«Si es un referéndum sobre Donald Trump, Joe Biden puede sonreír.» Así lo dijo Colin Reed, un conocido estratega político republicano, al comentar las próximas elecciones presidenciales de EE.UU. en una reciente entrevista con Fox News. Reed destacó el desempeño de Trump en los últimos meses, reflejado en las encuestas en picada y las dudas sobre su reelección.

Hasta hace unos meses, la economía iba bien y Trump se había atribuido el mérito, a pesar de que esta situación comenzó con la presidencia de Barack Obama, su predecesor. Pero Trump tiene un gran talento para agarrar los frutos de los árboles plantados por otros. La mayoría de los estadounidenses lo había aceptado y, a pesar del daño causado a la economía por los aranceles a los países considerados adversarios, pero también a los considerados aliados, el impulso económico parecía continuar. El 45º presidente como candidato había cultivado su prometedora imagen de una economía fuerte basada en su pasado como un exitoso hombre de negocios. Después de todo, Trump viajó en su avión personal durante la campaña electoral de 2016 y repitió a gusto que era rico y que no necesitaba dinero. Sólo quería la presidencia por el bien de América.

Sabemos muy bien ahora que durante la campaña de 2016 el magnate continuó con sus negocios y mientras durante el día decía que no tenía nada que ver con Rusia, por la noche hablaba con su abogado sobre el proyecto de una Trump Tower (Una Torre de Trump) en Moscú. Lo reveló en su testimonio Michael Cohen, uno de sus antiguos abogados, condenado a tres años de prisión por fraude fiscal y por mentir al Congreso. Cohen está ahora en arresto domiciliario y cumplirá el resto de su condena en casa debido a la pandemia. En su testimonio, había revelado que Trump inflaba el valor de su propiedad para obtener préstamos, al tiempo que la reducía en lo que respecta a la responsabilidad fiscal. El hecho de que el presidente nunca mostrara sus declaraciones de impuestos sugiere que no es tan rico como nos quiere hacer creer y aumenta la sospecha de que los préstamos le llegaron de fuentes poco claras.

A pesar de todo, esta imagen no menos importante de su habilidad como hombre de negocios y la fe en su «éxito» económico siguen siendo sólidas. La mayoría de los americanos creen que, en la cuestión de la economía, el magnate sería más efectivo que Biden. De hecho, una encuesta de CNBC-All-America nos dice que Trump tendría una mejor política económica que Biden (44 a 38%). Esto es especialmente significativo porque la economía actual se encuentra en un estado de recesión que comenzó en febrero de 2020, una situación que no se ha producido desde 2009. Cabe señalar que la recesión ya había comenzado antes de la propagación de Covid-19. En el primer trimestre de este año el PIB (producto interno bruto) de los Estados Unidos cayó un 4,8% y se cree que en el segundo trimestre la disminución llegará al 30%, cifra no vista desde la Gran Depresión de los años 30.

Si Trump logró convencernos de que sería preferible a Biden en el campo económico, en todos los demás las encuestas nos dicen que el candidato demócrata prevalecería. Algunas encuestas le dan a Biden una ventaja de 14 puntos a nivel nacional, pero incluso en seis estados típicamente flotantes Trump se está quedando atrás. Incluso en los estados «rojos» que suelen votar por candidatos republicanos, como Texas y Georgia, Biden está en una posición favorable. Las cifras se explican por las reacciones de Trump ante la pandemia y las manifestaciones antirracistas, pero también por la unificación del país.

El único punto fuerte de Trump es el entusiasmo de sus seguidores. Biden, por otra parte, no es entusiasta, pero considerando sus posiciones moderadas, ni siquiera se presta a los ataques de su oponente que tratan de definirlo como radical.

Los republicanos en el Senado en general también deberían preocuparse ya que el 51% de los americanos votaría por candidatos demócratas en lugar de republicanos (37%). Estas preocupaciones aumentarán al menos en el futuro próximo porque la reacción a la pandemia Trump, caracterizada por la falta de seriedad, no corresponde al sentir de la mayoría. Los estadounidenses están preocupados, temen que la pandemia represente un grave peligro y con 21 puntos de separación creen que el gobierno debe hacer esfuerzos para contener el contagio, aunque la economía se vea afectada. Todo lo contrario de la política de Trump: no lleva la máscara como recomiendan los virólogos, dando un mal ejemplo y enviando el mensaje de que las 130.000 muertes causadas por Covid-19 no le preocupan en absoluto.

En sus tres años y medio en el cargo, Trump no ha logrado ampliar su electorado, prefiriendo concentrarse en mantener su base unida como si fuera sólo su presidente. Un error que refleja su incapacidad para mostrar empatía por los demás. Comportamiento trágico para un presidente cuyo papel debería ser unificar el país. Sin embargo, Trump parece estar atado al pasado e incluso ha declarado que vetará un enorme proyecto de ley de defensa que incluye cambios de nombre en honor a los líderes militares confederados.

Si Trump no parece preocupado por las encuestas, algunos de sus partidarios lo ven de otra manera. Tucker Carlson de Fox News, por ejemplo, recientemente twiteó que el presidente podría perder las elecciones a menos que «algunos hechos básicos cambien de inmediato». El estratega Reed añadió que puedes ignorar una encuesta, pero cuando se trata de cifras que se reflejan en todas las encuestas, tienes que tomarlas en serio. Obviamente no está de acuerdo con Brad Parscale, el director de campaña de Trump. En un editorial muy reciente del Washington Post señala que su candidato genera entusiasmo en su electorado y esto también es visible en las contribuciones financieras de su campaña. Así es. Sin embargo, las encuestas en estos días son compactas y la elección está a sólo 4 meses. Si Parscale no parece estar preocupado, alguien lo estará. Ya se han oído rumores de que Trump podría abandonar la carrera para evitar una derrota históricamente abrumadora y humillante.


Traducido del italiano por Estefany Zaldumbide