Pressenza Colombia y Pressenza Francófona han decidido abrir sus redacciones a todas aquellas personas que deseen compartir sus historias y reflexiones inspiradas de este periodo de confinamiento.

Seguimos esta serie con una muy linda historia compartida por Liliana Maria Bernal, una colombiana que vive en la Ceja, Antioquia.  Liliana es por lo tanto, paisa, aventurera y soñadora, con una finca en el cielo y un negocio en el sol.

Liliana Maria Bernal : «En esta cuarentena he descubierto que el corazón es el cordón umbilical que nos une a Dios. Cualquiera que sea la definición que cada uno tenga».

Hace poco comentaba que esta época del coronavirus es como cuando juegas de niño stop, que sales corriendo, y de repente alguien te grita STOP, y te congelas en una posición, después debes ver alrededor a ver quien está más cerca.

Dije también que eso pasó en este momento, y al ver quién quedó en casa conmigo no podía sentirme más orgullosa de lo que me había permitido construir.

Para esta época, el encierro va cuajando más, y va asentándose todo. Van saliendo las complicaciones del encierro: la cadera ya duele de tanto estar sentada, así haga mucho ejercicio; la cama no quiere albergarme en la noche. Pero increíblemente puedo ver todo lo que los habitantes de mi casa hemos crecido en convivencia y comunicación, aplicando un poco de amor y de respeto al otro. 

Es cierto que me quedé sin las posibilidades de ingreso económico tradicional, que la forma de sustento de vida de mi casa cambió, que ver el sol ahora es un poco más difícil y hay que agradecer los pocos minutos que es posible salir a sentirlo, pero una cosa SÍ es cierta: La luz está, y está época me recordó que en la calle debo cerrar los ojos y abrir los demás sentidos para recibir la caricia sutil del sol en el cuerpo y la brisa en el rostro.

Hace un tiempo decidí apoyar a mi corazón, así pareciera ir en contra de lo que todo el mundo pensara. En esta cuarentena he descubierto que el corazón es el cordón umbilical que nos une a Dios. Cualquiera que sea la definición que cada uno tenga: corazón tenemos todos y nos conecta a nuestra fuente. Así que escuchándolo no me ha faltado nada, me llega toda la paz y cubro las necesidades básicas. 

En este juego de STOP de la vida, llamado cuarentena, he descubierto que aquí se caen las religiones y los cascarones, quedando la esencia.

De lo que estamos hechos sale en este momento, nos obligamos a mirarnos a la cara sin maquillaje y sin luces de escenario, porque no hay a quien mostrarle mucho y la conexión con la fuente que NO necesita a nadie parado en un altar profesando aparece si le damos la oportunidad.  Solo se necesita el silencio del corazón y ahí habla a gritos. 

Ahora que respiro amor en medio de la crisis es que me doy la palmadita en la espalda por auto-apoyarme en lo que sentía muy adentro que debía ser mi existencia y estoy construyendo unas sanas bases para la vida. 

Quiero que cuando este espacio de stop se acabe mires adentro y alrededor y si no te gustó donde quedaste atrapado revises que deberías cambiar en tu vida por si hay que volver a jugar de nuevo este juego de niños tan enriquecedor llamado STOP.

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Hay vivencias que dejan una marca en nosotros, y que sin duda pueden servir de inspiración para muchas otras personas. Les invitamos entonces a enviar sus historias al siguiente correo electrónico: mauricio.alvarez@pressenza.com 

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