¿Cómo podemos pretender ser libres cuando nuestra única opción es trabajar? Esta no es una pregunta sin fundamentos. Para la mayoría de la población en las sociedades occidentales, el sistema laboral es probablemente el principal obstáculo para tener tiempo libre todos los días.

Tenemos la opción de trabajar o no: esta no es en absoluto la perspectiva de una sociedad libre, especialmente una sociedad con una riqueza material sin precedentes. ¿Pero qué tal si pudiéramos extender nuestro tiempo personal? En busca de una mayor libertad, un movimiento laboral de cuatro días se desarrolló rápidamente.

Trabajamos en exceso sobre una base repetitiva y sufrimos una crisis de deterioro de la salud mental. En 2018, el número total de días perdidos debido al estrés, la ansiedad y la depresión relacionados con el trabajo en el Reino Unido aumentó de 3 millones a 15,4 millones. La sobrecarga laboral es la principal causa de enfermedad en el trabajo; se pierde uno de cada cuatro días debido a un exceso de horas de trabajo. El problema es mundial: en Japón, unos 10.000 trabajadores mueren cada año tras largas jornadas de trabajo. El problema es tan intenso que se le ha dado un nombre específico: karōshi

karōshi, muerte causada por exceso de trabajo.

Las largas jornadas de trabajo no sólo son tóxicas para la salud, sino que también son poco significativas económicamente: Alemania, Países Bajos y Noruega tienen el tiempo de trabajo de duración mínima en Europa. Sin embargo, la productividad es un 26% menor en el Reino Unido que en Alemania, donde los empleados trabajan menos horas. Si los funcionarios alemanes dejaran de laborar el jueves a mediodía, producirían el mismo trabajo que un empleado británico antes de que finalice el viernes. En Japón, el exceso de oferta de mano de obra tiene las tasas de productividad más bajas entre los países del G7.

Nuestro sistema de trabajo no funciona y es anacrónico. Este contribuye a que los problemas interrelacionados dentro de las distintas actividades económicas continúen, incluyendo el crecimiento del empleo informal o no regulado, el impacto de la automatización, la persistencia de las desigualdades de género, la productividad residual, la continua polarización de la mano de obra y las enormes desigualdades de ingresos.

Algunos están progresando con éxito, en busca de un modelo laboral con menos horas trabajo. Los sindicatos de toda Europa están empezando a hacer campaña para reducir el número de horas. La asociación alemana IG Metall y el Sindicato de Trabajadores de la Comunicación del Reino Unido han realizado importantes progresos en este ámbito, mientras que el Instituto Sindical Europeo y la Confederación de Sindicatos también han planteado la posibilidad de reducir el número de horas de trabajo semanales.

Algunas administraciones locales están experimentando esta innovación. En 2015, el Ayuntamiento de Reykjavik, en Islandia, llevó a cabo un plan piloto con el fin de reducir las horas de trabajo semanales a alrededor de 4 horas por persona. Con 70 personas, la experiencia ha sido tan exitosa que se ha extendido a 2.000 empleados municipales y es probable que se convierta en una medida de forma permanente.

En Nueva Zelanda/Aotearoa, Perpetual Guardian se ha convertido en la primera empresa que decidió transferir a su personal a un puesto semanal de 4 días sin reducción de salario. El rendimiento se ha mantenido estable, mientras que el equilibrio entre el trabajo, la vida personal y los niveles de estrés del personal ha mejorado significativamente. Organizaciones de toda Europa y Estados Unidos están experimentando el mismo sistema, pero con distintos modelos de trabajo.

Estamos experimentando una nueva política de tiempo por parte de sindicatos, activistas, partidos políticos y empresas. La reducción de la jornada laboral semanal es una respuesta práctica y humana a las múltiples crisis a las que se enfrenta nuestra economía. Pero es más que una respuesta técnica a estos problemas: una reducción del tiempo de trabajo flexibilizaría la carga laboral y ampliaría el tiempo en el que todos podríamos sentirnos verdaderamente libres.

por Aidan Harper

Source: newint.org


Traducción del francés por Soledad Imbago

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