Primero fue el azúcar. Durante cuatro siglos, ese fue el principal producto de la caña en Brasil. Pero desde los años 70 crece y diversifica su vocación energética, como fuente del etanol, de la electricidad y del biogás.

“La caña es el petróleo verde”, definió André Alves da Silva, director comercial y de Nuevos Productos de la Cocal, como es más conocida la empresa Comercio Industria Canaã y Alcohol Limitada, que comenzó la producción en gran escala del biometano, es decir el biogás refinado, equivalente renovable y limpio del gas natural.

“Tenemos acá una biofábrica”, dijo a IPS en una entrevista dentro de la unidad de la Cocal en Narandiba, un municipio situado en el oeste del sureño estado de São Paulo.

Quedó obsoleto en esta región llamar caña de azúcar a esa planta herbácea cuyo nombre científico es Saccharum officinarum.

Al azúcar y el etanol se suman la electricidad generada a partir del bagazo de caña y del biogás y otros subproductos, como biofertilizantes, el gas carbónico y la levadura seca, sobras de la fermentación alcoholera que, procesadas, sirven de alimento animal rico en proteínas.

Biometano en vez de gas

La gran novedad es el biometano, producido desde junio, como punto de partida de un proyecto que llevará el gas a tres ciudades cercanas entre sí: Narandiba, Pirapozinho y Presidente Prudente, que suman unos 264 000 habitantes.

GasBrasiliano, una empresa del Sistema Petrobras, el conglomerado petrolífero estatal,  se encargará de la distribución y para eso construye un gasoducto de 65 kilómetros, que está previsto que se inaugure en junio de 2022.

“Es nuestro primer proyecto en biometano, el primero entre muchos”, según dijo a IPS Alex Gasparetto, director-presidente de la distribuidora que tiene la concesión para el gas canalizado en el oeste y norte del estado de São Paulo, que engloban 375 municipios y 9,2 millones de habitantes.

São Paulo, el estado más rico y poblado de Brasil, con 46 de los 214 millones de habitantes de este país de dimensiones continentales, concentra más de la mitad de la producción cañera nacional, en más de 150 unidades agroindustriales, de plantas productivas de azúcar o etanol al lado de plantaciones de caña, la mayor parte en el área de concesión de GasBrasiliano.

La caña es el “petróleo verde”, asegura André Alves da Silva, director Comercial y de Nuevos Productos de la Cocal, una empresa agroindustrial situada en Narandiba, en el sur de Brasil, que aprovecha casi todo de la caña para producir electricidad, biogás, biometano, biofertilizantes, levadura como alimento animal y otros gases, además de azúcar y etanol. Foto: Mario Osava / IPS

“El potencial es gigantesco, el biometano de caña puede sustituir todo el diésel y el gas licuado de petróleo (de cocinar) consumidos en el estado, una situación privilegiada”, sostuvo Alessandro Gardemann, presidente de la Asociación Brasileña de Biogás (ABiogás).

“Cocal es un proyecto de demostración, que va del cultivo de caña al consumidor final con el suministro de biometano el año entero”, resumió para IPS por teléfono desde Londrina, una ciudad del también sureño estado de Paraná donde tiene la sede su empresa de servicios tecnológicos, Geo Biogas & Tech, que impulsó el biogás en el sector sucroenergético.

Solución para estacionalidad agrícola

Un aporte en tecnología de Geo fue decisivo para el despegue del proyecto de biometano de la Cocal. Se conoce hace tiempo como hacer biogás de la vinaza, pero solo se puede aprovechar ese residuo líquido de la destilería del etanol (o alcohol) en el período de cosecha, en general de abril a noviembre.

Es voluminoso y maloliente, imposible de almacenar por muchos días en las lagunas, los estanques construidos para recoger la vinaza antes de ponerla en los biodigestores horizontales donde se descompone el material orgánico, en un proceso anaeróbico que produce el biogás.

Para asegurar el suministro todo el año, la Geo adaptó una tecnología alemana, para incorporar a la biodigestión otro residuo, la cachaza, en Brasil más conocida como torta de filtro, un lodo oscuro que resulta del procesamiento del jugo de la caña para hacer azúcar. Cachaza, para los brasileños, es el nombre del aguardiente de caña.

Un tratamiento que le quita impurezas y parte de la humedad convierte ese residuo, antes desechado, en materia prima del biogás. Tiene “10 veces más materia orgánica que la vinaza”, por eso es más productivo, destacó para IPS Eduardo Baptista, supervisor de Producción Industrial de la planta de Biogás de la Cocal.

Un mar de plantaciones de caña inundan Narandiba y sus municipios vecinos en el estado sureño de São Paulo, donde la empresa agroindustrial Cocal la cultiva como la materia prima de su biofábrica de energía, combustibles e insumos agrícolas. Foto: Mario Osava / IPS

Esa innovación permitió superar la estacionalidad, al ser almacenado en cuatro depósitos a cielo abierto al lado de los dos biodigestores verticales, específicos para la cachaza. “Durante la cosecha aprovechamos la vinaza y entre las cosechas, la cachaza”, evitando interrupciones en la producción del biometano, explicó Alves, el director comercial de la empresa.

