En Argentina, gran parte del personal sanitario son mujeres. El personal de enfermería contabiliza un total de 192.829, que en su relación con la población del país representa 4,4 cada mil habitantes considerando los tres niveles de formación (licenciatura, tecnicatura y auxiliares). La relación enfermerx/médicx es de 1,12, no obstante, al excluir del cálculo a los auxiliares de enfermería, esta relación disminuye a 0,64. Por lo que existe una inadecuada relación de personal de enfermería por habitante.

A nivel país, la tasa es de 39,6 médicos por cada 10.000 habitantes, pero apenas 4 enfermeros por cada 10.000 habitantes, uno de los índices más bajos del mundo, según datos comparativos de la Organización Panamericana de la Salud.La OMS estima un umbral mínimo de 23 profesionales (incluidos médicos, enfermeras y parteras) por cada 10.000 habitantes para alcanzar las tasas de cobertura adecuadas para las intervenciones clave de atención primaria de salud prioritarias en el marco de los Objetivos de Desarrollo del Milenio”.1

En una entrevista con REHUNO, dos licenciados en Enfermería, con una mirada humanista nos describen la problemática, abordando distintos aspectos de la profesión.

Por Daniel Santiago Domínguez

Los entrevistados: María de las Mercedes Lazarte, Licenciada en Enfermería, Universidad Nacional de Lanús- Especialista en Emergentología y Cuidados Críticos. Desempeñándose en el Hospital General de Niños «Pedro de Elizalde» (Ciudad de Buenos Aires)

Sergio Gustavo Fernández Santiago: Licenciado en Enfermería, Universidad Nacional de La Plata. Enfermero de Cuidados Críticos. Se desempeña en el ámbito privado.

Rehuno: ¿Cuáles son las dificultades de la profesión de Enfermería en la Argentina?

Sergio Fernández: Entiendo que esto implica ver un poco de dónde venimos, como aparece o nace la enfermería en la Argentina. Como en muchas partes del mundo su inicio está por un lado estrechamente vinculado a dos vertientes, la marcial por un lado y otra vertiente más relacionada con la humildad y la empatía.

Pero parece mucho más interesante y necesario ver esta otra segunda vertiente empática, donde la oferta laboral es secundaria a la demanda personal de hacer algo por y para el otro, el identificarse con otro que quiero aliviar, ayudar a recuperar, cuidar y llegado el caso acompañar hasta sus últimos momentos para ayudar liberarlo de temores y dolores.

Hay que reconocer un gran sesgo de género femenino en nuestra profesión, y con él un gran sesgo de opresión histórica. Estamos formados académicamente en el biologicismo, en una suerte de naturaleza insertada en un mundo social donde nada es natural, y esto último cada vez es más visible. Vernos a nosotros mismos como profesionales autónomos es una recreación que está sucediendo con todas estas dificultades históricas, con todas esas luchas de género y de oprimido. Ya, tímidamente, se empieza a escuchar una necesidad de ser “sin permiso de”, y esto hace mucho ruido.

Maru Lazarte: Según la OPS, en un informe del 2018 en cuanto a la distribución de la fuerza de trabajo de enfermería en la región de las Américas, reveló que Argentina posee una de las tasas más bajas de enfermeras/os por habitante, 4, 24 cada 10000. El sistema sanitario argentino (SISA) estimó que en el 2017 por cada médico hay 0,56 enfermeras/os.

Rehuno:¿En qué condiciones se encuentra el ejercicio de la Enfermería en la Argentina?

Sergio Fernández: En nuestro país todavía hay que agradecer a muchas auxiliares de enfermería, asistentes y empíricas en nuestro ejercicio. Estamos en la misma olla y por lo general los matriculados profesionales y licenciados en enfermería, somos los que ponemos más límites a la opresión, sabemos sobre el índice de atención de enfermería, ratio enfermero paciente, tiss, apache y triage (denominación de los diferentes métodos de valoración del paciente, según complejidad y ámbito de recepción), no sólo por conocimiento en claustros académicos y lugares de formación de enfermería, sino por experiencia.

Sabemos que la calidad de nuestra práctica se deteriora mucho cuando hay forzamientos: demanda de pacientes que excede las prestaciones posibles en un tiempo determinado. Estábamos invisibles. Y lo más visible en clínicas y hospitales, era la figura del médico. Actualmente, es la misma pandemia la que nos pone en situación de atender y trabajar más, mientras nuestros colegas están enfermos en sus casas, los tenemos como pacientes, o tristemente ya no están. La demanda de mayor trabajo es real. No damos abasto. Esto nos pone en situación de aceptar la contradicción, o de hacer lo que se pueda, priorizando para no quemarse con la demanda, o la auto-exigencia, o con el cómo deberían ser las cosas.

Maru Lazarte: El ejercicio de enfermería se encuentra mayoritariamente precarizada en todo el país y sobre todo en el sector público. El 70 % del recurso humano está integrado por mujeres, hay diferencia salarial entre los efectores públicos y privados. Los salarios regularmente, están por debajo de la canasta familiar. Está asignada en grillas administrativas, esto precariza su condición aumentando la discriminación ante otros trabajadores de la salud, no permitiendo concursar en iguales condiciones para los cargos de dirección en todo ente público y privado.

Las especializaciones y posgrados que tiene el recurso humano enfermero, no tienen retribución salarial. En el caso de una residencia de enfermería en la ciudad de buenos aires, que requiere 3 años de formación (5500hs. ), no está reconocida como especialización . En las empresas de atención domiciliaria la precarización es mayor, actualmente trabajan como monotributistas. En las provincias la desigualdad se acrecienta, y en algunos pueblos hay enfermeras/os rurales que trabajan de manera solitaria sin la compañía del médico.

Rehuno: ¿Cómo se ubica respecto al resto de los demás miembros del equipo de Salud?

Sergio Fernández: El gobierno de la ciudad de Buenos Aires (Argentina), nos considera administrativos y no profesionales de la salud. Con respecto a una mirada más personal puedo decir que ojalá estemos y contemos en un equipo donde la historia previa nos haya hecho superar las diferencias, nadie se crea superior a, ni inferior a.

Esas cosas suceden con proceso, con experiencia, tiempo, e historias compartidas. Cuando uno es nuevo en un lugar de trabajo es común tener que superar esa mirada externa de los títulos y el derecho de piso, donde estructuralmente enfermería está por debajo del médico y por encima de las mucamas.

Insisto que, fuera de lo que dicen las leyes como la del gobierno de la ciudad, hay un momento de proceso inicial donde la intencionalidad empieza a abrirse paso más allá de los cartones, hasta lograr el trabajo en equipo donde todos nos reconocemos, y somos reconocidos en nuestro aporte independientemente de los roles y cartones.

Maru Lazarte: En general enfermería se encuentra en una posición relegada. Existe desde hace tiempo el modelo médico hegemónico, por encima del trabajo interdisciplinario de los trabajadores de la salud. En el caso de CABA (Ciudad Autónoma de Buenos Aires) la ley 6035/18 sancionada el 01/11/2018 reconoce como profesionales de salud en CABA a 24 profesiones y excluye a enfermería en su artículo 7 vulnerando derechos constitucionales y la ley 24004 de enfermería. La profesión es ejercida mayoritariamente por mujeres observándose, la no admisión a la carrera profesional. La segregación, se inscribe también, por razones de género, lo cual es inadmisible. Se padece distinción, exclusión, restricción y menoscabo de la condición humana.

1 “Desigualdades en el marco de la pandemia“ Nora Goren y Guillermo R. Ferrón (compiladores) Universidad Nacional de J.C.Paz _junio de 2020