Los recientes mediáticos, populistas, y/o calamitosos acontecimientos en Francia no son otra cosa que la punta del iceberg de una complejidad más geopolítica que de demografía interna, como se pretende agitar. La primera dimensión se refiere a un pulso exterior articulado desde la salida del Reino Unido de la Unión Europea, el Brexit, luego el espantoso ascenso turco en el Mediterráneo y su emancipación regional como resurrección rencorosa más que una potencia emergente. Es decir, nada que ver con lo que pretende aparecer como un conflicto demográfico integrista contra los supuestos valores de la república francesa. Supuestos, digo, dado que el polémico lema de agitación, el laicismo, ni siquiera forma parte de las divisas republicanas estampadas constitucionalmente en el párrafo cuarto del art. 2 de la Constitución de 1958, aunque sí forma parte de la definición precedente en el art. 1 «La France est une République indivisible, laïque, démocratique et sociale». Lo que asegura, sin embargo, la igualdad por razón de raza, sexo, o religión, y eso sí, la fraternidad. Este artículo intentará descifrar los motivos espurios de un conflicto geopolítico por la hegemonía promovido principalmente por Arabia Saudita y Francia.

por Samer AlNasir

Lejos de adentrarnos en la historia, las guerras napoleónicas y las contiendas por la hegemonía en Europa pasando por el desastre de la Segunda Guerra Mundial cuyo propulsor principal no fue otro que la contienda franco – alemana; la salida hoy del Reino Unido de la Unión Europea se traduce en mucho más repercusiones geopolíticas para Francia que para cualquier otro Estado miembro, por mucho que no lo parezca.

La Unión Europea, fiel ocupante del vagón de la alianza occidental durante la guerra fría, su aglutinamiento se mantuvo en dos ejes geopolíticos, y un tractor económico industrial (Alnasir, 2020). Los primeros dos son Francia y el Reino Unido, que además por su representatividad en el Consejo de Seguridad de la ONU, en ellos se delegaba la potencia nuclear europea. Aunque Francia siempre se mantuvo más celosa por su capacidad militar operativa, haciéndose valer por su especial estatus en la OTAN, dada su posición estratégica postcolonial en África y sus esparcidas colonias en el globo, desde las tierras australes hasta el caribe. La república de los hombres libres es la única del siglo XXI que mantiene colonias en tierras lejanas del viejo continente. Sin embargo, y a pesar de esa avaricia hegemónica, Alemania comprendió tras el desastre de la segunda guerra que la edad de la hegemonía operativo–militar se había acabado, por lo que su carrera se centró por la prosperidad económica–industrial, abandonando la carrera militar a los actores del viejo concepto, por lo que a pesar del potencial político–militar internacional del eje franco–británico, Alemania mantuvo siempre el poder de la última palabra europea. Quien paga manda, y quien actúa no es otro que un sicario mandado.

Además el trasfondo del talento industrial alemán es potencialmente dominante. Por mucho que domine la industria francesa los mercados europeos de consumo, la maquinaria pesada de esa industria es alemana, y por mucho que Airbus sea franco–alemana, o hispano-francesa, su estructura tecnológica,  de fondo es alemana, sin más.

Sin embargo el Brexit ahora no significa solo el reordenamiento institucional de la Unión, ni es una simple salida de un Estado miembro. Como lo podría ser, Polonia, Grecia o hasta España. El Brexit significa el monopolio francés de la capacidad nuclear en la Unión Europea, además de lo que se podría traducir en el monopolio del sicario en el campo de acción. Francia de pronto se emancipa como hegemonía regional incontestable, lo que pone en grave peligro el orden de estabilidad por el que la UE se ha forjado.

Por otro lado, la emergencia turca de su confinamiento del fundo del Mediterráneo se postula como nuevo jinete en el momento menos esperado. Desde su desmantelamiento por el tratado de Lausana (1923), las potencias occidentales la habían mantenido en servidumbre, y paso franco para la marina de la URSS hacia el Mediterráneo, a pesar de su táctica membresía en la OTAN. Ahora, a consecuencia de la invasión de Iraq, Turquía emerge reclamando su compensación por su posición y aporte a las potencias occidentales, desde el desmantelamiento de la URSS, hasta los derechos de paso por el Bósforo, el cuello de botella del mediterráneo hacía Rusia, embargados por el tratado de Lausana a favor de occidente.

