Por José Rafael Quesada

“Si a modo de crónica cotidiana tomáramos lo ocurrido en este campo en los últimos tiempos, tendríamos que replantear la pregunta y formularla así: “¿Qué pasa con el juego hipócrita de los gobiernos en el manejo de los derechos humanos?”, Silo, Cartas a mis Amigos. Novena Carta.

Luego de la Declaración Universal de los Derechos Humanos hecha en el marco del nacimiento de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), inició un serio proceso de construcción de conceptos, elaboración de desarrollo técnico de cada uno de los derechos con los que la población mundial consideraba suyos o por lo menos que se discutían más en muchos foros de todo el planeta, como fueron: Derecho a elegir los gobernantes, derechos de participación de las mujeres en la política local o de igualdad de género, los derechos de la niñez, acceso a la salud, a la educación y otros más.

Casi de inmediato al lanzamiento de la Declaración, comenzó la ONU a crear y encontrar mecanismos de financiamiento de las distintas Agencias ONU para lograr el cumplimiento de los Derechos Humanos en todo el mundo, donde aparecieron importantes esfuerzos para que organizaciones como UNICEF, FAO, OMS y otras, pudieran cumplir con el objetivo preciso de lograr que toda la población mundial tuviera un acceso efectivo a cada uno de sus derechos individuales y sociales.

Tal esfuerzo en muchos casos muy eficaces y en otros lugares del mundo de difícil acceso o por las circunstancias de conflictos sociales o de guerras de liberación colonial como la India (1948) y las sucesivas guerras de independencia de muchos nuevos Estados africanos a partir de los años 50 del siglo XX. En muchos países las diferencias culturales impidieron la correcta aplicación o al menos interpretación de la aplicación de los derechos humanos de sus poblaciones, solo enunciemos que el acceso de la población a los derechos de igualdad de género o de los niños y niñas, se convirtieron en tareas aún pendientes en la diferenciada cultura en el mundo árabe o islámico. Y así podemos señalar las fuertes disputas con diferentes etnias africanas con respecto a las viejas creencias y culturas sobre elementos como la mutilación genital femenina o en las culturas del sur de Asia donde es habitual aún el matrimonio de niñas con adultos y adultos mayores.

Y en otros casos, sobre todo en las décadas de los años cincuenta hasta los años 80, el creciente número de Gobiernos militares o de tendencia de control militar de las poblaciones, hizo que la ONU y el cumplimiento de los Derechos Humanos, cediera ante la negativa de estos estamentos militares de aplicar y siquiera discutir el concepto de la aplicación de los DDHH.

En los años 90 y ya con la caída del Muro de Berlín, se amplía la égida de Estados Nacionales que se adherían al estilo de vida y los modelos de desarrollo que la cultura occidental promovía para la nueva civilización, que según diversos autores emergería sobre la ruinas del mundo socialista y que sobrevendría un mundo de paz, libre expresión, democracia y libre mercado, que de alguna manera garantizaría el cumplimiento de los Derechos Humanos para cada persona en este nuevo mundo unipolar.

Somos testigos y miles de millones de seres humanos víctimas de este “nuevo mundo” y su preconizada democracia y economía neoliberales. No se pueden cumplir los Derechos de cada persona en este nuevo mundo, donde la ideología imperante es “sálvese el que pueda” y que supone que cada ser humano debe valerse por sí mismo en este agresivo mundo de la libre competencia (jamás regulada) y que deja realmente totalmente desprotegidas a las poblaciones en cada territorio a lo largo y ancho del planeta. La pandemia del COVID-19 terminó por desnudar este modelo increíblemente deshumanizado y muchas veces criminal de ejercer la administración de los recursos del planeta, sólo a favor de las mismas elites depredadoras asociadas cual red delincuencial, en cada país. Salvamos de este juicio histórico a algunos gobiernos y países (muy pocos) que propician sistemas de gobierno más o menos protectores de las mayorías en sus territorios.

