Cuando era pequeño había una marca de juguetes para niñas, la “Señorita Pepis”, que permitía a niños y niñas reproducir las actividades de las mujeres, como el maquillaje, cuidar un bebé o tricotar. Eran otros tiempos, pero no en una galaxia muy lejana. No era maquillaje de verdad, pero permitía a las niñas actuar como una mujer adulta. Pues el estado de alarma decretado por Pedro Sánchez parece un estado de alarma de la “Señorita Pepis”. O de “Te lo juro por Snoopy”.

No entendía cómo, el viernes, se anunciaba que, el sábado, se decretaría un estado de alarma. Un periodista inteligente me comentaba que había que administrar los tiempos para hacer consciente a la ciudadanía de aquello que vendría, y aquello que vendría tenía que ser un confinamiento generalizado. Al menos así lo pensaba yo.

Tantas horas de discusión en Consejo de Ministros, viernes y sábado, presagiaban un Decreto con medidas contundentes y ejemplares. ¿O quizás solo era una cortina de humo para tener desplegadas las fuerzas y cuerpos de seguridad para la situación de alarma?

Pero no. De entrada lo primero que hacía el Presidente del gobierno y el Decreto que acuerda el estado de alarma, es decidir quién manda: Pedro Sánchez, los ministros de Defensa e Interior y sobre todo el de Sanidad. Utilizar palabras como “autoridad competente” me traen a la memoria las palabras de Tejero en el Congreso de los Diputados el 23 de febrero de 1981. Un poco de mal fario.

La pregunta que me hago es si para acordar las medidas que después menciona el Decreto hay que controlar todas las fuerzas de policía, tanto las autonómicas como las locales. Si es para extender medidas de confinamiento como las desplegadas alrededor de Igualada, seguramente que sí. Pero para decir que podemos ir a la “pelu”, pues seguramente no.

Los últimos datos de Madrid son terribles: tiene casi la mitad de los casos positivos de toda España y dos terceras partes de los muertos. Y aumentará… No hay que aislar Cataluña del resto, como quería el Presidente Torra. Basta con aislar Madrid. Y para eso sí que hace falta un estado de alarma de verdad, no uno que parezca más bien dictado por “Los Hermanos Malasombra” de “Los Chiripituflauticos”. Pero, claro, Madrid es la sede de las élites españolas y antes contagiar en toda España que una medida que dictaría el sentido común más elemental. Pedro Sánchez nos engaña y lo hace conscientemente.

Las medidas son tibias y melindrosas. Somos una sociedad acostumbrada a vivir en la calle. Si por un lado nos sorprendía la actuación de la comunidad china, que cerró todos los locales comerciales y se confinó en casa antes de las órdenes de las autoridades, la sorpresa no tiene límites cuando comprobamos que la gente ha decidido pasar el fin de semana en la costa de Murcia, o ir a la sierra madrileña. Pero, ep!, no es solo una cuestión de Madrid. En el País Vasco, a pesar de la situación de emergencia decretada, las segundas residencias de Cantabria se han llenado a rebosar. Y en la Cerdanya.

El gobierno de Madrid ha optado por una recentralización absoluta vía estado de alarma. Lamentablemente tengo que darle la razón al gobierno de la Generalitat de Cataluña. ¿Un gobierno encabezado por Torra más responsable que un gobierno encabezado por Pedro Sánchez? ¿Dónde hemos ido a parar?

El gobierno de Madrid no es leal, no ya con los gobiernos autonómicos, sino con la gente. ¿Por qué la gente de Igualada tiene que ser aislada y la de Madrid no? De hecho no decretar el aislamiento de Madrid, en unas circunstancias como estas, pone en riesgo al conjunto de la gente de toda España. Además de mostrarse irresponsable y cobarde, Pedro Sánchez comete un verdadero atentado contra la salud pública.

La retórica de la parte final del discurso de Pedro Sánchez menciona tanto las palabras país y unidad que nos devuelve a un discurso nacionalista, caduco en estas circunstancias. Más le habría valido hablar de personas. Pero claro el subconsciente lo traiciona.

Tal y como van las cosas será inevitable que más pronto o más tarde aíslen Madrid. Solo variará el número de muertes que habrán sido necesarías para hacerlo.