Pero el problema turco no termina ahí. La clavija del Bósforo es vitalmente incuestionable para Rusia, ya que sin ella Rusia se impregnará en el interior del mar negro, sin tener ningún otro acceso que el del mar del Norte. Es decir, dejando sin efecto toda su flota mediterránea, y liberando a la OTAN de su presión en todo ese entorno fortalecido por sus dos principales fortificaciones en Sebastepol (mar Negro) y Ladkia (Siria), y ahora su nueva proyección en Sudán.

La jerga no parece ser tan fácil así. Por un lado, Turquía, en apoyo de Rusia, está proyectando la excavación de otro canal alternativo al Bósforo sobre el que tendría plena soberanía, además de poner en jaque el cuello de botella bosfórico. Es decir, supone una alternativa tanto para Rusia, como para la propia Turquía dejando sin efecto las obligaciones del Tratado de Lausana y abriendo el paso del enfrentamiento con Occidente, fortaleciendo, en todo caso el papel de Turquía en la nueva rivalidad euro–asiática. Por lo tanto, Turquía no se enfrentaría a Occidente ni sola ni por sí, sino su venganza vendría de la mano rusa, una rencorosa venganza trabada desde el genocidio griego de los musulmanes en 1821, y el posterior tratado de París por la guerra de Crimea. Aún por cobrar, los turcos nunca se olvidan de su humillación. Eso sin hablar del reajuste costero acordado con Libia por el que significativamente Turquía gana soberanía marítima que amenaza toda la maniobrabilidad del Mediterráneo, poniendo en jaque los intereses franceses.

Por su parte, Francia, como nunca, es el mejor agitador mediático europeo con sus demagógicos e imperialistas valores republicanos. Desde el ascenso de Macron al poder, lleva intencionadamente buscando y rebuscando cualquier motivo para irritar a Turquía, acompañado con una campaña mediática, sin precedentes, endemoniando a Turquía (Coudurier, 2020). En 2019, la consagración de la memoria armenia, sí, pero no el genocidio griego de los turcos, ni siquiera reconocer las profundidades del problema armenio. Es decir, no por amor a los armenios, sino para irritar a los turcos. Eso sin hablar de la mediática campaña francesa contra Turquía, su diáspora en Francia convirtiéndola en asunto de Estado, ya que realmente, y en el fondo lo es y mucho más, es un problema geopolítico francés, por lo que intenta enganchar el apoyo europeo.

Se postula como un Estado laico. Sin embargo, Francia fue el primero que criticó enérgicamente y por todos sus medios, la modificación del estatus administrativo del Aya Sofía, que en el fondo no es otro que un asunto interno turco. Nadie le cuestiona a España lo que hace con Granada, ni con la decisión de retirar el busto de Abderramán III de Cadrete (Zaragoza), sin embargo a Turquía sí, y con fuerza. Parece ser a la inversa lo que Soler afirmó (Soler i Lecha, 2020). No es Turquía quien se está situando en la línea del fuego con la UE, sino, es Francia quien está empujando al conjunto de la UE hacía la línea de fuego contra Turquía, probando sus límites. ¿Nadie explicaría pues cómo se postuló la beligerante conducta del Charlie Hebdo, que tanto en España como en muchos otros países consistiría en un delito flagrante en muchos términos, para que se convierta en asunto de Estado en Francia, y un postulado geopolítico transfronterizo? ¡Está claro que existen muchos más motivos espurios de ese pulso!

La pasión 2023

Si Francia es un histórico irritante, Turquía también aprendió a hacerlo y jugar con el fuego Francés. Los turcos ostentan ahora el llamado sueños 2023 que se refiere primordialmente a reclamar sus posesiones extirpadas y más concretamente en el Levante, es decir Siria e Iraq. Precisamente con ese último, y desde el desmantelamiento del Estado Iraquí por la invasión estadounidense en 2003, Turquía se introdujo materialmente en varias aldeas fronterizas imponiendo su soberanía. De facto, sin ningún alegato jurídico ni declaración formal, dada la plena ausencia de toda autoridad que materialice una protesta en Iraq, jugando además con el acorralamiento kurdo, e instrumentalizando la causa a su favor.

