Existen cuatro factores del actual modelo neoliberal generadores de inestabilidad y violencia en el país y que, al mismo tiempo, limitan el progreso económico: la discriminación contra las mujeres; el deterioro medioambiental; el centralismo económico y político; y el trabajo indecente. La propuesta de Boric busca atacarlos radicalmente y por ello los ha convertido en los ejes programáticos que recorren todo su Plan de Gobierno.

Se propone el feminismo como primer eje transversal, el que intenta responder a las demandas históricas de la mujer chilena. Demandas que tuvieron un momento trascendente con las manifestaciones del 25 de octubre del 2019 y que adquirieron proyección internacional con “El violador en tu camino” de LasTesis. Nada puede ser igual después de esta revuelta femenina y, por cierto, las reivindicaciones de nuestras mujeres ya no pueden ser olvidadas. Ello explica que adquieran prioridad en el programa de transformaciones de Gabriel Boric.

Hoy día resultan ineludibles medidas que terminen con la violencia contra las mujeres y las disidencias sexuales, que aseguren los derechos sexuales y reproductivos, la igualdad de los sexos en el trabajo y el equilibrio del poder político entre hombres y mujeres. Es lo que se propone en el programa de Boric. Destaca, en particular, la original iniciativa sobre un Sistema Nacional de Cuidados, que se propone redistribuir el cuidado de niñas y niños entre el Estado, la Comunidad y el hogar. Finalmente, y como respuesta a la urgencia sobre la reactivación económica a la salida de la pandemia, se pondrá en primer lugar la participación laboral femenina. Así las cosas, se estima que la recuperación de derechos económicos, así como garantizar derechos sexuales y reproductivos, permitirá a la mujer chilena alcanzar una vida más plena. Y, por cierto, con el apoyo que recibirá del Sistema Nacional de Cuidados, la mujer tendrá mayor seguridad, mientras permanece en el trabajo, sobre la protección de sus hijos, lo que es especialmente importante en poblaciones donde abunda la delincuencia y el narcotráfico.

El segundo eje transversal se propone enfrentar la crisis climática y ecológica. Es un desafío no sólo de nuestro país sino de la humanidad. Chile es extremadamente vulnerable a los efectos de la crisis, tanto por sus consecuencias en la estabilidad del clima y la preservación de ecosistemas como por la dinámica que impone el modelo económico actual a la relación con la naturaleza. Hoy la pobreza y la desigualdad tienen cara de sequía, de contaminación y de devastación de ecosistemas que sostenían formas de vida que ya no son posibles.

El programa de Boric implica el compromiso de colocar en el centro de la gestión productiva los principios de transición ecológica justa, en conjunto con un nuevo rol del Estado que asegure avanzar rápidamente en la transformación energética, acelerando las metas en materia de descarbonización, con una nueva perspectiva en la gestión de aguas, orientada a la gestión racional y la recuperación de las cuencas hidrográficas. Este planteamiento permitirá dar tranquilidad, en primer lugar, a las zonas de sacrificio, como el caso de Quintero-Puchuncaví, que se ha convertido en una situación dramática. Esta zona es la más clara expresión que en el modelo económico actual los derechos de los empresarios son más importantes que los derechos de los niños. Y es claro que cuando la pasión empresarial por el lucro no es regulada debidamente destruye la naturaleza y condena a los más débiles a asumir los costos del crecimiento. Este tipo de crecimiento no le sirve al país.

Al mismo tiempo, una nueva perspectiva de gestión de las aguas es imprescindible para asegurar una mejor vida a vastos sectores de nuestra población, especialmente en el norte de nuestro país, que tiene que vivir para su abastecimiento con la lamentable experiencia cotidiana de los camiones aljibes. Avanzar en la protección ecológica y medioambiental garantizará mayor seguridad y estabilidad para vastos sectores sociales de nuestro país y reducirá sus crecientes protestas por demandas del término de las zonas de sacrificio y de las urgencias por la escasez de las aguas.

La descentralización es el tercer eje transversal de Boric. Asunto de preocupación política y ciudadana, porque el poder económico y político se ha concentrado irremediablemente en Santiago. La demanda por descentralización es de larga data y sólo recientemente se logró la elección de autoridades regionales, pero con la limitación de la instancia paralela de los delegados presidenciales. En consecuencia, Boric propone que recursos y competencias se distribuyan a lo largo y ancho de los distintos territorios del país. Y ello debe incluir, por cierto, la descentralización de los recursos fiscales.

Así las cosas, las regiones tendrán un papel vital en el establecimiento de prioridades productivas bajo un nuevo rol del Estado en el proceso de cambio productivo. Y para ello existirán necesarias convergencias con los ámbitos científicos, tecnológicos, educacionales y de la organización social. En este ámbito, el acercamiento entre el poder político local, las empresas productivas territoriales y las organizaciones ciudadanas permitirán un mayor acercamiento y convergencia, lo que facilitará una mayor estabilidad social y seguramente reducirá las tensiones y violencia en las regiones.

Finalmente, está el cuarto eje transversal, que es el trabajo decente. Este debe convertirse en un factor determinante de integración y cohesión social y como herramienta primaria de distribución de la riqueza. El trabajo decente debe fundamentarse en el pleno derecho a la libertad sindical, negociación colectiva, puestos productivos y salarios dignos.  El trabajo debe asegurar el desarrollo de una vida plena, laboral y también familiar. Por ello se propone la jornada laboral de 40 horas y un salario mínimo que permita a trabajadores y sus familias, salir de la pobreza.

El trabajo decente es la mejor garantía para reducir la pobreza y desigualdad de ingresos, mejoras en la salud, una educación de calidad y la igualdad de género. Ello permite, al mismo tiempo, avanzar en tranquilidad social y “es parte integral de un pacto social que nos incluya a todas y todos”.

En suma, estos ejes transversales en el Programa de Boric apuntan en tres direcciones. En primer lugar, son fundamento para la transformación del modelo económico-social de injusticias que el pueblo chileno sufre desde hace 40 años. En segundo lugar, responden a las demandas ciudadanas de la revuelta de octubre 2019. Y, en tercer lugar, esos cuatro ejes transversales, y las transformaciones que los acompañan, le asegurarán a nuestro país tiempos de paz, estabilidad social y tranquilidad, que ningún gobierno de derecha puede garantizar.