‘Los verdaderos amigos se conocen en la necesidad’ es un viejo refrán que en los últimos días citan las máximas autoridades de China, al sopesar las reacciones solidarias y discriminatorias surgidas ante la epidemia del coronavirus 2019-nCoV.

Desde el inicio de la guerra contra el brote, el gigante asiático recibe donaciones, mensajes y distintos gestos de apoyo de gobiernos, empresas y organizaciones internacionales que, además, encomian las decisiones extraordinarias tomadas para proteger la salud pública de su población y la de todo el planeta.

Insumos como nasobucos, trajes protectores y antisépticos, muy necesarios para evitar un déficit en los hospitales, llegaron desde una veintena de estados, incluido Corea del Sur, Tailandia, Malasia, Turquía, Pakistán, Irán, Belarús, Japón, Trinidad y Tobago, Argelia y Egipto, así como del Fondo de la Organización de Naciones Unidas para la Infancia y El Vaticano.

El gigante asiático lo agradece y saluda asimismo la voluntad sincera de otros países que desean contribuir de múltiples maneras a la contingencia sanitaria y siempre estar a su lado en un momento tan difícil.

‘Acogemos con beneplácito las muestras de entendimiento (…) China no está sola en la batalla contra el coronavirus, aparte de su pueblo muchas naciones amigas expresan su respaldo y solidaridad’, remarcó esta semana Hua Chunying, vocera de Ministerio de Relaciones Exteriores.

Sin embargo, deploró pronunciamientos y acciones alarmistas de algunas administraciones como altas advertencias de viajes, cierre de fronteras, restricciones de visado y reducciones de vuelos, que de paso estimulan la paranoia, el temor y lo que es peor, actitudes xenófobas y discriminatorias.

Esos males corren por el mundo con mayor velocidad que el coronavirus borrando la línea entre el odio y la humanidad, pues tienen como blanco a nativos de China, Asia y sus descendientes en el exterior, solo porque se les asocia con una afección respiratoria misteriosa y responsable de más medio millar de muertes y miles de infectados.

Frases como ‘Alerta amarilla’, ‘No chinos’ o ‘Coronavirus Made in China’ lastimosamente aparecieron en establecimientos comerciales, redes sociales y portadas de influyentes medios internacionales de prensa.

También salen a la luz historias de niños asiáticos acosados en escuelas de Canadá, exclusión de estudiantes en universidades de Estados Unidos y con miedo al mero hecho de estornudar en público porque reciben miradas que los incriminan con el contagio del patógeno.

Pero frente al estigma gana fuerza el movimiento #NoSoyUnVirus, se posiciona en redes sociales como una forma de protesta y ya es considerado una alerta internacional que visibiliza un flagelo encubierto en muchas sociedades del orbe.

La campaña online se activó en España, Francia, Canadá, Estados Unidos e Italia, entre otros países, y decenas de imágenes acompañadas con la etiqueta #nosoyunvirus denuncian a diario las demostraciones racistas, fruto, mayormente, de la ignorancia, los rumores y las informaciones falsas. ‘El pánico es más letal que cualquier enfermedad contagiosa (…) Éste es un momento para la ciencia y no para los rumores. Es un momento de solidaridad y no para el estigma. Es el momento de hechos, no de miedos’, enfatizó la cancillería china.

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