Turquía jugó el papel transcendental en la formación del Estado Islámico en Iraq y Siria (DAESH), de quien no sólo fue su propulsor, sino también, y sin duda, el principal beneficiario y a todos los efectos. De hecho, Turquía fue el único Estado que alojó casi formalmente una delegación diplomática del ISIS en su territorio (Speckhard & Shajkovci, 2019), eso sin hablar de ser su primer comprador, en el mercado negro, de hidrocarburos y a bajo coste. Del que se sirvió para su revolución industrial, además de ser su primordial paso hacia el resto del mundo.

Pero además, bajo el mismo pretexto de luchar contra ello, y la obligación a defender a la población civil, Turquía incursionó en el norte de Siria e Iraq, asentándose en varias aldeas del norte de Siria desde 2014, hasta ocupar la capital de la provincia de Idleb desde 2018, quedando apenas a unos 40 kilómetros de Alepo, la capital económica del norte de Siria: el principal reclamo de soberanía turca. Los Turcos se establecieron con plenas instituciones de soberanía administrativa y educativa, incluso oficinas postales, llegando hasta incluir a las ciudades extirpadas en sus mapas meteorológicos nacionales, es decir, ejerciendo plena soberanía de facto.

Eso sí, el sur de Turquía se ha convertido en el espacio franco para los excombatientes del Estado Islámico, que apenas retornados, no solamente se establecieron en Turquía, sino fueron recompensados con la nacionalidad turca, asentándose como plenos ciudadanos turcos, o re-derivando algunos a nuevos conflictos, como el de Libia y el de Kazajistán, financiados a cargo de la propia Turquía (200$/mes de sueldo en situ y otros iguales para la familia). Es decir, si Francia, como ya se dijo anteriormente, es el sicario europeo con sus tropas invasoras de los pueblos a la luz del día, Turquía se ha convertido en una incubadora de sicarios y milicianos desplegados en los conflictos internacionales bajo la sombra.

El movimiento de fichas turco es más multilateral que bilateral, además de varios otros con fines espurios. El primer lema proyectado como pasión turca 2023 postula la prescripción del Tratado de Lausana a los cien años de su imposición. Tal argumento nace de un similar caso de la disputa del Tratado de Paz de la Guerra del Pacífico (1904) por el que Bolivia perdió cierto territorio a favor de Chile, donde Bolivia en 2004 instó la renegociación de la situación terminando el caso entonces con una resolución de la Corte Internacional de Justicia en 2018 (Bolivia v. Chile, 2018).

En dicho antecedente la corte determinó que Chile no estaba obligado a negociar, aunque no se aludió precisamente si el tratado habría adquirido prescripción, pero tácitamente no estar obligado significaba que el Tratado se mantenía plenamente vigente. Sin embargo en el caso turco, desde la emergencia del partido de Justicia y Desarrollo (Adalet ve Kalkınma Partisi) se proclamó este lema, y se mantuvo como eslogan de su proyecto político denominado Turquía 2023. En ello principalmente Turquía alega el fin de las obligaciones de administración internacional del Bósforo, aunque al mismo tiempo está proyectando el nuevo emplazamiento de un canal alternativo, que además, si no logra realmente hacerse con el control del Bósforo, lo dejará sin utilidad, desalojando su zona y dejándolo sin vida. El gobierno turco cerró el aeropuerto internacional de Atatürk, que estaba en las proximidades del Bósforo, y lo mudó a otro, el Internacional de Istambul, más próximo al nuevo canal, para vitalizar el nuevo mapa urbanístico. Es decir, por activa o pasiva, el nuevo canal es el que será más efectivo, y con plena soberanía y gestión nacional turca.

