Este cuento fue escrito por Laurence Baranski a principios de mayo de 2020.

Cualquier semejanza con la situación terrestre sería pura coincidencia…

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Como todos los cuentos, éste comienza con «Érase una vez…»

Estaba sucediendo en algún lugar del universo, en un planeta parecido a la Tierra. La gente de este planeta sabía que el universo a su alrededor tenía miles de millones de galaxias y que cada galaxia por sí sola tenía miles de millones de estrellas, e incluso más planetas. A pesar de que sabían eso, creían en ese momento que eran los únicos seres vivos, conscientes e inteligentes en el universo.

No era vanagloria, era más bien ignorancia.

Eso era lo que se les había dicho y lo creían o pretendían. Lo que la gran mayoría de ellos no sabía es que su planeta había sido visitado muchas veces por viajeros del espacio exterior.

Algunos sólo pasaron cerca. Pero otros se establecieron allí, porque este planeta era hermoso y rico, y sus habitantes eran dóciles. Los colonizadores (así es como se les debería llamar en retrospectiva) estaban involucrados, no sin antes tomar, a veces, la apariencia de los habitantes que vivían allí. Como resultado, no fueron distinguidos.

Con el tiempo, estos visitantes habían sellado gradualmente alianzas con algunos grandes líderes del lugar. Les prometieron poder e incluso la eterna juventud, a cambio de la riqueza local y a veces incluso de unos cuantos esclavos sanos, que desaparecieron repentinamente.

Convencidos de formar parte del clan de los elegidos, los poderosos gobernantes de este planeta se hicieron tan dependientes del poder y sus privilegios, que juraron total lealtad a los que venían de otros lugares. No sospechaban que estos últimos tenían un plan mucho más maquiavélico.

En realidad, querían tomar el control total del planeta porque tenía una posición estratégica en el universo, así como una energía muy especial de la que querían aprovecharse. Necesitaban unos pocos siglos para esto. Para ellos era poco, tenían todo el tiempo al principio.

Estos seres de otros lugares pudieron ser agradables y amables cuando lo decidieron. Pero, a diferencia de la gente de aquí, eran incapaces de experimentar lo que llamamos empatía. En otras palabras, no tenían humanidad. A algunos les hubiera gustado experimentarla, pero no pudieron.

Su forma de ejercer su autoridad era por lo tanto fría, y a veces incluso helada. No prestaban atención a la vida. Así es como todas las decisiones tomadas en este planeta se motivaron cada vez más por el afán de lucro. Cegados por la ilusión de ser poderosos, los poderosos líderes cumplían todos los deseos de sus nuevos dirigentes, incluso los más violentos y humillantes para todos los seres vivos.

La gente de aquí estaba aún más y más sorprendida. No entendían por qué, cuanto más tiempo pasaba, las decisiones eran más contrarias a los principios de la vida, de lo vivo y de su florecimiento.

Lo que la gente de aquí tampoco sabía, para la gran mayoría de ellos, porque nunca lo habían aprendido, es que su especie, como todas las especies conscientes del universo, estaba avanzando en un camino de evolución. Esta evolución los llevó a despertar gradualmente, como un niño que crece y luego toma su autonomía.

Así es como, un día, los lugareños comenzaron a hacerse muchas preguntas. Comenzaron a tomar conciencia de sí mismos. Se preguntaban sobre el universo, pero también sobre la vida, la muerte, el espíritu, la conciencia, el alma.  Se extendió la idea de que vivían en una matriz de ilusiones, y que lo que creían que era la realidad era un mero escenario.  El tiempo mismo, que siempre había marcado sus vidas, comenzó a ser cuestionado. Algunos decían que no existía y que todo era mucho más grande de lo que parecía. Otros afirmaban que, en esta realidad mayor, había seres conscientes e inteligentes, aunque dotados de un cuerpo más ligero, más evanescente y luminoso. Otra idea comenzó a surgir, la de la existencia de una multitud de universos en el universo, en otras palabras, universos paralelos.

Por supuesto, no todos los lugareños eran sensibles a estas ideas, que, de hecho, resultaban ser muy antiguas, pero que habían sido olvidadas hace tiempo, y que comenzaron a resurgir. Sin embargo, se extendieron de tal manera que algún tipo de puertas y portales entre los universos comenzaron a abrirse y a comunicarse. Muy modestamente al principio, fue sólo un comienzo.

Entonces los colonizadores, que todavía estaban allí, empezaron a tener miedo. Si los locales descubrían estas puertas de salida, se escaparían de ellas. Peor aún, iban a poder acercarse a estos famosos seres luminosos que les ayudarían a despertar cada vez más, para poder cruzar el velo de las ilusiones. Los seres de otros lugares estaban tan asustados que no sabían cómo cruzar el velo de las ilusiones. Estaban muy dotados para viajar a través del espacio e incluso en universos paralelos, pero no para despertar.

