POEMA

 

 

 

 

 

 

 Al pisar la tierra

mis pies

registran los pasos

de quien fue mi maestro.

 

Una constelación sembrada en mi memoria

y  la entrada a un camino dorado

de figuras antiguas que vuelven

recorriendo el camino entre nosotros.

 

Encuentro con la profunda búsqueda

donde el anhelo dispara

una nave que despierta los milenios

para traer el mar

y plantarme ante aquel

cuyo rostro me dice el paraíso.

 

Aquel, cuyo mirar me interrumpe la vida 

y la lanza a regiones insondables.

 

Se trata de saltar

y sus manos se extienden

y las mías aprenden a dar.