por Samer ALNASIR @SamerAlnasir

Introducción

Es una afirmación clásica que Oriente Medio es el talón de Aquiles del mundo. Pero lo que no es clásico es que después de tanta atención, celo y vigilancia a esta zona, de pronto aparecen nuevos jinetes que no solo concurran con las influencias occidentales, sino incluso hacen uso de nuevos instrumentos, menos clásicos de los manejados hasta ahora. Con ello me refiero a China.

Para entender las dimensiones de un conflicto que apenas percibimos su punta de iceberg, intentaremos analizar a continuación, punto a punto sus ejes problemáticos, y el concurso de confluencias propulsores de cada contrincante.

China

A pesar de que China solo quería vender ordenadores, como aseguraba Zheng Bijian, emergía como gran competidora, no solo en el mercado por el que el liberalismo aseguraba postularse, su enorme emergencia le propulsó rápidamente a la cúspide, y ya también compite por la hegemonía de la economía, cosa que al liberalismo no conviene. Es liberalismo para imponerse como productor, pero no para admitir a otros que parasiten su ideología liberal y compitan con él subiendo por la misma escalera. Parece que de pronto el entusiasmo chino excedió en su auge, de un manufacturo secundario a competir en industrias pesadas, hasta la aeronáutica e incluso ahora la aeroespacial.

Siendo productora de petróleo, el consumo chino ha evolucionado con su crecimiento, en una década se duplicó. En 2007 su consumo ascendía a 7784 millones de barriles diarios, en 2018 pasó a ser 13,524 millones barriles diarios, eso sí, manteniendo su capacidad productiva local en unos 3,8 millones de barriles diarios. Es decir, pasó a necesitar unos 9,3 millones de barriles diarios. Casi el triple que su producción doméstica, eso sin olvidar su expansión en renovables. Es decir, aun teniendo variable mix energético, su dependencia externa se agudiza cada día más.

Ese feroz auge chino ya estaba advertido por Napoleón Bonaparte, que fue su visionario occidental. Durante su encuentro con el Lord MCartney, embajador de Jorge III de Inglaterra en China, Napoleón le preguntó por los intereses franceses en Asia, el Lord MCartney quien había quedado estupefacto por la respuesta del emperador chino Quianlong que le dijo abruptamente: «los chinos no tenemos la más mínima necesidad de las manufacturas británicas», entonces Napoleón le advirtió al embajador de que «China es un gigante dormido, déjenlo dormir, porque el día que despierte hará estremecer al Mundo» (De Espinosa, Europa después de Europa, 2010, p. 44). Estas palabras fueron reconducidas por el presidente chino  Xi Jinping en 2014 afirmando que el despertar chino será como el de un león pacifico, amigable y civilizado. Parece que hasta en eso, lo chino también es diferente, el feroz león que conocimos, es pacífico, amigable y civilizado.

La llaga americana en Oriente Medio

El problema está en el levantamiento de llagas americanas. Su inversión en Oriente Medio nada tuvo que comparar con la hipoteca europea. El Plan Marshall, por el que Estados Unidos rescató el viejo continente de la gran guerra apenas le costó 12 mil millones de dólares americanos de los de entonces, suma equivalente a unos 100 mil millones de los actuales, que se tradujo en incalculable repercusión mundial, y significativamente para EEUU. Creó una economía global que sirvió de tractor político y de dique contra el atosigo de las guerras mundiales, condujo las confluencias militares de la URSS a su propio beneficio, para terminar impulsando la alianza del Atlántico Norte, y mantuvo así a la Europa en el vagón occidental del eje liberal frente a la alianza de Varsovia. Y finalmente, aunque personalmente no comparto esta perspectiva, fue promotor de la unidad de Europa, y el germen de la futura Unión Europea, (Rostow, 1997). Más bien, considero que sirvió de pasaje europeo en vagón americano, sin importar el asiento que ocupaban, capitaneados obedientemente y siempre por EE.UU.

Todo aquel enorme beneficio nada tiene que comprar con la otra mega inversión americana, la del Siglo XXI. El coste generado por su aventura militar directa en Iraq y Afganistán entre 2001 y 2018 descendió a 590 mil millones de dólares (Crawford, 2018). Es decir, 49 veces que el coste del Marshall. Sin embargo, ni de Afganistán, ni de Iraq se le están poniendo nada fácil a los americanos.

