Por José Geraldo Couto

Es poco común encontrar en cartelera películas en diferentes  idiomas. Nominados al premio Oscar como mejor película extranjera, están las producciones latinas “La odisea de los Giles” y “Retablo”; y también la producción africana “Papicha”, que permiten que nos veamos a nosotros mismos en otros tiempos y lugares.

«Nada nos parece extranjero aunque los sea», escribió Paulo Emilio Sales Gomes de forma lapidaria. «Quizás es por eso que podemos reconocernos en mayor o menor medida en películas que vienen de todas las partes del mundo».

En este momento está sucediendo algo inusual en nuestro circuito de visualización. Las obras habladas en idiomas que distan bastante entre sí, se ponen en cartelera al mismo tiempo, precisamente porque fueron nominadas al premio Oscar en la categoría de cine extranjero, representando a sus respectivos países:  la película coreana “Parasite”, la peruana “Retablo”, la argelina “Papicha”, la argentina “La odisea de los Giles” y, aún persistiendo en alguna salas de cine, la española “Dolor y Gloria”. Además, dentro de dos semanas llega a cartelera la película brasileña “A vida invisíble”.

Comenté sobre “Parasite” y “A vida invisível” hace unas semanas, cuando se exhibieron en la Muestra de Cine Internacional de São Paulo. Sobre la espléndida “Dolor y Gloria” hablé brevemente mientras continuaba en cartelera. Hablemos de las otras entonces.

“La odisea de los Giles”

La comedia del argentino Sebastián Borensztein (al igual que la galardonada “Un cuento chino”) tiene todas las características que a menudo se elogian en el cine del país vecino: una trama bien establecida, personajes interesantes, diálogos ingeniosos, humor mordaz y una aguda percepción del contexto histórico-social.

La historia tiene lugar en un pueblo del interior en decadencia a principios de la década de los 90  hasta el siglo 21. Un grupo de vecinos más o menos fracasados, dirigido por un ex futbolista (Ricardo Darín), quien ahora posee una pequeña estación de servicio, resuelve formar una cooperativa en un viejo silo de granos. Cuando logran juntar sus ahorros para invertir en la empresa, llega “el corralito”, una brutal confiscación de depósitos bancarios impuesta en 2001.

Aturdidos y desesperados, idean una forma inverosímil de reclamar el dinero mientras castigan a quienes los han dilapidado. Alternando la crónica social, el suspenso, drama, la comedia e incluso la épica, la película se beneficia de su pintoresco conjunto de personajes, una mezcla de personas fracasadas medio alocados que hace referencia a “Los desconocidos de siempre” de Mario Monicelli y, aún más remotamente a la brillante novela “Los Siete Locos” de Roberto Arlt.

Es el esquema de una película de “gran estafa” (robo a un banco o joyería), pero con un despliegue que la convierte en una película de “contragolpe”, con un fuerte tono de crítica social. No cambia el mundo ni la historia del cine, sino que manipula de manera efectiva los códigos de diversos géneros, manteniendo el desapego irónico de todos ellos y, lo que es más importante, captando el interés y el entretenimiento en todo momento.

“Retablo”

En su primer largometraje, el peruano Álvaro Delgado Aparicio demuestra una notable seguridad al entrelazar una típica «novela de formación»(Bildungsroman) con una vívida representación crítica de una cultura y una sociedad. La historia se desarrolla en una comunidad rural de los Andes, donde un artesano (Amiel Cayo) construye pequeños retablos u oratorios de madera con figuras humanas y animales hechos de pasta de papa. Su hijo adolescente Segundo (Junior Bejar) lo ayuda a fabricar y vender las piezas mientras aprende el oficio.

La relación armoniosa entre padre e hijo parece estar integrada al principio por una imagen idílica de la comunidad de aquel pueblo, donde todos se conocen, se ayudan y festejan juntos en medio de un impresionante paisaje de los Andes. Sin embargo, gradualmente o a breves rasgos, aparecen signos inquietantes tanto de la vida doméstica como del contexto social.

Luego, con el aumento de violencia, salen a la luz los impulsos represivos y destructivos implícitos de los individuos y del grupo. El maravilloso lugar de nacimiento se fragmenta, y Segundo se ve sumido en un vértigo de duda en un doloroso rito de iniciación.

Lo notable de “Retablo” es el hecho de que habla de machismo, intolerancia, el peso opresivo de la tradición y el papel redentor del arte sin mencionar estas grandes palabras a lo largo de la película.

Además, hay un diálogo permanente entre la forma de la película (sus encuadres que a menudo hacen referencia a la composición simétrica de los retablos, su uso inventivo del contracampo y fuera de cuadro) y lo que retrata. La primera secuencia es ejemplar: con la pantalla oscura, escuchamos la voz de Segundo que describe a una familia. Luego, vemos a los miembros de las familia posando como para una foto. Un muchacho va al frente de ellos, con los ojos vendados y al lado de su padre. Más tarde entenderemos el significado de la escena. En resumen, una película encantadora.

“Papicha”

La película argelina también es el primer largometraje de ficción de la directora Mounia Meddour, que también es acerca de la intolerancia( en este caso religiosa y sexual) en la que contrapone a un grupo de jóvenes argelinas y la brutal ofensiva fundamentalista que  plagó al país en los años 90.

La protagonista, Nedjma (Lyna Khoudri), es una estudiante que aspira ser diseñadora de modas y vende sus creaciones tras bastidores de los clubes nocturnos en Argel. Junto a un grupo de amigas, ella organiza un desfile de modas dentro de la escuela donde ellas estudian y viven. El contraste entre la vivacidad y sensualidad de las chicas y la violencia fundamentalista que las rodea (ejercida en parte por las propias mujeres fanáticas) proporciona la base dramática de la película y se expresa visualmente mediante el contraste de vestimentas.

El problema es que todo es demasiado explícito y enfático: la alegría de las protagonistas es casi histérica, el machismo ceñudo de los hombres que las rodean, la canallada de los oportunistas, de modo que, con raros momentos de excepción, la película parece ser una mera ilustración audiovisual convencional de un manifiesto, que en mi opinión hace que esta intención libertaria paradójicamente pierda su fuerza.


Traducción del portugués por Erika Rodriguez

El artículo original se puede leer aquí