Les transmitimos el estudio «Pistas para la no-violencia» realizado por Philippe Moal, en forma de 12 capítulos. El índice general es el siguiente:
1- ¿Hacia dónde vamos?
2- La difícil transición de la violencia a la no-violencia.
3- Prejuicios que perpetúan la violencia.
4- ¿Hay más o menos violencia que ayer?
5- Espirales de violencia
6- Desconexión, huida e hiper-conexión (a- Desconexión).
7- Desconexión, huida e hiper-conexión (b- La huida).
8- Desconexión, huida e hiper-conexión (c- Hiper-conexión).
9- El rechazo visceral a la violencia.
10- El papel decisivo de la conciencia.
11- Transformación o inmovilización.
12- Integrar y superar la dualidad, y Conclusión.

En el ensayo fechado en septiembre de 2021, el autor agradece: Gracias a su acertada visión del tema, Martine Sicard, Jean-Luc Guérard, Maria del Carmen Gómez Moreno y Alicia Barrachina me han prestado una preciosa ayuda en la realización de este trabajo, tanto en la precisión de los términos como en la de las ideas, y se lo agradezco calurosamente.

 

Aquí está el undécimo capítulo:

Transformación o inmovilización

Empecemos con una hipótesis: «Transformar es una de nuestras principales facultades, si no una de nuestras principales razones de ser. La conciencia, a través de su intencionalidad, está transformando el mundo y se va transformando a sí misma, desde el nacimiento hasta la muerte, la última transformación por la que se completa su función. No transformarse significa detenerse en el camino y conformarse con lo adquirido hasta el momento, significa resignarse a repetir. Habiendo llegado a ser maestros en la transformación de la materia, nos queda por generar lo más sutil, lo intangible, lo impalpable, lo que nos libera de la transformación temporal, es decir el espíritu”.

Más modestamente, en este escrito veamos pistas de reflexión que pueden ayudar a superar la violencia. En el plano personal, cualquier transformación pasa por imágenes que hacen más efectiva la acción cuando se combinan: visuales y cenestésicas o auditiva y cenestésica, etc.

El tema de las imágenes cenestésicas es fundamental, porque si tienes una imagen visual y no tienes un registro cenestésico correspondiente, no se mueve de la misma manera, es decir, es como una imagen vacía, sin sustancia… La imagen visual debe ir acompañada de una imagen cenestésica con el registro correspondiente; cuanto más profunda sea, mejor se mueve la carga[i].

Cuando las imágenes están cargadas de violencia, resentimiento, deseo de poseer, deseo de controlar, sed de venganza, odio, sueño de poder…, hacen que la gente actúe en una dirección que sólo puede generar dolor y sufrimiento.

Cuando las imágenes están cargadas de humillación, sumisión, resignación, contradicción, se acumulan en uno mismo hasta que se desatan en el propio entorno y más allá, según la influencia que se tenga.

Cuando las imágenes se cargan de ilusiones, de falsas esperanzas, de credulidad, de fe ingenua o de mala fe, de hipocresía o de cálculos febriles para engañar el otro, conducen invariablemente a la vuelta desilusionada de la acción, por efecto bumerán.

Cuando las imágenes son estancadas en una idea fija, en una creencia incuestionable, en un miedo paralizante, en una certeza tranquilizadora…, nos están empujando a no emprender nada nuevo, salvo mantener lo que tenemos o creemos tener, y nos incitan a no transformar nada, porque el cambio desestabiliza y nos sume en la incertidumbre, que por naturaleza buscamos evitar. Sin embargo, la inestabilidad va de la mano de la transformación. Nada puede mantenerse indefinidamente en el tiempo; «Lo único permanente es el cambio permanente», decía el sabio.

Nosotros detectamos en nosotros mismos que en la medida en que estamos apegados a un fuerte clima, a fuertes contenidos, la operatividad nuestra, en nuestro pensar, en nuestro sentir, en nuestra acción, la movilidad nuestra disminuye, la libertad nuestra disminuye. Inversamente notamos que cuando estamos libres de esos contenidos, de esas fijaciones fuertes, profundas, ganamos en movilidad interna[ii].

Para actuar sobre las imágenes que me perturban, me frenan o me incapacitan, esquemáticamente tengo tres opciones. La primera es huir de esas imágenes o tratar de ocultarlas, que es lo más fácil de hacer en el momento, pero que con el tiempo complica cada vez más las cosas. Así que esta no es una buena solución. En segundo lugar, reaccionar de forma catártica[iii] para descargar las tensiones que se acumulan en mí cuando me prohíben, me inhiben, me manipulan o me explotan, por ejemplo; pero también cuando me auto prohíbo y me auto violento. La catarsis no es intencionada y generalmente surge por compulsión. Aunque cumpla la saludable función de evacuar tensiones, «purgar y liberar las pasiones» decía Aristóteles, en sí misma no está transformando nada, el problema sigue existiendo y se manifestará de nuevo tarde o temprano; sin embargo, suele ser una forma de expresar que algo debe transformarse en profundidad.