Fuente: (Farooq, 2018), modificado por Alnasir, 2020

Sus incursiones militares en el norte de Iraq y Siria, se suman al levantamiento de la presa de Ilisu por la que se dejaron en sin efecto todos los acuerdos de caudales con Iraq y Siria guardando simplemente el silencio ante sus protestas. Desoyó la de Siria alegando que es un régimen dictatorial y usurpador del poder, y con Iraq comprando políticos del sur, y manejando a los kurdos, cuya única salida al mundo es vía Turquía, generando así una situación de facto que les otorgue derecho a la plenitud del agua de los ríos vitales e históricos de Iraq y Siria.

La Mesopotamia ya no está donde estaba, se traslada a Turquía, también. Este hecho no es banal, ni siquiera vital en términos hidráulicos turcos, pues a Turquía le sobra el agua, y precisamente la retiene para luego verter gran parte de ella al mar, pero reducir el caudal significa reducir la potencia agraria de estos países, y por tanto generar necesidades de consumo de lo que Turquía provee.

Este fue uno de los principales argumentos de los iraquíes y sirios para boicotear los productos turcos cosechados a costa de su sequía. Ese puede argumentarse como uno de los motivos del poco seguimiento del boicot de los productos franceses en esos países cuyos ciudadanos ya están enredados en varios otros boicots. De los productos turcos por ese motivo, y de los iraníes por otros étnicos e ideológicos. Los consumidores ya no tienen remedios ni alternativas, ¿a qué ponderar a la servidumbre inmediata y la expropiación de sus recursos vitales por Turquía e Irán, o a Francia que les endemonia y se burla de sus patronos ideológicos?

La instrumentalización francesa de la causa turca tiene mucha más transcendencia que lo que se pretende demostrar con la artillería mediática francesa. Francia pretende, por un lado sublevarse a la Unión Europea y presentarse como única potencia militar líder del potencial corporativo europeo, instrumentalizando los valores europeos a su favor, y agitando los principios republicanos como argumentos para cerrar filas e inducir a Alemania para conseguir la imposición de sanciones contra Turquía (Schnee, 2020), cuyo motor último no se refieren ni a problemas demográficos internos, ni a Samuel Paty, ni a los Loups gris, ni siquiera el Aya Sofia. Por un lado arma su artillería mediática defendiendo al laicismo, y por otro, defienden la cristiandad del Aya Sofia, cuando este ni siquiera es un monumento católico, sino ortodoxo, y los propios rusos, ortodoxos, declararon que es un asunto interno de Turquía, sin embargo la república laica lo postula para llenar sus campañas mediáticas.

El Islam Político

Suma a todo lo anterior el nuevo postulado llamado Islam Político. Es un término ficticio nacido de las tribunas desde mediados del siglo XX. Literariamente se debe a Abdel Raziq quien se opuso al postulado religioso en los asuntos del Estado en un momento crucial para el pensamiento árabe oriental durante el periodo de entre guerras, por el desmantelamiento del impero otomano, y la emergencia de nuevas identidades nacionales árabes (Abdel Raziq, 1947). Su postulado se refiere a ostentar el poder político guiado por la ética religiosa, o en extremis, entender al mando del poder político como mando representativo de la divina providencia, como continuidad, o sustituto de la autoridad imperial otomana, o los ancestrales gobiernos islamíticos. Fue el postulado principal por el movimiento de los hermanos musulmanes (ạlạ̉kẖwạn ạlmslmyn), nacidos en Egipto en 1928, y estampada en el artículo segundo de su estatuto que «se constituye como organización islámica unificadora, propuesta para imponer la fe de Dios en la tierra, y alcanzar los propósitos del Islam … ».

Ese postulado se saltó a las tribunas y discursos mediáticos en la última década, removido por los vientos del otoño árabe que impulsó populistamente estos movimientos al poder en Egipto, Túnez y Marruecos, alertando por ello Arabia Saudí, ya que esta monopoliza el postulado religioso para mantener su hegemonía sobre el mundo arabo–islámico. Es decir, un concurso de intereses subjetivos, paradójicos y espurios con agitación populista todos ellos. Así, desde entonces, y por el potencial mediático financiado por Arabia Saudí, y su principal testaferro, los Emiratos Árabes se movilizaron para el desmantelamiento del gobierno egipcio por el golpe de estado en 2013, iniciando desde entonces la campaña mediática de demonización del llamado Islam Político.

