Traductora moscovita y amante de los cómics e interesada por las mujeres presas, Anna Voronkova es una comunicadora de historias, de otras culturas, entre personas y grupos humanos. Es una voluntaria nata y una extraordinaria mujer que ayuda a otros para no traicionarse a sí misma, sin esperar nada a cambio.

La traductora moscovita Anna Voronkova es una comunicadora en el sentido más amplio de la palabra. Teje redes entre personas que necesitan ayuda y organizaciones que pueden darla. Le preocupan las personas -especialmente las mujeres- que están en las cárceles y se ocupa de ellas. Colabora como voluntaria con la ONG Turmaivolya.

«Traduzco noticias de DDHH en las cárceles de otros países, España, por ejemplo; hablo de las necesidades de los prisioneros en centros penitenciarios rusos, antes de la pandemia hacía talleres de cómics en los institutos para lo menores de edad. Cada año busco a expertos en las cárceles de otros países para las conferencias de una universidad en Moscú y hago de interprete», nos cuenta Anna.

Por otra parte, es una apasionada de los cómics como vías de expresión y de conocimiento de una cultura; cuenta historias de otros países, de pueblos cuya lengua está a punto de perderse y una de las formas elegidas para hacerlo son las historietas dibujadas. Sobre este proyecto y Fugrics, el libro que ha escrito con la dibujante finesa, Sanna Hukkanen, nos habla en Constructoras de Futuro. Por cierto, durante 10 años ha sido responsable del programa extranjero en el festival de Cómics de Moscú, KomMissia.

Y todo lo hace «por egoísmo, para poder dormir tranquila. Si no cuento una historia que me cuentan –nos dice-, si no ayudo a alguien que lo necesita me traiciono a mí misma, es como traicionar esas historias, a esas personas, al universo.