Por Susana Lucero

La memoria es muy interesante, nos ayuda a recordar un olor, un paisaje, una idea, o cierta nostalgia de nuestro ámbito familiar en el cual nos formamos. Por lo tanto cuando uno recibe un estimulo, memoria toma el dato y lo guarda. Esta característica que proviene desde la primera infancia, y va formando un sustrato básico, es de suma importancia porque permite desarrollar una base de datos infantiles, donde todos los datos de memoria que se vayan acumulando, van a estar organizados por esa memoria antigua, que va quedando en lo profundo de la conciencia. Conciencia rescata con dificultad los datos más antiguos pero esa memoria sustrato, es la que va permitiendo acumular otros datos más y más recientes hasta llegar a los datos inmediatos del día. Esos datos que hemos recibido en la infancia operan y mantienen un paisaje que en cierta forma opera como creencias, costumbres y modos de actuar en la vida.

Esas creencias se expresan, determinan los usos y costumbres, también la organización del lenguaje. Este sistema de creencias se modifica a medida que cambia el nivel de las generaciones y permite el surgimiento de nuevas ideas, es aquí donde ponemos el énfasis.

Nos hemos formado en un paisaje cultural y en un momento histórico dado, ello nos lleva a preguntarnos por las condiciones de nuestra vida, en esta época donde la vieja solidaridad se evapora, la desintegración del tejido social se hace evidente, donde el dinero lo es todo, es gobierno, es ley, es poder, y básicamente subsistencia. Donde el capital especulador va concentrándose mundialmente. Está llegando un tiempo en que todo será propiedad indiscutible de la banca y no hablamos sólo de educación, salud, vivienda, trabajo, recreación, descartando progresivamente al ser humano.

Ese estado de violencia opera y es apoyado por gobiernos neoliberales, de extrema derecha, opera desde la desestabilización a las economías progresistas, lo acompaña la amenaza de golpes de estados, y con ello los ejércitos donde masacran civiles, y sobre todo estudiantes ya que son la amenaza de futuras revueltas, al no aceptar un modelo que no reconocen ni en su paisaje, ni en sus ideales de lo que quieren y de lo que no quieren.

Si nos hemos formado en un paisaje donde lo fraterno, lo humano, eran el valor central, donde la familia era el núcleo social, esas creencias están cambiando, nos hemos agotado y perdido el rumbo de lo que queremos y cómo lo queremos o modificamos nuestras creencias y lanzamos una nueva mirada, donde la lucha sea saber si se quiere vivir y decidir en qué condiciones hacerlo.

Pero si nuestra formación fue en otra dirección donde el modelo no es solidario también se expresará en múltiples formas.

E impone su punto de vista y su comportamiento como “arrastre” de otra época.

En el ocaso de las revoluciones, la memoria antigua no alcanza a comprender, que han cambiado nuestros modelos; los valores, las relaciones interpersonales, lo que se debía hacer y lo que no, como registro unitivo. Los ideales han variado, las interpretaciones toman la sugerente senda de no dar respuestas, da lo mismo lo que se dijo ayer de lo que se traduce hoy, el oscurantismo se expresa en la falta de información fidedigna, en el repudio a la razón, en la desfundamentación del pensamiento, o en un pensamiento débil y fragmentado. El lenguaje cambia, se sintetiza, se pasa de la intolerancia a la indiferencia produciendo un vacío e inmovilizando intenciones y proyectos a futuro.

La crítica a todo lo que no reconozco como parte de un paisaje está desvirtuando las acciones y las relaciones, por eso la no concordancia generacional con la política tradicional. Estas nuevas generaciones las definimos como estructuras dinámicas, son el tiempo social en movimiento, son el presente social que si no se atiende puede perderse una oportunidad histórica para producir un salto en la conciencia social.

Esta forma de protestas No-violentas, siguen vivas y se desenvuelven en el mundo cada vez con más eficacia. Las intervenciones diarias y masivas de trabajadores, mítines, manifestaciones de protestas, huelgas, movimientos femeninos, estudiantiles, campesinos, intervenciones por radio, T.V., volantes, pancartas, arte callejero, popular, etc. todo eso constituye las formas de ética y prácticas de la No-violencia, que se esfuerza en minimizar la violencia y de superarla completamente para encaminar los métodos y formas de resolver oposiciones y conflictos sobre formas No-violentas y creadoras. Como estrategia de lucha es la denuncia sistemática de todas las formas de violencia que ejerce el sistema.

La coherencia interna y externa es lo que falta para cerrar un ciclo y pasar a un nuevo momento histórico.