Por: Doris Balvin, Carlos Crespo, Erika Vicente, Walter Chung, Judith Purizaga, César Huapaya, Marco Montenegro, Olga Moreno, Ricardo Marinai. Centro de Estudios Humanistas Nueva Civilización de Lima, Perú[1].

Vivimos el momento donde el sistema capitalista se nos muestra con sus atrocidades y contradicciones, agravadas por la pandemia del Covid-19. En estas condiciones, un clima de incertidumbre sobre el   futuro se ha instalado en el corazón y la mente de la humanidad.

Nos enfrentamos masivamente al peligro de perder la vida; un fuerte remezón en la conciencia nos obliga a encarar el futuro como algo imprevisible, a experimentar la muerte cercana y posible. A medida que avanza esta parálisis se va develando la magnitud de las condiciones y nos damos cuenta de que necesitamos cambiar la mirada. La vida en este nuevo momento nos exige una mirada integral y comunitaria, emerge la necesidad de velar por el bien común; importa lo que le pasa al otro, al ser humano de cualquier edad y origen, de cualquier lugar del mundo. Surge, entonces, la necesidad de coherencia en la vida cotidiana, donde la “Regla de oro” [2] emerge desde el corazón del Ser Humano como referencia de una nueva ética frente al viejo modelo de la acumulación y la competencia.

Si esta verdad se devela a la conciencia de las poblaciones, no será muy difícil vislumbrar una gran presión global por superar lo que pone en riesgo la vida de todos: el individualismo y la intolerancia, es decir la violencia en cualquiera de sus formas, fundamentos del sistema actual. Por ello, bien podemos afirmar que hemos entrado a un momento histórico de transición exigido por la necesidad de orientar el futuro de la humanidad con otro sistema de creencias, principios y valores.

Navegando en la transición

Cambios culturales y mentales se han venido gestando desde hace varias décadas en diversos puntos del planeta, sin embargo, este momento configura un punto de quiebre para toda la Humanidad. La humanidad entró en un momento crítico de desestabilización, donde se han perdido las referencias que sostenían la organización del mundo. El tiempo lineal y cronológico se detuvo y la razón, con su aparente certeza, perdió el control sobre la naturaleza; la conciencia encuentra menos sustento en el pasado y se ve obligada a abrir sus puertas al imprevisible futuro.  Sin embargo, esta misma condición de gran vacío propicia la búsqueda de nuevas salidas.

Esta transición viene acompañada de una profunda crisis económica mundial, alentada principalmente por la presión e intereses de las élites que, en pacto con los políticos, luchan por mantener sus privilegios haciendo uso de salidas ya conocidas. Todo ello podría distanciarnos del necesario salto evolutivo que la humanidad requiere. Sin embargo, como contrapeso, las poblaciones han venido nutriéndose de múltiples experiencias y se encuentran más sensibles y esclarecidas, con posibilidad de dar respuestas apropiadas en dirección a un cambio de creencias donde la solidaridad, el cuidado del otro, la no violencia, lo positivo y transformador del ser humano saldrá a flote.  La desobediencia civil frente a los poderes de la guerra y la muerte será imprescindible en este camino.

En el plano más personal, la situación de cuarentena ha propiciado un silencio en el mundo externo, que podría favorecer para que se produzca el silencio interno en que la gente vaya encontrándose con lo esencial de la Vida donde emerjan sus mejores aspiraciones. Estas experiencias, debidamente procesadas e integradas, podrán generar cambios rotundos en el medio.

¿Cómo acelerar el salto?

Avanzar en la resolución del miedo que viene acompañado de resistencias al cambio, propiciar la flexibilidad mental que nos permita redescubrirnos como humanos con nuestras mejores potencialidades, eclipsadas dentro de este viejo sistema. Descubrir el Sentido de nuestras vidas para esclarecernos y aportar a la dirección evolutiva de la historia, desde el lugar en que estamos y del modo como podamos.

El intercambio y el apoyo conjunto serán vitales. Tanto para la acción conjunta, como para la evolución personal necesitaremos el acompañamiento de otros. Los acontecimientos pondrán a mucha gente, hoy y después, en duelos generalizados. Ayudemos a facilitar el proceso, propiciando de distintos modos experiencias que acrecienten la fortaleza interna.

Proponemos

Avanzar decididamente en crear y/o sumarnos a espacios de confluencia con otros grupos, colectivos, personas, dispuestas a avanzar en la construcción de un sistema donde el ser humano sea el valor central.

Usar la tecnología creativamente y formas nuevas de comunicación para ganar influencia en el medio.

Apoyar la aceleración del proceso humano con dirección a la construcción de una Nación Humana Universal, posicionando temas que puedan ser reclamados como políticas de gobierno y/o recogidas por las organizaciones sociales de base:

  • Una red de salud pública eficiente y de calidad a la cual todas y todos tengamos acceso.
  • Una educación pública universal y de calidad que impulse el desarrollo de la creatividad y de las potencialidades humanas.
  • La renta básica universal para todas y todos los habitantes del planeta, que permita un desarrollo personal y social sin presiones económicas.
  • Transferencia de los fondos de armamentismo a la salud, la educación, la renta básica, etc.
  • Reconocimiento de la emergencia climática con medidas para reducir drásticamente los gases efecto invernadero, poniendo en marcha una economía orientada a la administración de la casa común donde el ser humano y la biodiversidad sean los valores centrales.
  • Alimentación agroecológica de base local en manos de la pequeña agricultura familiar y que se garantice la seguridad y la soberanía alimentaria.
  • Desuso gradual de los combustibles fósiles y uso de energía renovable no convencional al 100%, dejando al petróleo bajo tierra y bajo el mar.
  • Exigencia ciudadana para el cumplimiento de los derechos humanos fundamentales esgrimidos en todas las constituciones políticas del mundo, y poco practicadas.

[1] Este trabajo constituye el aporte para un proceso de reflexión mundial emprendido por el Centro Mundial de Estudios Humanistas (CMEH).  El CEH-NC nació en Lima en 2008, desde entonces ha emprendido en la construcción de redes en campos como la Educación y la Ecología. Bajo modalidades presenciales y virtuales ha desarrollado programas, cursos y procesos de formación para la no violencia, con estudiantes y docentes en universidades, colegios y comunidades. Ha impulsado la comunicación amplia con uso de la radio (programa radial Entre Amigos); ha promovido el estudio y la reflexión mediante simposios, conversatorios y mesas de diálogo y ha difundido sus resultados con publicación de libros, manifiestos y artículos de opinión.

[2] “Trata a los demás como quieres ser tratado” es un principio ético universal, presente en diversos pueblos, culturas y religiones, que ha revelado la presencia de una actitud humanista a lo largo de la historia humana.