por Gaudencio Rodríguez Juárez*

Las múltiples reacciones y manifestaciones mostradas en estos días por parte de las mujeres de nuestro país debido a los recientes feminicidios dejan ver su dolor y hartazgo ante una de las caras más funestas y letales de los hombres: la violencia de género y feminicida.

Hoy, las múltiples manifestaciones de indignación de las mujeres nos deben interpelar a los hombres. La violencia es un delito, una barbarie, un problema de este sector de la población, estadísticamente hablando. De ahí que la solución nos corresponda.

Recordemos que la violencia de género no es un problema de convivencia, un conflicto entre personas, desacuerdos interpersonales, sino un asunto de salud pública, de derechos humanos y de seguridad ciudadana. Se trata de un crimen que padecen las mujeres, quienes durante décadas han asumido un papel activo en la búsqueda de prevención, atención y erradicación, y ante el cual sólo algunos hombres, en los últimos tiempos, han emprendido cambios actitudinales, acciones, programas, manifiestos y campañas.

Congéneres, el crimen de la violencia de género y feminicida nos interpela.

¿Qué estamos haciendo para acabar con ella? ¿Es moralmente asumible que la inmensa mayoría de los hombres no nos movilicemos para acabar con esta plaga que nos invade? ¿Te has detenido a pensar si puedes hacer algo más de lo que haces para luchar contra la violencia de género y feminicida?, son preguntas que la Asociación de Hombres por la Igualdad de Género lanzó a otros hombres en su manifiesto del 2003. Todo ello al constatar que la mayoría, nos hemos limitado a contemplar desde la distancia, sintiéndonos libres de culpa y pensando que basta con no ser nosotros los que maltratan.

Esta agrupación de hombres afirma con contundencia que la violencia es posible porque el resto de nosotros mantenemos algún tipo de complicidad y cierta tolerancia hacia ella. Muchos de nosotros hacemos muy poco o nada por miedo, por egoísmo, por rencor o por una malentendida solidaridad masculina.

Congéneres, no es suficiente con no ejercer violencia. Necesitamos ir más allá.

A través del mencionado Manifiesto, dicho colectivo nos invita a dejar atrás todas las excusas, los inconvenientes, los miedos, las reticencias, las comodidades. Es la hora de actuar. Los hombres no podemos seguir permaneciendo ocultos, pretendiendo no tener responsabilidad moral ante las víctimas. Debemos alzar nuestra voz y hacer llegar a la sociedad un claro mensaje de rechazo absoluto de las raíces de la violencia, negando cualquier razón que la justifique. No hay excusa posible.

Los hombres violentos han de saber que sus actuaciones son inaceptables. Es nuestra responsabilidad actuar allí dónde se dé o se prepare el horror.

Si los maltratadores encuentran un rotundo no, un contundente rechazo social, especialmente por parte del resto de los hombres, la violencia contra las mujeres se reducirá muy considerablemente. No hay que olvidar que cada gesto, actitud o comentario peyorativo y discriminatorio contra estas aumenta la permisividad y abre el camino hacia el maltrato.

Renunciar a toda forma de violencia, comprometernos a establecer relaciones igualitarias con las mujeres y con otros hombres, comprometernos a romper el silencio y la complicidad con otros hombres que actúan violentamente contra las mujeres, son acuerdos plasmados en el Manifiesto Latinoamericano de Hombres contra la Violencia.

Aprender acerca de la violencia –y no hay mejor manera de hacerlo que escuchando a las mujeres–, aprender por qué algunos hombres son violentos, retar el lenguaje sexista y las bromas que degradan a la mujer, examinar cómo la propia conducta podría contribuir al problema, aprender a identificar y a oponerse al acoso sexual y a la violencia en nuestro lugar de trabajo, escuela y familia; apoyar y financiar programas locales de mujeres, denunciar los casos conocidos y apoyar en todo momento a las víctimas, son múltiples posibilidades de acciones concretas que debemos emprender, de acuerdo con la Campaña del Listón Blanco. Emprendamos. Actuemos. Responsabilicémonos.

Congéneres, es mucho lo que tenemos por hacer, debido a que hemos hecho muy poco al respecto.


* Psicólogo / gaudirj@hotmail.com

El artículo original se puede leer aquí