En tercer lugar, también puedo sustituir mentalmente las imágenes problemáticas y sus cargas por otras imágenes neutras o con carga positiva, y así producir lo que se llama transferencia; un proceso que produce integraciones permanentes y cambios sustanciales. Este proceso es diferente de la práctica usada en psicoanálisis, en la que la transferencia es un proceso en el que los sentimientos o deseos inconscientes de un sujeto se transfieren a otra persona, en este caso el analista[iv]. En la metodología de trabajo del Humanismo Universalista, la transferencia es un mecanismo de desplazamiento de tensiones y climas[v].

Evidentemente, también transformo empíricamente una situación o un clima[vi] a través de la acción, lo que tiene el poder de eliminar la carga percibida hasta ese momento porque mi nueva experiencia sustituye a la antigua y negativa.

Es desde la mirada que tengo de la violencia que la juzgo, que la siento y que actúo para aceptarla o transformarla. Esta visión, que parte de la conciencia, está conformada por mis creencias, valores, preconceptos, experiencias, etc. Una persona que explota, roba o manipula puede ver su acto como justificado porque corresponde a sus concepciones y sobre todo, no nos engañemos, a sus intereses personales.

Si mi intención es actuar de forma no violenta, es necesario que ponga una mirada sobre mi propia mirada, que observe de dónde viene esa mirada, porqué hago las cosas, desde qué valores, que compruebe si mis acciones son coherentes con lo que siento y pienso, que aclare qué es lo que me motiva… Entonces detectaré mi grado de unidad o contradicción interior. La observación de mi propia mirada, a través de la cual entro en contacto conmigo mismo y con mis registros, me permite dar una respuesta intencional no violenta a la violencia.

La mayoría de las personas no conocen las prácticas de reversibilidad de la conciencia, aunque las apliquen empíricamente de vez en cuando. Estas prácticas intencionales (no naturales) dan a la conciencia el poder de decidir lo que le sucede. Es como si, mientras que hasta ahora nos hemos dejado llevar por la corriente estando en la cubierta de un barco, ahora estamos al timón.

El primer mecanismo de reversibilidad, la apercepción, que el filósofo Kant describió hace doscientos cincuenta años como el principio más elevado de todo conocimiento humano, se define como sigue: «actividad de conciencia en donde se pone atención a la percepción sensorial. La conciencia actúa sobre los sentidos, para que vayan en una u otra dirección. Así, los sentidos están movidos no sólo por la actividad de los fenómenos hacia ellos, sino también por la dirección que imprime la conciencia[vii]”. Por ejemplo, hay una diferencia entre estar absorto, casi hipnotizado, por las noticias en la pequeña pantalla de televisión y ver las noticias con una mirada desidentificada, que permita la crítica.

En el segundo mecanismo, la evocación, la conciencia busca intencionadamente información en la memoria, lo que es diametralmente opuesto a los recuerdos que surgen de forma inesperada. La evocación se define como sigue : «actividad intencional de la conciencia sobre la memoria, buscando datos ya grabados en una determinada franja de recuerdos estructurados en base a los estados de grabación o clima de grabación. En la evocación aparece el dato buscado y, además, en estructura, el resto de los datos referidos a él; así, aparecen datos de los demás sentidos que estaban actuando en el momento de la grabación y de datos referidos al nivel de trabajo o estado de la estructura en el momento de la grabación (climas, tonos afectivos, emociones)[viii]«.

La evocación permite trabajar sobre los datos de la memoria para recordar con precisión una experiencia pasada, y también visualizar escenas conflictivas concretas del pasado para trabajar en su integración.

Para observar los fenómenos, existen diferentes tipos de atención, según la forma en que se preste atención al fenómeno: la atención simple, la atención dividida y la atención dirigida[ix].

La conciencia de sí se manifiesta a partir de una atención dirigida por la que me observo a mí mismo y al mundo simultáneamente. Se trata de un tipo de auto observación que no puede confundirse con la introspección, ya que con esta última no observó, sino que me autoanalizo.

En la conciencia de sí, no sólo estoy atento a los fenómenos que percibo, estoy atento a mí mismo y a los mecanismos de mi conciencia (sus objetos y también sus actos, como mi forma de mirar, comparar, interpretar…) y atento también a las copresencias que entonces se hacen más manifiestas.

