población migrante y refugiada, como sobre la posibilidad de llevar a cabo procesos exitosos de integración comunitaria.

Para este 2022 y con el cierre de Tu Bandera Es Mi Bandera en la ciudad, las organizaciones sociales del distrito de Riohacha siguen avanzado en la construcción de espacios de integración en un esfuerzo conjunto y en red, para articular esfuerzos y recursos, que permita mejorar sustancialmente las prácticas en cuanto a la atención y asistencia que se brinda a la población migrante y retornada, y hacer más efectiva la intervención en las distintas comunidades de acogida.