Un segundo factor favorable al proyecto, acotó, fue comprobar que hay una demanda local por el gas, que no se podría atender a partir del gasoducto de GasBrasiliano, cuyo punto más cercano queda a más de 100 kilómetros de Presidente Prudente, el municipio más importante de la región, con 230 000 habitantes.

Extender la red existente hasta ese mercado limitado no sería viable económicamente, pero sí lo es un gasoducto de 65 kilómetros desde la Cocal, justificó Gasparetto, el director-presidente de la GasBrasiliano.

El tercer factor es ambiental. Con el biometano la Cocal busca reducir los gases del efecto invernadero emitidos en su producción de etanol. La sustitución del diésel por el gas verde descarboniza la actividad en 95 %. Reducciones adicionales podrán obtenerse con el nuevo combustible en los camiones y equipos agrícolas, una alternativa que está en fase de pruebas actualmente.

Además, los residuos de los que se extrae el biogás se convierten en biofertilizantes limpios, que emiten 75 % menos carbono que los fertilizantes químicos, acotó el director comercial de Cocal.

Por último, la decisión se basó también en la doble destinación del biogás: electricidad o  biometano.

“Dos opciones reducen los riesgos”, se puede alterar el balance, según las demandas y los precios, aclaró Alves. Actualmente 53 % del biogás se refina para convertirse en biometano y 47 % se destina a la generación eléctrica.

La laguna de vinaza en la planta de Cocal, en el municipio brasileño de Narandiba, que alimenta los biodigestores que producen el biogás, luego purificado y refinado para su uso en la generación de electricidad o conversión en biometano, combustible renovable y limpio, equivalente al gas natural. Foto: Mario Osava / IPS

Cocal también genera energía por la quema del bagazo, desde 2002. Hoy puede abastecer de electricidad a una ciudad de 730 000 habitantes, informa la empresa.

Aportes sociales

Para toda esa producción energética, la Cocal cuenta con dos unidades industriales, cada una con sus siembras de caña alrededor. La primera, se instaló en 1980 en Paraguaçu Paulista, a 135 kilómetros de Narandiba.

Emplea en total 5500 trabajadores de 22 municipios y tiene 125 000 hectáreas sembradas de caña, en su mayor parte de tierras arrendadas por contratos de 20 años, según Alves. La cosecha alcanzó 8,7 millones de toneladas de caña el año pasado.

Narandiba tiene actualmente cerca de 6500 habitantes, tras sumar 2000, que llegaron atraídos por la operación local de la Cocal, inaugurada en 2008, reconoció su alcalde, Itamar dos Santos Silva, quien estimó en 600 los empleados directos e indirectos de la central azucarera y alcoholera un año atrás, casi 10 % de la población.

El municipio, estancado cuando la ganadería dominaba su economía, en las últimas décadas del siglo pasado, volvió a prosperar. “La caña modificó totalmente la realidad social y económica de la región”, reconoció el alcalde en un encuentro con IPS en su despacho.

Depósitos de cachaza, llamada torta de filtro en Brasil, un residuo de la producción de azúcar que resultó ventajoso en la generación del biogás en las dos plantas que Cocal tiene en el oeste del estado São Paulo, en el sur de Brasil. La razón es que el residuo contiene mucho material orgánico y está disponible cuando falta vinaza entre las cosechas de caña. Foto: Mario Osava / IPS

Además de ofrecer más empleos, la Cocal paga al más modesto empleado el doble de lo que ganaba un vaquero, comparó. Con el incremento del poder adquisitivo, “cada día se construye una nueva casa en Narandiba” y se amplió el comercio y la demanda por escuelas, servicios de salud y esparcimiento, acotó la autoridad municipal.

El ingreso fiscal también aumentó, pero lo hizo más tarde que las demandas inmediatas creadas por la afluencia de nuevos pobladores, se lamentó Dos Santos, cuyos planes comprenden atraer industrias e intensificar la capacitación de los jóvenes ante la nueva oferta de empleos técnicos por la agroindustria cañera.

La sostenibilidad ambiental fue el principal motivo de la empresa Liane, una industria de productos alimenticios como bizcochos y pastas, para firmar el primer contrato para la compra del biometano distribuido por GasBrasiliano en Presidente Prudente.

Es un insumo sin la contaminación de los combustibles fósiles y probablemente con costos menores que “el gas natural que nos llega en camión desde lejos”, destacó a IPS por teléfono desde la sede de la empresa, Mauricio Calvo, director Industrial de Liane.

Inicialmente el biometano llegará a las empresas, estaciones de combustibles, los centros comerciales, hoteles y grandes restaurantes, es decir los grandes consumidores.

El suministro del gas canalizado a las residencias queda como una meta a largo plazo, aclaró Gasparetto a IPS por teléfono desde la sede de GasBrasiliano en Araraquara, una localidad a 280 kilómetros de São Paulo.

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