Se fueron a por los Talibanes afganos en 2001, y acabaron pactando con ellos mismos en 2019, exhaustos de no poder ni erradicarlos, ni establecer otro gobierno más afín sus intereses. En Iraq, la situación parece peor que nunca. Toda la inversión americana no sirvió a otra cosa que fortalecer a Irán y Turquía. Los únicos dos cosechadores de la inversión americana, que además agudizó la pésima imagen americana en el resto del mundo árabe e islámico. Del fortalecimiento turco – iraní se debilitaron el resto de los países árabes, quedando acorralados por los nuevos jinetes. Turquía y con sus rencores coloniales otomano – imperialistas, e Irán con su sangrienta expansión ideológica y como no, fortalecidos por la desorbitada inversión del Marshall árabe.

La intervención americana, propulsada principalmente por su comunidad de inteligencia le salió olímpicamente mal. Iraq no solo salió desertado de las filas americanas, sino colonizado por Irán, quien terminó reforzada notoriamente por la intervención. Toda sanción americana a Irán ya ni sentido, ni eficacia tiene. Iraq está siendo la carátula comercial iraní, además de ser un gran mercado para su industria. Lo que Irán necesite importar, estando sujeto a la restricción americana, lo hace vía Iraq, y lo que necesita exportar, también lo etiqueta en nombre de Iraq, y así sale al mundo. El pseudoestado iraquí acabó siendo la fiel tapadera iraní para el mundo.

Pero parece que la íntima alianza irano – iraquí ahora ha ido más allá del colonialismo ideológico. Iraq ahora se postula a competir con EEUU, no solo en sus intereses en el área, sino en otras áreas y ámbitos. En agosto 2019 el gobierno Iraquí selló un acuerdo de inversión y modernización de la industria petrolera iraquí con China. Un acuerdo con carácter vitalicio que dará a China acceso a los recursos que necesitan. Es decir, de modernizar la capacidad productiva iraquí, en 2023 alcanzaría unos nueve millones de barriles diarios, exactamente lo que necesita China para asegurar su eventual independencia energética. Pero además China se lo compraría a Iraq en Yuan chino, se lo ingresará en cuenta corriente abierta en China, y será destinado a inversiones en infraestructuras en Iraq a través de empresas chinas. Es decir, el negocio redondo para China, y el más perjudicial en todos los términos para EE.UU, que perdería además sus ventas de petróleo, ya que es proveedor del 20% del petróleo que necesita China.

En 2017 el saldo de operaciones petroleras americanas hacía China ascendió a 3810 millones de dólares, que ahora perdería por esa alianza iraquí – china. Además de la supervisión de la divisa, ya que la totalidad de las operaciones se harán en yuanes que se ingresan en bancos chinos, y se lo llevarán empresas chinas. ¿Qué más perjuicio pudiera esperar EE.UU. después de su mega operación bélica?

Suma a todo ello la considerable cercanía geográfica de Iraq con China, su envoltura con Irán, los recursos que también ésta representa, y la enorme factibilidad de implementar un gaseoducto directo a China, y que evitaría así la vía marítima, esquivando el paso crítico del estrecho de Malaca, el talón de Aquiles chino que tanto EE.UU. está pisando. Suficientes razones para levantar todas las ampollas americanas, además de poner en evidencia, una vez más lo inerte que es el paradigma de su inteligencia.

El nuevo paradigma americano

EEUU desde finales del 2015 comenzó a desmantelar su escudo de misiles en suelo turco. Primero porque Turquía dejó de tener la utilidad estratégica frente a Rusia. No porque Rusia dejó de ser una amenaza, sino porque se expandió la OTAN y la EU por la entrada de las repúblicas eslavas desde 2004, quienes guardan mucho más rencor hacia Rusia que Turquía, siendo mejores agentes a quien manipular. Además porque EEUU ya tiene bases propias en Iraq, por lo que ya le sobran las bases compartidas de la OTAN en Turquía.