Pero por esa misma contienda por la hegemonía Saudí, Turquía, emergente desde las últimas décadas, postuló el mismo argumento, saliendo en defensa de la legitimidad del poder democrático en Egipto, contra el golpe de Estado instigado por Arabia Saudita, produciéndose entonces el choque de potencias. Cuando Arabia Saudí decretó la excomunión de los Hermanos Musulmanes, y por consiguiente se ordenó la prohibición de su literatura y el secuestro de sus obras, Turquía inició una campaña de traducción de sus obras al turco, y masiva edición y distribución gratuita en todas sus mezquitas, y filiales en el mundo, incluso con distribución digital. A su vez, la maquinaria mediática del eje saudí–emiratí, que domina casi la totalidad de los medios árabes, y con gran incidencia occidental inició la campaña acuñando el estereotipo islam político. Que realmente con ello se refiere a Turquía.

No en vano, las declaraciones de Macron sobre el llamado separatismo religioso se tradujeron al árabe por los medios saudí–emiratíes como contra al islam político, y que la república, y toda Europa están apoyando a Arabia Saudí contra el Islam político, es decir, Turquía. O sea, que el reino saudita que dice postular la religión como canon institucional, paradójicamente lucha contra la laica Turquía alegando luchar contra el islam político, ¿Cuántos intereses espurios acarrean esas contiendas?

Pero ahora parece que la contienda no termina, sino, el caballo de Troya saudí ha logrado introducirse en Europa, para hacer que ahora Austria promueva criminalizar al islam político, es decir, reclutar a las fuerzas políticas europeas a la fila saudí contra Turquía. Algunos dicen ser laicos, otros se instrumentan la religión como origen del poder, pero ahora todos ellos en fila contra otros que dicen ser laicos, un laberinto oscuro.

Pero todos ellos por la hegemonía, los Franceses por la hegemonía de Europa, los Saudíes por la del mundo árabe, y los turcos por su venganza ni más ni menos. Lo que está claro, es que todas las dinámicas euro-mediterráneas no huelen a otra cosa que al próximo conflicto para abatir a Turquía, y en el que Francia pretende primero forjar el apoyo social mediante su linchamiento mediático, además de cerrar las filas europeas, bajo el pretexto de la solidaridad colectiva, y de conseguir finalmente abatir a ese rival, se consolidaría plenamente su liderazgo estratégico en la nueva Europa post-brexit.

Bibliografía:

Coudurier, H. (2020, September 30). Faut-il diaboliser la Turquie ? Le Telegrammehttps://www.letelegramme.fr/debats/debat-faut-il-diaboliser-la-turquie-30-09-2020-12628817.php

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Speckhard, A., & Shajkovci, A. (2019, March 18). The ISIS Ambassador to Turkey. Homeland Secuity Todayhttps://www.hstoday.us/subject-matter-areas/counterterrorism/the-isis-ambassador-to-turkey/

Soler i Lecha, E. (2020, October 15). ¿Cómo debe reorientar la UE su política hacia Turquía? Política Exteriorhttps://www.politicaexterior.com/agenda-exterior-turquia-ue/

Farooq, U. (2018, March 28). Will Istanbul’s Massive New Canal Be an Environmental Disaster? [NGO]. National Geographichttps://www.nationalgeographic.com/news/2018/03/istanbul-canal-project-bosporus-environmental-impacts/

Alnasir, S. (2020, May 14). Oriente Medio, el talón de Aquiles de la Comunidad de inteligencia. Pressanzahttps://www.pressenza.com/es/2020/05/oriente-medio-el-talon-de-aquiles-de-la-comunidad-de-inteligencia/

Abdel Raziq, A. (1947). ạlạ̹jmạʿ fy ạlsẖryʿẗ ạlạ̹slạmyẗ [الإجماع في الشريعة الإسلامية]. dạr ạlfkr ạlʿrby [دار الفكر العربي].

 

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