Por Madeleine John

Sólo hace dos semanas el Estado era sinónimo de burocracia, ineficiencia y corrupción. Con todos los últimos presidentes en prisión, arresto domiciliario, con orden de extradición o suicidas, el descreimiento en la clase política era total. El año pasado la población clamaba el cierre de un congreso que obstaculizaba cualquier medida pensando en sacar provecho para las próximas elecciones. El cierre del congreso fue mayoritariamente aplaudido. De los policías solamente se esperaba arbitrariedad y corrupción.

El slogan tácito en el que se creía era: “Sólo la empresa privada salvará al Perú” y cada cual vivía encerrado en su ensueño del éxito individual.

¿Qué pasó en estos últimos 10 días?

Llegó el primer caso de infectado por coronavirus. El 11 de marzo se suspendieron las clases en los colegios, institutos y universidades. Al día siguiente se cerraron las fronteras, luego se anunció el cierre del transporte aéreo, marítimo y terrestre en todo el territorio. Día a día se daban nuevas medidas. La situación se aceleraba vertiginosamente. Primero se prohibió cualquier reunión con más de 300 personas y una semana después estamos en confinamiento social obligatorio y toque de queda desde las 8pm hasta las 5pm. Se cerraron todos los establecimientos salvo los hospitales, farmacias, medios de comunicación y centros de abastos. Se estableció el estado de emergencia con la suspensión de las garantías y la policía y los militares patrullando y a cargo de implementar las medidas del gobierno.

10 días después el presidente cuenta con el 87% de aprobación y la gran mayoría de peruanos se sienten comprometidos con la dirección que está marcando. ¿Qué produjo eso en tan corto tiempo?

Sentimos que repentinamente cambiaron las prioridades y los recursos del estado se reencausaron para cuidar y proteger a su población. Por ejemplo, se asignó un bono de aproximadamente 120 US$ a 3 millones de familias en estado de pobreza o pobreza extrema que hoy lunes 23 se empezó a cobrar a través del sistema bancario. Un dato curioso: se asignó a un miembro de cada familia autorizada a cobrar el bono. Se entregará el bono a las mujeres, salvo en los casos que no haya ninguna mujer en la familia, se entregará a un hombre. Hoy se anunció que se asignará un bono a las personas que viven de ingresos diarios y que no pueden salir a trabajar.

Se redireccionaron recursos para el sector salud en todas las regiones. Solo en Lima un hospital que estaba por inaugurarse en algunos meses, ya se implementó solamente para pacientes con COVID-19 y el complejo deportivo de los Juegos Panamericanos quedó listo en pocos días para albergar a los enfermos. El Ministerio de Salud convoca a las clínicas privadas a sumarse bajo su coordinación. Se implementan 80.000 líneas telefónicas para todo tipo de atenciones médicas.

El gobierno también dispuso la reprogramación de las hipotecas, tarjetas de crédito y todo tipo de deudas con el sistema financiero sin moras ni multas.

La velocidad de respuesta del ejecutivo ha resultado sorprendente. El Ministro de Educación anunció para esta semana la implementación de programas de educación desde inicial, primaria y secundaria en sus plataformas virtuales, el canal de televisión del estado y Radio Nacional en español, quechua, aimara y 14 lenguas amazónicas. Como dijo el ministro: “Vamos a tratar de aprovechar esta coyuntura difícil como una oportunidad de repensar la forma como educamos”.

Todos los días tenemos al presidente con sus ministros en conferencia de prensa televisada recogiendo las inquietudes de la población. “Señor presidente, están especulando con los precios de los alimentos”. Al día siguiente explica que están elaborando una norma para controlar y evitar la especulación que contemple el delito de la especulación. Atrás quedó la ley de la oferta y la demanda y del libre mercado. A través del aplicativo “Agrochatea” y “Mi Caserita” el Ministerio de Agricultura informa diariamente de los precios en los mercados.

La policía y los militares tienen la consigna clara de evitar todo costo social. Aún cuando un grupo de personas desesperadas los agreda, deben responder con calma y prudencia, explicando y apoyando.

En sus mensajes diarios, el presidente exhorta a la solidaridad, a pensar en el otro, a cuidarnos mutuamente. También señala los comportamientos negativos de viveza, aprovechamiento, irresponsabilidad, señalando las consecuencias negativas para todos. Y, curioso, muchas personas retroceden de su acción compulsiva y se suman a esta oleada de sentimientos hacia el colectivo.

El primer caso de coronavirus nos sorprendió en el Perú con 3 millones de familia registradas en estado de pobreza y extrema pobreza, con 3 millones de personas en las zonas periféricas de Lima sin acceso a agua potable, con un sistema de salud desabastecido y hacinado, con comunidades olvidadas, con cada uno abriéndose paso a codazos. Han pasado sólo 10 días. Ya nada será igual. Cada uno es importante y cada cual puede aportar desde donde está para converger hacia el bien común.