Académicos y organizaciones de mujeres ecuatorianas y belgas, se reunieron para ofrecer el conversatorio “Comparativas entre Ecuador y Bélgica”, en el que abordaron la crisis económica, política y social derivada de la crisis sanitaria. La preocupación principal es que no solo se vive una pandemia, sino que viene una post pandemia que va a mermar la situación de países desarrollados como Bélgica y en países sudamericanos, como Ecuador, significará un calvario, más aún, si hablamos de grupos vulnerables entre los que se encuentran las mujeres y los migrantes.

Cecilia Torres de REMPE (Red de Mujeres Políticas del Ecuador), considera necesario analizar las estrategias, leyes y medidas que ambos países están tomando, pero sobretodo, observar si estas tienen el objetivo de reconstruir el desarrollo o profundizar la desigualdad social sin reforzar los derechos humanos. Respecto a este último punto, es necesario reconocer que la violencia de género es una epidemia más fuerte que la del COVID-19 y es producto de un sistema económico vigente que se encuentra en crisis, creando un impacto diferenciado entre hombres y mujeres y también entre las diversidades generacionales, territoriales, sexuales y más.

Urge visualizar políticas de protección integral de derechos y una acción del estado junto con la sociedad. Así lo demuestran las cifras reveladas por Rocío Rosero, de la Coalición Nacional de Mujeres en Ecuador y Latinoamérica, que registran 36 femicidios en lo que va del años, catorce de ellos durante la emergencia sanitaria, siete casos de niñas y niños asesinados y 677 denuncias de violencia física, sexual y psicológica, solo en Ecuador.Todo esto derivado de la crisis del COVID-19, misma que se conecta con las crisis que ya se venían desarrollando en Ecuador por políticas planteadas desde el 2018 sin evaluaciones previas como son remisiones tributarias, exoneraciones del impuesto a la renta, crecimiento de la mega minería, liberación de los precios de los combustibles y reducción de los organismos del estado, sin resultados positivos a la vista. El desmantelamiento de instituciones sanitarias y de las políticas de protección social, es el resultado de la falta de un sistema nacional de cuidado a la primera infancia, a los adultos mayores, a las personas con discapacidad y demás población vulnerable, por lo que cabe decir que esta administración de la crisis antepone los intereses políticos a la protección de la vida de las personas.

Este fenómeno no es nuevo para Ecuador, al contrario. Por mas de cien años, según David Chávez, docente de la Universidad Central del Ecuador, el estado ecuatoriano está supeditado a los poderes regionales, a élites políticas y económicas que se disputan espacios de poder dentro del mismo.El gobierno de Lenin Moreno, de manera anti democrática, ha logrado consolidar a las élites, reagrupando los poderes y fortaleciendo su permanencia en la presidencia. Es difícil predecir si a futuro se podrá revertir esta tendencia estatal autoritaria de poderes centralizados que van a provocar una recesión más grave que la del año 1999.

Ante este panorama el mayor desafío que se presenta es frenar el paquete de reformas que profundizan el modelo neoliberal y tomar el mandato de protección integral de derechos, algo que debe hacerse de manera simultánea y para ello se precisa de solidaridad social, redes de apoyo en la comunidad y el quehacer político desde los movimientos sociales, la militancia, el activismo y la movilización.

En Bélgica la realidad no es tan diferente a la nuestra, se han creado políticas neoliberales, aplaudidas por las víctimas de las mismas como consecuencia del temor a sus debilidades expuestas. Los recortes al presupuesto de salud y del personal sanitario, comenta Christine Grard del Laboratorio de antropología prospectiva de UCLouvain, han convertido a estos últimos y al resto de ciudadanos en víctimas de un sistema político preocupado por la rentabilidad y no por la dignidad humana.

Antes de la llegada del COVID-19, Maggie Da Block, Ministra de Salud de Bélgica, redujo la atención en los hospitales a una modalidad más centralizada. La medida fue tomada sin previa consulta a médicos y personal de enfermería, expertos en su área, provocando que en la emergencia sanitaria, parte del personal se contagiara y colapsando aún más el sistema sanitario. Ahora Bélgica se enfrenta a un conflicto social que le ha mostrado, con la presencia de la pandemia, que los dirigentes no tienen la capacidad de entender la necesidad de instaurar, no solo en Bélgica, sino en toda Europa, políticas que sean realmente democráticas, promoviendo lo humano y lo social para así detener la tendencia mundial al desempleo estructural. El reto para nuestros hermanos europeos es encontrar la forma de edificar una sociedad incluyente cuya meta central sea el bienestar de las personas y el respeto a los derechos humanos.

Tanto para Europa como para Sudamérica, quedan dos salidas viables. La primera es la resistencia, que se ha reinventado con la emergencia sanitaria, evitando que se le arrebate la calle a los ciudadanos; la segunda vía, que ya ha empezado a aplicarse en diferentes lugares del mundo, es la autonomía a través de sistemas de intercambio justo como el trueque, la economía auto sustentable y el fortalecimiento del campo.

La actual crisis sanitaria nos ha enseñado a pensar en formas paralelas al sistema neoliberal, es un momento fructífero para el diálogo entre movimientos sociales y, desde el pueblo, es la oportunidad de crear una nueva sociedad con una perspectiva de poder desde abajo.