En el proceso de preparación del libro «Muros que hablan: Memoria gráfica del despertar social en Santiago de Chile», con el que colaboradores de Pressenza (principalente Riccardo Marinai y yo) queremos rescatar la explosión de creatividad visual que llenó los muros de Santiago y gran parte del país, nos pusimos en contacto con muchos de los grafitteros, «artivistas» y artistas visuales que, con estilos muy diversos, acompañaron con sus creaciones las manifestaciones de los diferentes colectivos que fueron uniendo sus demandas contra los abusos del modelo neoliberal chileno. El libro se lanzará cuando acabe la cuarentena del COVID-19, que ha puesto en suspenso las movilizaciones presenciales y las ha llevado a la organización territorial.

Un punto neurálgico fue el GAM (Centro Cultural Gabriela Mistral), cuyas amplias fachadas que dan a la Alameda, a unas 3 cuadras de la Plaza de la Dignidad (epicentro de las manifestaciones en la capital), se convirtieron en una colorida exposición improvisada de murales, afiches, graffiti, pintadas y performances. El mismo Centro se sumó al despertar con su programación teatral y sus actividades culturales.

Quisimos entrevistarlos para conocer sus historias, influencias y visiones acerca del despertar social que está ocurriendo en Chile, y mostrar sus trabajos en una galería fotográfica virtual. Iniciamos con esta una serie de entrevistas a los grafiteros del despertar social chileno.

 

BASTIÁN CIFUENTES ARAYA

Presentémonos: ¿Cuál es tu nombre o el de tu colectivo, y de qué manera han estado involucrados en el despertar social post-18 de octubre?

Mi nombre es Bastián Cifuentes Araya, soy periodista y fotógrafo. Me conocen como Furioso debido a mi Instagram (periodistafurioso) y pertenezco a un colectivo llamado Ruta 35, que es una revista de fotoperiodismo, donde se abarcan diferentes temas sociales de lo que es Latinoamérica. Mi obra «¿Por qué nos encapuchamos?» está pegada en la parte trasera del GAM y también se ha mostrado en galerías de arte de Chile y el extranjero. La foto del «rucio capucha» (el perro amarillo que hace frente al carro lanzaaguas junto a los jóvenes de la «primera línea») salió publicada en varios medios internacionales y pasó a ser uno de los iconos gráficos del 18-O.

¿Cuáles son las influencias de tu estilo gráfico?

Influencias tengo bastantes, desde la pintura clásica, las obras de Steve McCurry o Robert Frank hasta Man Ray y Helmut Newton, Sin embargo, las películas y los grandes directores de arte como Andrei Tarkovsky, siempre, pero siempre van a hacer influencia directa, al igual que la literatura tanto de Hemingway, Kerouac o Huidobro y Parra. En resumen, de todo el mundo de las artes tomo influencias para hacer mi propio arte y estilo, valga el juego de palabras.

¿Qué te ha inspirado el movimiento y cómo ves sus proyecciones hacia el futuro?

La gente, esa es mi inspiración. Lo que más he hecho es retratar, pero a la vez me he puesto a realizar la denuncia y mostrar la lucha de la ciudadanía por tener derechos legítimos como salud, sueldos y un buen pasar por un país que cambió –radicalmente- desde la dictadura, sin olvidar que antes de ese horrible tiempo, también se dieron desigualdades. A futuro, veo un movimiento con más autonomía y determinación, pues la misma ciudadanía se ha involucrado más con sus propios derechos, estudiándolos y viendo las falencias de un sistema que, con el coronavirus, ha demostrado tener un gran margen que solo protege al poderoso y al que tiene dinero.

¿Participas a título personal o colaborando con alguna organización?

Participo en varias. Pero mi prioridad son los veterinarios de VetsSOS quienes ayudan a los perritos de la Plaza de La Dignidad. Son autónomos y la labor que hacen es demasiado noble. Ellos han sido parte fundamental del movimiento, pues han rescatado a muchos perros que se convirtieron en símbolos de lucha luego del 18 de octubre y a través de la venta de mis fotografías voy ayudando económicamente para financiar parte de los tratamientos, o lo que necesiten.

¿Deseas compartir una última reflexión sobre el momento social que vive el país?

Hacer una reflexión en estos momentos es complejo, pero el estallido social y el covid19 han demostrado que en este país solo los que tienen dinero pueden tener una vida digna. Para los que quieran llegar a ese idílico mundo debes de perder tus libertades y trabajar hasta más no poder, sabiendo que no tienes garantías que te avalen. Solo siendo parte del sistema, regalando tu dinero a las AFP* y tiempo completo al trabajo, puedes tener ápices de esa ansiada dignidad. Siento que el movimiento social ha despertado mucho de la desigualdad imperante en esta angosta y larga faja de tierra llamada Chile, pero todavía nos falta. Seguimos cansados y muchos durmiendo, incluso en estos momentos donde la ley, la Constitución y los códigos tanto de trabajo como civil solo benefician a las empresas y no al pueblo. Espero que cuando pase esta pandemia tengamos el suficiente coraje para hacer sentir nuestra voz y podamos hacer un país más justo para todos.

 

Nota: en Chile, las AFP (Administradoras de Fondos de Pensiones) son entidades privadas que administran los ahorros de los trabajadores para su pensión o jubilación. No existe una entidad estatal: todos los trabajadores están obligados a cotizar en el sistema privado e impedidos de retirar sus ahorros antes de su jubilación. Este sistema fue implantado en la dictadura de Pinochet y no se ha modificado en los gobiernos de la democracia.