Este hecho fue un razonable propulsor para que Turquía se acercará a Rusia de quien adquirió sus S400. No se trata de un cambio de paradigma, sino un radical golpe de paradigma, un miembro quien en su día fue el más crítico de la OTAN frente a la URSS de pronto se le desmontan su escudo aéreo, y se deja a su suerte, para que termina adquiriendo un escudo de la propia Rusia, ¿pero entonces para usarlos contra quién?

Un cambio de caras, pero también de reglas de juego. Durante las últimas dos décadas, Arabia Saudí se postuló para ser el mejor cliente de la industria del armamento. Pasó de adquirir por 391 millones de dólares en 2008 a 3760 millones en 2019. pero a pesar de ello, y además de tener presentes cinco bases militares americanas, con el escudo antiaéreo «patriot» instalado, un dron iraní consiguió penetrar en su territorio, llevando a cabo un inaudito ataque a sus instalaciones petroleras, las más inmensas del mundo, en septiembre del 2019, consiguiendo además huir sin haber sido interceptado.

Por su parte Irán, el camuflado internacionalmente por Iraq, sus importaciones militares demuestran claramente ese tapadera. Entre 1998 y 2003, año de la invasión de Iraq sus importaciones armamentísticas oscilaban entre 381 y 282 millones de dólares, pero desde entonces decaen drásticamente. En 2004 decaen al 50%, y en 2005 se recortan otra vez al 50%, sumando apenas 57 millones, ya que se abastecía de su proxy, Iraq, quien importaba las armas, pasándolas a mano iraní. Sin embargo, Irán mantenía su único proveedor internacionalmente declarado, Rusia, quien en 2016 recaudó 413 millones de dólares por el suministro a Irán.

Misteriosamente Iraq es quien seguía siendo el espacio franco de los contrincantes. Pasó de un gasto militar cero en 1998, a 378 millones de dólares en 2008, y a 1789 millones en 2016, sin embargo, seguía siendo un pseudoestado, sin soberanía ni integridad territorial. Perdió el 30% de su territorio en 2014 que fue ocupado por un centenar de milicianos paramilitares que posteriormente se proclamaron como un nuevo Estado, el DAESH (2014-2017).

Eso sin olvidar que su otro tercio, Kurdistán, goza de una soberanía de facto desde 1991, y que la constitución del 2005 apenas pudo reconocer el estatus quo. Es decir, su otro tercio también está fuera de su soberanía, altamente militarizado, con amplia base militar americana, y armamento sofisticado, todo ello misteriosamente indocumentado. Pues ni el SIPRI se molestó en documentar su armamento, no aparece bajo ningún índice como entidad importadora de armamento.

Cabe destacar que la importación armamentística iraquí que en 2016 ascendía a 1789 millones de dólares, la mitad de ella, 888 procedía de EEUU, mientras 352 de Rusia, que repentinamente pasó a apenas 40 millones de EEUU manteniendo al suministro ruso por 493 millones de dólares en 2018, frente a 175 millones de Rusia en 2019 y cero de EEUU. Parece que empezaba a producirse el divorcio, y por consiguiente el levantamiento de ampollas.

Lo novedoso ahora, es el anuncio de EEUU en septiembre del 2019 de su intención de reducir sus escudos antiaéreos en Arabia Saudí. En su momento muchos la consideraron una táctica para presionar a Arabia Saudí con el fin de conseguir algún objetivo político – comercial. Porque precisamente ese anuncio se hizo diez días después del ataque del dron iraní a instalaciones saudíes, mientras los escudos ni lo detectaron, ni se activaron, o así parecía.

Desde entonces, parece que por primera vez, Arabia Saudí ha realizado la primera adquisición de armamento a Rusia, aunque por un valor inicial de 6 millones de dólares, la primera operación histórica de adquisición de armamento ruso por el reino saudí, desde que existan registros en el SIPRI. Ahora parece que EEUU está decidida para llevar adelante el desmantelamiento de sus escudos. En mayo del 2020, en plena pandemia mundial, anuncia el inicio del desmontaje de estos sistemas de defensa aérea, que tanto costaron, pero que luego no sirvieron ni para interceptar el dron iraní, ni para perseguirlo, ni siquiera alertar de ello.

