Por Karla Mijangos Fuentes

La serie “Feminismos que humanizan” es una secuencia de entrevistas, en las que personas aplicadas a diferentes vertientes de la construcción de una salud integral, cuentan cómo el feminismo cambió su mirada, su forma de actuar y de concebir las prácticas en salud. Esta serie pretende traer reflexiones sobre género, feminismos y salud además de ser un espacio de reflexión y empoderamiento. Puedes leer la nota anterior aquí

Nancy López es originaria de Toluca, Estado de México. Enfermera y Psicóloga, especialista en enfermería neurológica y maestra en educación. Nancy imparte de forma independiente clases y capacitación para profesionales de enfermería en temas de cardiología, neurología, urgencias, terapia intensiva. Cabe resaltar que Nancy trabaja como enfermera en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”, en donde ofrece cuidados integrales a pacientes en los servicios de terapia intensiva, urgencias y otros servicios; además, ella ha participado en procesos de docencia e investigación enfermera en dicho instituto.

Rehuno: Hola Nancy, ¿cómo apareció el feminismo en tu vida?

Nancy: Dentro de mí, siempre hubo una pequeña rebelde cuestionadora. Yo no sabía que ese inicio de cuestionar tenía que ver con algo de liberación de las mujeres; sabía que había algo de liberación, sabía que no todo me hacía sentido, ni me cuadraba, pero pues hasta ahí llegó. Ya como término y teoría, es algo muchísimo más reciente, y que fue maravilloso, porque precisamente toda una vida de inconformidades y de cuestionar mi lugar en el mundo, y que conforme me fui acercando, me fui dando cuenta que no era la única rebelde, sino que en verdad sí había algo mal, y que no tenía por qué ser naturalizado. Además, tuve un referente muy cercano, en su momento fue mi hermana, con la que empecé a conversar sobre esto; ella me compartió información, cultura, lecturas y demás, y pues a partir de ahí, yo pude hacer una construcción, más que de conceptos, una construcción de mi propio proceso.

Rehuno: Nancy, ¿experimentaste algún tipo de sufrimiento en cuanto te acercaste a los postulados feministas?

Nancy: Más que sufrir, yo creo que es una respuesta secundaria al aterrizaje, no al feminismo, sino a los cuestionamientos a los que te lleva, por ejemplo, las relaciones interpersonales y afectivas a la que estábamos nosotras habituadas, y en cierto modo, hasta forzadas a amar y a convivir. Ahí das cuenta que el autocuidado y parte de tu proceso es limitar esas relaciones y dejarlas atrás, porque al inicio podrán ser compañeros de trabajo, amigos y personas muy queridas como parejas o miembros de la familia, donde definitivamente no podemos seguir relacionándonos en estas dinámicas de opresión de un modo activo, porque por más que intentemos mantenernos pasivas, la pasividad al final se vuelve complicidad. Y esa parte si duele mucho.

Entonces, son mini-duelos o grandes duelos, porque cada pérdida tiene diferentes significados y atribuciones a la narrativa que contenga esa relación y los lazos que nos unan. Yo creo que esa parte si es dolorosa. Yo no tomaría al feminismo como mi curso de autoestima, pero, por supuesto, que genera una influencia sobre el modo en que nos percibimos, nos construimos y nos empezamos a amar en medio de un mundo que une todo para odiarnos, para recriminarnos, para hacernos sentir culpables por cosas que no existen. Al final, la pérdida genera un sufrimiento, pero se va compensado con otras ganancias.

Rehuno: A partir de esto que dices, ¿crees que la imagen y la construcción de la enfermería puede ser explicada a través del feminismo?

Nancy: No sólo en el modo, sino en todo lo que se construyó a partir del mundo occidental. Es decir, las profesiones y los espacios laborales son un reflejo de lo que pasa en los espacios macro de la sociedad. Y en una profesión en que casi el 90% somos mujeres, precede una educación de origen religioso; ya luego se dieron cuenta que eso no bastaba, y que habría que recibir cierta instrucción, la cual adoptó y controló por muchísimas décadas, el paternalismo médico, dejando una huella que aún nos trasciende y nos persigue, y yo creo, que ha sido de lo más complicado de liberarnos.