Entonces, somos testigos epocales del fracaso constante de la intención de ver realizados los Derechos Humanos de millones de seres humanos, postrados ante la violencia de un sistema injusto, donde las organizaciones, instituciones y gobiernos, fingen que cumplen y fingen que defienden los derechos. Muchas instituciones han fracasado en este papel de consolidar y defender los Derechos Humanos y es posible que sea la hora de fundar y refundar muchas de estas organizaciones.

En fin, se trata entonces de como garantizar en esta época el cumplimiento de los Derechos Humanos a cada persona en cualquier circunstancia y en cualquier lugar del planeta, se trata pues de poner al Ser Humano como valor principal. Y esto significa poner el Estado, las instituciones, las distintas unidades de administración al servicio del cumplimiento del Derecho que todo ser humano tiene para gozar de una calidad de vida o mejor dicho, gozar de la vida tal como lo merece un ser humano en cualquier parte, sólo por el hecho de haber nacido.

Entonces constituir espacios en los territorios partiendo de los ayuntamientos o municipios, se podrían instalar servicios de trazabilidad de cada derecho humano que no se le haya cumplido o garantizado a cada persona en cualquier etapa de su vida. Sistemas que amparen a la persona en cualquier lugar y que la institución prestataria del servicio de protección de los derechos en cada territorio logre “representar” a cada persona, asistiéndola, haciendo compañía y controlando el proceso de defensa de su derecho en cada momento desde que se inicia el proceso de atención, denuncia y acceso al cumplimiento efectivo del derecho de la persona.

La tecnología actual y futura, se convierte en el aliado específico, oportuno y directo, para que el ciudadano (la persona), pueda ver su derecho cumplido, defendido y apoyado, y que el funcionario asignado, pueda convertirse en un “defensor del habitante” directo y seguro para que la persona se ampare y logre este cumplimiento efectivo ante la desidia y fuerte deshumanización de las instituciones que desalienta a la persona a defenderse del “sistema” antihumano, en cada momento de su vida.

Si una mujer es violentada psicológica, física y estigmatizada socialmente, va a las unidades más cercanas para que le apoyen en su defensa y cumplimiento del derecho a no vivir en violencia, y normalmente el proceso de defensa se suspende en algún momento o sencillamente el trámite se paraliza y vuelve a la indefensión usual, provocando desánimo, nueva angustia o suma a la angustia tenida, desilusión y sobre todo de desesperanza. Y el sufrimiento reaparece una y otra vez, cargado del dolor físico de la agresión y violencia recibidas.

Entonces si esta persona desde su municipio o ayuntamiento y organizaciones sociales, recibe apoyo en la defensa de sus derechos, la tecnología de trazabilidad, convertiría al defensor en un “personaje incómodo” para todo aquel funcionario, policía, fiscal, juez y gobernante, que se negara por decisión o por inopia a responder a la persona, a ese sujeto de carne y hueso que osa defender su derecho como ser humano a vivir y en las condiciones que su intención lo lleve a ser.

Si tal como lo señalara el Maestro Silo: “Siempre el tema más importante consiste en saber si se quiere vivir y en qué condiciones hacerlo”, entonces estamos hablando de una metodología que realmente conduciría a la realización de cada uno de los derechos humanos que cada ser humano tiene y desea para sí mismo, donde todos y todas queremos recibir ese trato. Por lo tanto vale la pena construir este tipo de herramientas que como experiencia personal llamaremos la Casa de los Derechos, que servirán para que miles puedan realizar sus derechos en forma efectiva, directa y evaluada como cierta.

Será de esos instrumentos que la humanidad necesita entre múltiples opciones de carácter humanista, construir para garantizar el cumplimiento real de los Derechos Humanos, independiente de las épocas, los gobiernos, las crisis y las formas antihumanistas que aún puedan persistir a pesar el crítico momento actual que vivimos desde nuestras casas.

Como dijimos en otro momento “Lo que queda es afirmar que el nuevo mundo entonces será Humanista o no lo será…”, y así podrá ser, si logramos construir instrumentos, organizaciones e instituciones que puedan trabajar por realizar ese mundo humanista, donde sus funcionarios actuando con coherencia, tiendan a trabajar por la construcción de ese mundo Humanista que ya se avizora en lontananza.