En este momento tan particular y extraordinario que estamos viviendo, más de 2 mil millones de seres humanos confinados están teniendo la misma experiencia, que probablemente sea la primera en la historia de la humanidad.

Una experiencia trágica y dolorosa que altera nuestro mundo interior, nuestra vida cotidiana, nuestros hábitos, nuestras relaciones, nuestra forma de vida, nuestras creencias, nuestros logros, nuestros cuerpos, nuestros pensamientos, nuestras almas, y también el tiempo y el espacio.

Por dentro, ya nada está fuera de lugar.

Con esta conmoción casi total, me pareció que todos nosotros, los 2 mil millones, probablemente compartimos las mismas emociones.

Entonces les pedí a algunos de mis amigos que compartieran estos importantes sentimientos.

No un simple testimonio, más bien una vía de comprensión que puede permitirnos salir de una crisis emocional.

En ciertos momentos de mi vida, Isabelle Montané me supo escuchar y acompañarme con gran bondad en momentos de dificultad. Ella es la primera en darnos su testimonio.

Testimonio

Después del shock y el asombro, viene el vacío.

No un vacío literal, porque mi vida está llena de todo tipo de cosas. Pero el vacío de esta obligación que ocupaba casi todo el espacio en mi vida: el trabajo.

Actualmente ya no tengo la oportunidad de trabajar, ya sea parcialmente o en teletrabajo. Yo, que tanto había soñado con no tener que ir a trabajar todos los días; ahora, sorprendentemente siento un gran vacío por no poder ir allí.

Ya no tengo que levantarme por la mañana a una hora fija, ya no me veo envuelta en el transporte público… Lo había soñado tanto que no entendía esta sensación de vacío que me invadía.

¿Qué es este vacío inquietante y desconocido?

¿Qué es lo que tanto me molesta de no tener que trabajar más? Yo creería que el verdadero problema es el hecho de no poder salir de mi casa.

Pero lo que sí siento es que este vacío que provoca ansiedad es aún más profundo que este obstáculo temporal para salir.

Este encierro me hace dar cuenta de que mi forma de vida occidental ha transformado el tiempo en algo tan escaso como el agua en el desierto.

Últimamente, no tengo tiempo para nada, cuanto más pasan los años, menos tengo. ¿Qué está pasando con el tiempo?

Afortunadamente, desde hace años, he estado en la corriente de pensamiento del Nuevo Humanismo, en el que he aprendido a parar y relajarme. Aprendí a mirarme con una verdad interior y a mirar las cosas desde puntos de vista cada vez más amplios.

Y allí, realmente siento una vez más la necesidad de parar. No solo dejar de trabajar, o de dejar de «hacer cosas» para finalmente relajarme con un libro o con la tecnología.

No, sino de detenerme por completo. Sentarme y aceptar permanecer en silencio … sin tecnología, sin estímulos.

Así que me detengo todos los días un poco. Intento quedarme conmigo misma un poco más cada día.

Busco el silencio pero solo encuentro el bullicio de mis pensamientos, mi mundo interior.

Entonces, ¿qué es este vacío angustioso que me asusta tanto?

Mi vida está llena de buenas ocupaciones. Dentro de mí, hay mucho «ruido» de todo tipo, a menudo desagradables.

Y sin embargo, el miedo a este vacío no me suelta…

Me siento y me pregunto si entenderé lo que me está sucediendo. Pido con una sincera necesidad salir de esta paradoja, de este vacío /sobrecarga…

Me doy cuenta de que tengo mucho tiempo, ¡y eso es todo lo que tengo!

No por el confinamiento. Simplemente porque yo nací. Desde nuestro nacimiento hasta morimos, lo único que todos tenemos… es tiempo.

Y finalmente, me doy cuenta de que la única pregunta es; «¿Qué hago con este tiempo dado? »

¿Qué hago con mi vida para estar convencidaa de que no tengo tiempo para nada? Me pregunto: «¿Qué hago con mi tiempo?»

No hace mucho, habría respondido: «Bueno, ¡estoy trabajando! Hay que ganarse la vida, ¿no? »

Ganarse la vida … una expresión rara… si realmente hubiera «ganado algo», ¿sentiría este vacío que me asusta?

Recuerdo un trabajo que se nos había propuesto hace unos años. Nos pidieron que enumeremos nuestros valores e intereses, lo más sincero posible… en orden descendente: posición social, familia, dinero, conocimiento, amistad, trabajo, espiritualidad, pareja, compromiso social, sexo, autodesarrollo, ocio / diversión, salud…

Cada uno escogía su orden de preferencia.

Luego, en la escala de una semana habitual, debíamos indicar cuánto tiempo pasamos en cada uno de estos ámbitos… Para luego clasificarlos también en orden descendente. Al final comparamos las dos listas… para sacar nuestras propias conclusiones.

Decidí rehacer estas 2 listas con la mayor naturalidad posible.

Y finalmente, encontré ese gran vacío ansiógeno… Estoy vacía de mí, de mis valores, de no vivir lo que es realmente importante para mí.

La obligación de trabajar, el cansancio del transporte, el placer del consumismo, la tecnología de todo tipo ha llenado este vacío durante años.

Me perdí … no es mi tiempo el que ha desaparecido … no, él siempre está allí cada mañana, ofreciéndose por completo. Principalmente soy yo quien se perdió, de mis verdaderas necesidades.

Me vuelvo a sentar y hago una nueva pregunta: «¿Cómo me voy a encontrar? »

Isabelle Montané, madre de 2 niñas, asesora-capacitadora de comunicación pacífica e integración grupal de empresas. Además, es la presidenta de su propia asociación llamada: El laboratorio de la no violencia activa.

Enlace: www.vieetprojets.com

Y: www.labo-nva.org


Traducción del francés por Maria Paula Alvarez