por Lautaro Rivara desde todoslospuentes.com

Hace algunos días una excelente entrevista realizada por la Revista Crisis al ex SIDE y ex DEA Julio César Pose, me ayudaba a comprender algo de la psicología y la lógica de este opaco mundo compuesto por espías, operadores de prensa, servicios de inteligencia, traficantes de influencias e infiltrados extranjeros. Frente a la pregunta instintiva “¿para quién trabaja?” o “¿quién hizo el encargo?” con la que a veces pretendemos reducir toda la complejidad y agencia de estos personajes, a veces la pregunta más pertinente resulta ser “¿cómo y por qué operan?”. El poder, el dinero y el mucho más inasible prestigio que da la información (recogerla, atesorarla, retacearla, filtrarla) parecen ser a veces tanto o más determinantes que el mostrador en donde se requieren los servicios de estos sujetos, doblemente peligrosos si combinan con estas artes, como es el caso de “El Perro”, el dominio de una indudable capacidad periodística. Debemos reconocer -de ahí su soltura para quemar a un Ministro “amigo” en menos de lo que tarda en arder un fósforo- que la moralidad de Verbistky es inversamente proporcional a su experticia. A veces, como en el caso de Pose, los postores de estos “servicios” pueden ser diversos, móviles y hasta contradictorios y, en ocasiones, estos pueden llegar a operar de forma autónoma durante largos períodos: de ahí la apariencia errática e indescifrable de sus operaciones. Lo antedicho vale también para jugadores de otros campos políticos, en donde florecen más profusamente, como podría ser el caso de Jorge Lanata o Lilita Carrió, célebres lanzadores de carpetazos.

Es claro que ser un “servicio” no implica siempre estar necesariamente al “servicio” de algún capital o embajada puntual -aunque no lo excluye-, como es claro que este comentario “descuidado” de Verbitsky en plena odisea vacunatoria pone el dedo en la llaga de un escándalo que resulta escandaloso precisamente por su inocultable veracidad, dándole de comer a las fieras que desde los “bolsos de López” que no encontraban un hueso tan barato y rendidor. Quienes pasaron de anti-cuarentena a anti-vacunas, de anti-vacunas a anti-rusos, y de ahí a exigentes fiscales de los plazos de vacunación, van a hacer mucho daño con esto, pero no solo a un frente electoral y a un gobierno, sino a las prioridades sanitarias que nos deberían ser comunes. Esto, en el marco de una pandemia que no terminó, que al contrario recrudece, y que aunque nos encuentra teóricamente “en el mismo barco” deja en claro que unos cuantos vivos -en Argentina, en Colombia o en Perú- ya se subieron a los botes.

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