Entonces, en nuestra sociedad que por un lado tenemos a la medicina como el padre y rector; y en contraparte, la enfermería que deposita lo sentimental, lo que según no requiere estudiarse tanto, además de todas estas atribuciones sobre la herencia de nuestro origen como la negación, el desinterés, la obediencia. Entonces todo eso nos sigue exigiendo códigos de comportamiento, de limitación para la ocupación de los espacios académicos y laborales, y por supuesto, los puestos de poder.

En cierto modo, las enfermeras abrazamos esta tradición porque nos gusta, nos complace ser un regalo del día de reyes, nos complace ser vistas por la sociedad y por los pacientes como ángeles sin alas, las damas de la bondad. Y no es que eso sea malo o ridículo, pero el mantenimiento de esa imagen tiene que ver con el desarrollo y crecimiento de la profesión. Por último, en nuestras áreas que ocupamos para el desenvolvimiento laboral, parece ser que no importa cuánto nos preparemos, estudiemos o le echemos ganas. Nuestro lugar en ese espacio sí está por debajo, rígido y estrictamente jerarquizado, y siempre colocado en posiciones de verticalidad.

Rehuno: ¿Cómo es que el feminismo ha cambiado tu práctica profesional?

Nancy: Yo creo que esa es de las partes que más he disfrutado, porque te empiezan a indignar las cosas que antes ni siquiera hubieras notado, y que tal vez, hubiera sido reproductora sistematizada de los mismos mecanismos de violencia y opresión, pero dar cuenta de la existencia de estos mecanismos, es la primera parte para erradicarlos.

Es cierto que, a veces es picar contra piedra, pelear contra uno mismo y detenernos a pensar. Así, cuando los compañeros y los pacientes te empiezan a identificar como feminista, te exigen un código de comportamiento desde el desconocimiento del feminismo, por ejemplo, me he encontrado frases como “se queja de la jefe, pero pues la jefe es mujer”. Sí, ella es una mujer que está ejerciendo violencia y no tienen nada que ver con que sea mujer. El análisis no va directo sobre la acción de la persona, sino sobre las circunstancias que originan el actuar de las personas en su relación y afecto con los demás.

También empecé a disfrutar, el atender a mis pacientes mujeres, porque en mi formación profesional, yo tenía esos prejuicios instaurados, que atender mujeres era más difícil y que los hombres eran mejores pacientes, y no es cierto. Asimismo, en el espacio en el que yo trabajo, esto me ha permitido tener un acercamiento con mis compañeras, que de otra forma no hubiera tenido, porque ahí está el otro horrible paradigma que nos atraviesa “mujeres juntas, ni difuntas” o “la peor enemiga de una enfermera es otra enfermera”. Es verdad que hay una hostilidad en la que nos tratamos, pero esa hostilidad es aprendida, no es una situación natural, ni necesaria, ni tiene que ver con nuestros ciclos hormonales, es sencillamente una situación aprendida. Y como todo lo aprendido, se puede desaprender.

Rehuno: Finalmente Nancy, ¿consideras una prioridad incluir este contenido de teorías feministas en los programas de formación de enfermería?

Nancy: Creo que, hay que iniciar por el desarrollo del pensamiento político general del estudiante universitario de cualquier carrera. Y hablar de política, va de la mano con el desarrollo del pensamiento crítico. Ya posteriormente, cuando sepamos ubicar cuáles son nuestras problemáticas, empezar a ver las múltiples opciones para trabajar sobre las mismas; pero si no empezamos a comprender, cuáles son nuestras problemáticas desde las ciencias sociales y sus ramas, corremos el riesgo de que se vuelva una teoría más que te tienes que aprender para pasar el examen, y eso sería el peor de los resultados.

Entonces, tendrían que darse todos los elementos para que se pueda dar un diálogo verdadero. En general yo creo que eso sería parte de lo que necesitaríamos y siempre partiría desde el pensamiento político, porque para empezar a politizar, tenemos que conocer los principios más básicos. La política es una ciencia y disciplina bien bonita que implica servir al pueblo, implica tener un pensamiento colectivo y renunciar un poquito a lo que somos nosotros, y así empezar a empatizar con todas esas otredades, que al mismo tiempo somos tan diferentes, pero que tenemos muchas cosas en común.

Rehuno: Muchas gracias Nancy