Hoy en día se habla mucho de conciencia plena, pero este concepto reciente se diferencia de la conciencia de sí en la medida en que nos invita a observar los objetos de la conciencia y no la conciencia misma, es decir, observar lo que es externo a ella. Pero la conciencia puede ser invadida por malas intenciones y contenidos violentos no integrados. Puedo estar plenamente consciente de que una situación me genera miedo y permanecer centrado en el objeto del miedo, quizás incluso dándole una respuesta, pero esto no significa que sea consciente de que mi conciencia está invadida por el miedo. Antes de dar una respuesta a la violencia es más apropiado cambiar la forma en que mi conciencia está estructurando el fenómeno.

La conciencia de sí es una mirada sobre mi propia conciencia. «Soy consciente de que está alterada, o en fuga, violenta, inspirada, o compasiva…». Esta práctica me permite aprender a poner distancia entre yo y el mundo, entre yo y mis pensamientos y emociones, entre yo y mis creencias, mis juicios de valor, mis prejuicios, mis miedos, mis frustraciones, mis resentimientos, mis deseos de venganza, etc. es decir, entre yo y lo que corre el riesgo de acabar en violencia y destrucción.

En estado de conciencia de sí reconozco no sólo mi propio punto de vista, sino también el del otro. Entiendo que no basta con ser tolerante con las opiniones de los demás, sino que son absolutamente necesarias para tener una visión más completa de la realidad. Singularmente, el estado de conciencia de sí me permite ser consciente del otro.

Hagamos un pequeño experimento: Sitúate frente a una persona y mírala (tu mirada está fija en la persona); continúa mirando y ahora amplía el campo de visión a 180° (la percepción cambia, la mirada ya no está centrada en la persona porque, además, aparecen los elementos a la derecha y a la izquierda de tus ojos, estás menos identificado con la imagen de la persona); ahora profundiza tu mirada como si estuvieras mirando desde detrás de tus ojos (como si estuvieras mirando tus propios ojos) e intenta ampliar el campo de visión a 360° (estás incluido en la visión que te abarca horizontalmente, verticalmente y en profundidad como si estuvieras en el centro de una esfera); observa cómo a la percepción visual se añade una sensación más difusa, que se localiza o alterna entre los ojos y el pecho (tu percepción se amplifica, todos los sentidos están alerta, existe tanto la visión de la persona como tu sensación interna, el exterior y el interior son una misma cosa y tú estás en el centro).¿que experimenta?

A diferencia del estado habitual en el que me muevo mecánicamente, sin darme cuenta de mis acciones, la conciencia de sí me permite tener una visión estructural global. Singularmente también, tengo la sensación de que el tiempo se alarga y el espacio se agranda. Todo es más lento, más amplio, más profundo.

La mirada se despega no sólo de las percepciones externas, también de las percepciones internas. No soy un mero resultado de las condiciones objetivas, ni tampoco el resultado de una sensibilidad interna que se me impone. No dependo tanto de si he comido o dormido o de tal o cual clima. La mirada está observando los mecanismos de conciencia. Esto, lejos de producir introspección, me permite ver la interioridad y la externalidad en estructura, en mutua implicancia. Entonces, a medida que estoy desarrollando la atención, dejo de estar pegado a los estímulos, a la sensibilidad, a los mecanismos[x].

 

Notas

[i]          Comentario 2 sobre el Mensaje de Silo, Eduardo Gozalo, 17 de abril de 2020.

[ii]         Transformaciones de impulso, charla en Silo, septiembre de 1975, Corfú, pp. 9-10.

[iii]         Catarsis: descarga de contenidos opresivos o tensiones internas mediante su exteriorización a través de los centros de respuesta (intelectual, emocional, motriz y vegetativo) vinculados a la conciencia.

[iv]         Silo no lo llama transferencia, sino que para él se trata de proyección de conciencia emocionada que llama desdoblamiento del centro de gravedad. Transformaciones de impulso, Op. Cit. P. 1.

[v]         Autoliberación, Op. Cit, p. 287.

[vi]         Clima: trasfondo emocional, o estado de ánimo, que quita la libertad operativa de la conciencia al teñir todas las actividades con sus imágenes, que están constituidas esencialmente por imágenes cenestésicas.

[vii]        Autoliberación, Op. Cit, p. 244.

[viii]       Ibid, p 267.

[ix]         La atención simple es un modo de atender donde la atención está dedicada exclusivamente a la actividad que se efectúa. La atención dividida es aquella en la que se atiende a dos estímulos simultáneamente. Por ejemplo, atiendo un objeto o fenómeno dado y simultáneamente estoy atendiendo a una parte de mi cuerpo. La atención dirigida es una forma de atención a-perceptual en la que la actividad del pensar está ligada a registros de relajación, de auto observación, de comprensión y de claridad interna. Atiendo y mientras atiendo, observo desde mi interior a qué estoy atento. Manual de formación personal del Movimiento Humanista, Ediciones del País, 2009, p. 131.

[x]         Estilo de vida. Parque de Estudio y Reflexión de Punta de Vacas, 2011, p. 12, Maxi Elegido, investigador humanista español.