Entonces decidieron establecer una poderosa contraofensiva. Había una necesidad urgente de poner a los residentes bajo control. Ayudados por poderosos líderes, hicieron creer a todo el mundo que sus vidas estaban amenazadas, pero que podían salvarlos de una muerte inevitable.

Los habitantes eran ingenuos, les creyeron. Muchos incluso esperaban ansiosamente la cura milagrosa. En realidad, no había ninguna amenaza. Pero una vez ingerido, el remedio habría permitido un control total sobre los cuerpos y las mentes. Los más frágiles podían morir, no importaba, ya que no había empatía en este increíble plan de manipulación.

Los habitantes se vieron obligados a aislarse, a hablar muy poco y se les prohibió tocarse. Era parte de las instrucciones. Afortunadamente, después de un pequeño momento de depresión, los habitantes más alerta, y todos aquellos que estaban a punto de despertar, comenzaron a dudar. Algo estaba mal. Aun así, no podían luchar, porque habrían sido encarcelados o incluso peor.

Así que hicieron lo que había sido olvidado durante demasiado tiempo: comenzaron a creer en sí mismos, profundamente. Con la confianza en sí mismos restaurada, conectaron por medio del pensamiento con todo el conocimiento olvidado, que había sido almacenado en los áticos en nombre de la racionalidad. Algunos empezaron a rezar, otros a meditar, otros a cantar, otros a reír.  Todos empezaron a amar: a amar a los demás, a amar su planeta, a amar la vida, a amarse a sí mismos. Lo hicieron en masa. Ya no tenían miedo. Estaban encontrando el camino al corazón.

Muy rápidamente, por un efecto completamente natural (aunque poco estudiado hasta entonces), las vibraciones de sus cuerpos aumentaron. A medida que se elevaban, se encontraban con el velo de la ilusión que comenzaron a descubrir, o a cruzar, o a transmutar.

Por otro lado, las conciencias despiertas comenzaron a ayudarles. No podían haberlo hecho antes, porque la gente de aquí primero tenía que hacer el primer esfuerzo. ¿Qué clase de adulto se convertirá en un niño, si se le priva de la fuerza y el orgullo de triunfar por sí mismo?

Así, un día, cuando el velo de la ilusión fue suficientemente descubierto, una nueva luz se extendió sobre el planeta, cada vez más brillante. Nada cambió realmente, pero todo se volvió más brillante, más alegre, más consciente. ¿Qué fue de los colonizadores? Cegados por tanta luz, desaparecieron. Los habitantes habían encontrado la única arma contra la que los colonizadores perdieron su poder: la toma de conciencia y el aumento de la conciencia. ¿Qué pasó con los líderes poderosos que se habían comprometido? La historia no lo cuenta. ¿Quizás vagan por algún lugar del universo? Deseamos que encuentren su camino.

Desde entonces, en este planeta, se enseña a los niños esta historia, la de su planeta, el universo y la vida. También se les enseña otra cosa: aunque esta historia es completamente verdadera, se les dice que nada de esta historia es verdad, porque cualquier cristalización de pensamiento, cualquier narración, cualquier relato, por muy justo que sea, es sólo una ilusión, una simple impresión de la realidad.

Se les enseña que, durante su vida, pueden necesitar temporalmente creer en ilusiones, como se necesita subir las escaleras paso a paso. Esto a menudo resultará ser esencial. Pero una vez que han llegado a la siguiente escalera, se darán cuenta de que lo que pensaban que era la verdad se desvanece, para dar paso a otra verdad mucho más grande.

Se les enseña que esta verdad que buscan, su propia verdad, está todavía en otro lugar, en el fondo de sus corazones. Es allí donde todo es creado, y donde todo puede ser transformado.

También se les enseña que todo lo que verán, descubrirán y comprenderán en su vida ya está dentro de ellos. Sombra y luz, todo será su creación.

Desde entonces, los niños de aquí han explorado el mundo que les rodea con un corazón ligero, con curiosidad, dejando siempre brillar la llama interior, cuya magia descubren un poco más cada día. Saben que, al explorar el mundo, están explorando la inmensidad de sus propios mundos. En cuanto a sus padres y a todos los demás, les gusta recordar que son sólo niños, que sólo se hicieron un poco mayores.

Hoy en día, este planeta es un planeta simplemente feliz, en el que todos han aprendido a vivir en armonía, y donde la vida es respetada.


Traducción del inglés por Sofía Guevara