En este momento tan particular y extraordinario que estamos viviendo, más de 2 mil millones de seres humanos confinados están teniendo la misma experiencia, que probablemente sea la primera en la historia de la humanidad.

Una experiencia trágica y dolorosa que altera nuestro mundo interior, nuestra vida cotidiana, nuestros hábitos, nuestras relaciones, nuestra forma de vida, nuestras creencias, nuestros logros, nuestros cuerpos, nuestros pensamientos, nuestras almas, y también el tiempo y el espacio.

Por dentro, ya nada está fuera de lugar.

Con esta conmoción casi total, me pareció que todos nosotros, los 2 mil millones, probablemente compartimos las mismas emociones.

Entonces les pedí a algunos de mis amigos que compartieran estos importantes sentimientos.

No un simple testimonio, más bien una vía de comprensión que puede permitirnos salir de una crisis emocional.

Isabelle Montané fue la primera en darnos sus testimonio

Ahora, es el turno de Annika Stattum

 

Queridos amigos, 

Mientras leen estas palabras, espero que se encuentren con buena salud física y mental. Esto es lo que nos deseamos en estos días y en buena hora. Ya era momento de volver a lo humano, a lo vivo, y darse cuenta de su belleza, su valor. La pandemia nos ha traído de vuelta a lo esencial y nos ha obligado a entrar en el interior de nuestros hogares y, en el mejor de los casos, a nosotros mismos.

Según como lo veo, nos hemos alejado de esta esencia y nos hemos perdido, como humanidad; se podría decir que estamos pagando el precio por nuestras tonterías. Sí, ciertamente nuestras acciones tienen consecuencias. También, podemos tener ideas conspiradoras que nos llevan a creer que el virus fue creado por un pequeño clan que nos manipula desde la cima de una pirámide y que desean eliminar a las pequeñas empresas para tener en sus manos a la economía mundial. Podría ser.

Pero ante todo, veo los beneficios de esta situación;

Veo la solidaridad de los lazos humanos que se crean o toman forma, cadenas de meditación y oración para nacer o crecer; veo abundancia de creatividad, impulsos generosos, gratitud hacia las personas que cuidan de los demás, compasión hacia quienes no tienen hogar, ternura hacia los animales, admiración frente a las plantas, entrega y esfuerzos por mantenerse en una hermosa energía y una alta frecuencia vibratoria.

Hablamos de formas de barrera, pruebas, mascarillas, tratamientos y nos preguntamos cómo fortalecer nuestro sistema inmunológico. Finalmente, estamos invitados a darnos cuenta de cuán interconectados y contagiosos somos, más allá de todas las fronteras y diferencias. También, de  cuán vulnerables somos y dependemos de una red social. Espero que esta conciencia se quede y crezca más allá de la pandemia.

Somos uno solo, somos más energía que materia y por lo tanto, transmitimos esta energía.

Solo basta con pensar en alguien que amamos para ver cómo cambia nuestro estado de ánimo. ¿Y qué hay de cómo nos sentimos cuando vemos a nuestros amigos sonriendo en la pantalla, por Skype o por Zoom; o cuando escuchamos sus voces en el teléfono? Nuestro estado de ánimo es contagioso, ya sea positivo o negativo, y tenemos poder sobre los que nos rodean por medio de nuestra actitud mental.

Entonces vemos que el libre albedrío que se ha dado a los seres humanos conlleva una gran responsabilidad. Tenemos el poder de crear armonía o caos, elevarnos por encima de los ángeles o descender más abajo que el demonio. ¿Cómo? Principalmente por el pensamiento que cultivamos y transmitimos, por nuestras palabras y acciones. ¿Creen que la conciencia que se nos pide que sembremos para evitar la transmisión del coronavirus puede incluir la conciencia de pensamiento que cultivamos?

Estamos frente a preguntas existenciales;

¿Qué quiero para mí y para el mundo? ¿Cómo puedo contribuir, ser útil? Antes de hacer un sitio web, lanzar proyectos, cambiar de trabajo, divorciarse o mudarse, creo que es urgente tener en cuenta la importancia de nuestro estado interior, de qué manera es contagioso y cómo cada uno tiene el poder de cambiarlo. Basta con mirar la naturaleza para comprender que lo que sembramos y regamos, crece. Entonces, ¿qué elijo para sembrar?

Si nuestro estado interior y nuestro pensamiento influyen en quienes nos rodean, imaginen la influencia que tienen en nuestra salud. La salud física, y particularmente nuestro sistema inmunológico, depende de nuestra frecuencia vibratoria, que está estrechamente relacionada con nuestro pensamiento, palabras y acciones que se derivan de ella. Todo esto está vinculado.

Cuando estoy enojada, mi cuerpo se pone rígido y mi corazón se cierra. Cuando pienso en alguien que amo, mi corazón se abre y el cuerpo se vuelve ligero. ¿Lo sabemos, verdad? El resplandor de una persona enamorada se extiende a su alrededor, aumenta la frecuencia vibratoria y fortalece el sistema inmunológico, no solo de la persona, sino también de quienes lo rodean.

Los niños y adultos sanos tienen una  frecuencia vibratoria más alta que los enfermos y/o ancianos.

Al observar las estadísticas de mortalidad por el coronavirus , entendemos que esto está relacionado. Por lo tanto, me parece importante, no solo para nosotros mismos, sino también para quienes nos rodean, sembrar pensamientos que nos  hagan crecer y que nos haga útiles, estando contagiados de estas buenas vibras. Mientras más seamos,  más posibilidades hay de ver emerger una sociedad socialmente inclusiva y creativa después de la pandemia.

Deseo para todos ustedes buena cultura interior y buena salud.

De todo corazón,

Aya Annika Skattum

 

Aya Annika Skattum, terapeuta psico-corporal, transpersonal, terapeuta de arte, terapeuta de danza de los derviches, tiene más de 20 años de experiencia profesional en grupos y terapias personales. Su experiencia también proviene de numerosos viajes, peregrinaciones, retiros, capacitaciones, y su compromiso a largo plazo con un Sufí Cheikha. Annika es de origen noruego, creció en África y vivió más de 20 años en Francia.

 

Enlace al sitio web

https://www.annikaskattum.com/

Foto de Gwladys Louiset

Testimonio anterior de Isabelle Montané

Encontrarse en un vacío…


Traducción del francés por Maria Paula Alvarez