/ Texto y Fotografías: Roberto Candia White /

Como en muchas partes del mundo, la práctica del reciclaje ha estado presente en Chile, aunque no siempre del modo más sistemático y con un marco legal como en la actualidad. En décadas anteriores se realizaba en círculos específicos, un nivel familiar o de personas interesadas.

Posteriormente, con la creación del Ministerio de Medio Ambiente en 2010 y la implementación de certificaciones correspondientes se ha promovido la sistematización del reciclaje, aunque solo de manera voluntaria, a nivel escolar y municipal. Esto requiere que los colegios reciban la educación necesaria para hacerlo posible, recibiendo el reconocimiento correspondiente.

En la actualidad, gran parte de los municipios del país han actuado activamente en promover el reciclaje de los Residuos Domiciliarios Sólidos (RDS), con el apoyo de los Gobiernos Regionales, pero en muchos casos con un resultado y riesgo dispar.

Cada chileno desecha, en promedio, 1,5 kilos de basura, lo que produce un total de casi 17 millones de toneladas de residuos sólidos al año .

En Chile, más de 55 mil toneladas de PET virgen se usan como materia prima para la fabricación de botellas de bebidas, jugo, agua y otros líquidos. Menos del 15% de ese total se recicla.

Se espera que en 2020 se recicle un millón de toneladas de vidrio, lo cual lo hace un mercado de grandes proyecciones en Chile. Sin embargo, los espacios de acopio muchas veces no dan abasto para la gran cantidad de envases depositados.

Una de las grandes deficiencias en el reciclaje en Chile es la falta de educación al respecto o la no continuidad en la entrega de la misma. Esto resulta en la disposición desordenada, mezclando residuos que podrían ser aprovechados de mejor forma.

Para el caso de los residuos industriales (no domiciliarios), en 2016 se promulgó la ley de Responsabilidad Extendida del Productor (REP – Ley Ley 29.920), la cual regula la disposición y reciclaje de elementos que en la actualidad no son reciclados o cuyo reciclaje no está sistematizado. Usualmente esos residuos son dispuestos inadecuadamente, creando microbasurales. La normativa entrará en plena vigencia en 2021.

Por lo general, los puntos limpios se instalan bajo una política municipal de corto plazo, sin contemplar una proyección de las cantidades que se acopiarán en el futuro. Esto causa que cada punto vaya siendo “parchado” con otros contenedores no contemplados inicialmente.

En general, no hay suficientes puntos limpios en las comunas de la Región Metropolitana. Sin embargo, muchos municipios han implementado un eficiente y periódico sistema de limpieza.

En muchas comunas de Santiago existen puntos limpios en desuso, por la habilitación de contenedores en otros sitios de mayor afluencia de público o la redistribución de recursos. A pesar de no estar vigentes, se transforman en microbasurales por la continua disposición de RDS o la ignorancia de los usuarios respecto a las nuevas locaciones.

La Secretaría Regional de Medio Ambiente estimaba en 2019 la existencia de más de 600 microbasurales, menores a una hectárea, en la Región Metropolitana. La falta de lugares adecuados de acopio y la falta de educación asociada impide que los usuarios dispongan los residuos adecuadamente.

Muchos municipios realizan convenios con empresas privadas, lo cual garantiza puntos de acopio con buenos estándares de calidad, suficiente cantidad de contenedores, un retiro periódico y una educación adecuada a los usuarios.