La retórica pregunta entonces sería ¿si EEUU, tras largas décadas de asentamiento, ahora se repliega del golfo, así sin más, para dejarlo a quién, a Rusia? Y de hacerlo, es normal, por tanto que Arabia Saudí acuda a Rusia para adquirir, posiblemente, los S400 al igual que lo hizo Turquía, pero entonces, para qué, y para escudarse con ello contra quién? El enemigo saudí es Irán, y éste está siendo servido por la propia Rusia, qué escenario sería factible entonces, ¿que Rusia suministre armas a ambos contrincantes? ¿Servirían realmente esos escudos S400 para ambos contrincantes simultáneamente?

Cabe destacar el argumento americano de la retirada, dijo por la necesidad estratégica de colocarlo en otros puntos afines a los intereses americanos. Es decir, estrechar el cerco a China, la nueva angustia americana. Que en este caso, a los EEUU le interesa el estrechamiento del cerco en el propio territorio chino, acorralado por los puntos estratégicos americanos, y además, lejos de su propio territorio. En cambio a China, le interesa alejar ese cerco, y posible campo de enfrentamiento de sus propias fronteras, donde el golfo árabe sería un perfecto escenario de enfrentamiento, si es que China asegurase su abastecimiento energético por el cerco norte, como lo tiene planeado, guardando así su espalda con su tradicional aliado y contrincante americano, Rusia, además de conseguir apoderarse del petróleo iraquí, se lo cortaría a la India, el fiel aliado americano, incómodo vecino chino, y primer cliente del petróleo iraquí.

Epílogo

Los americanos parecen haber recuperado su viejo paradigma de inteligencia. Desde octubre 2019 impulsaron en Iraq revueltas populares que en cuestión de unas semanas consiguieron la dimisión del primer ministro Iraquí, afín a Irán. Pero la afinidad Iraquí a Irán no es de un solo primer ministro, sino es toda la oligarquía política que fueron los propios americanos quienes la fortalecieron tras la invasión. Ya que segregaron la sociedad iraquí en tres estamentos, étnico – ideológicos. Los kurdos a quienes respaldaron para su autonomía en el norte, los suníes árabes, llamados eje del mal, a quien excluyeron cabalmente por ser partidarios del antiguo régimen y opositores a la invasión, y los chiíes quienes fortalecieron significativamente, otorgándoles todos los elementos del poder, y que terminaron en brazos de Irán, su patriarca ideológico.

Para salvar la ratonera, tuvieron el segundo jaque en la aniquilación del general de la guardia republicana iraní en viaje, aparentemente, no oficial a Iraq, junto con otro alto mando paramilitar iraquí el 2 de enero 2020. Es decir, mucho más que un tiro de dos pájaros. Fue en el decisivo momento en el que dimitía el primer ministro quien firmó el acuerdo con China, por lo que se negociaba su sustitución por Irán. Entonces se liquidó al mando iraní, y a su proxy iraquí. Todo ello para que se impulsara finalmente su sustitución por otro, no solo aparentemente muy afín a los EEUU, si no que fue su agente, representante y portavoz en varias misiones en Iraq. Es decir, consiguieron, por primera vez colocar uno a dedo, imponiendo su elección por encima de Irán quien lo llevaba haciendo desde 2005.

Ahora toca esperar el siguiente movimiento, ¿qué sería con ese acuerdo de inversión china en Iraq? Y de tumbarlo ahora por el nuevo gobierno proamericano de Iraq, ¿cuál sería la postura del amigable y civilizado león chino? Eso sin hacer olvidar el reciente movimiento de la comunidad de inteligencia americana a reunir pruebas, dice, para imputar a China la responsabilidad por su negligencia en la gestión de la actual pandemia, apenas la parte visible del iceberg.

 

Bibliografía.

  1. De Espinosa, Lamo (coord). Europa después de Europa. Madrid: Academia Europea de Ciencias y Artes, 2010.
  2. Rostow, Walt. «Lecciones del Plan Marshall». Política Exterior, Vol. 11, No. 58 (Jul. – Aug., 1997), pp. 173-180.
  1. Zheng Bijian, «China’s «Peaceful Rise» to Great Power Status», Foreign Affairs, 5, 2005, p. 22.