Por Máximo Estupiñán Maldonado.

«…un fenómeno, por encubierto y hasta negado, no deja de ser menos real».[1]
Alberto Flores Galindo.

El presente artículo realiza un acercamiento a los discursos sobre la piel y sobre la cultura utilizados por los medios de comunicación masivos en el Perú. En él reflexionamos sobre cómo nos vemos los peruanos a nosotros mismos, sobre qué nos decimos unos a otros mientras habitamos en una sociedad de consumo, y sobre cómo la piel, el color, la apariencia y el fenotipo adquieren significado y valor en el Perú contemporáneo a inicios el siglo XXI.

Los estereotipos o las celdas que aprisionan la mentalidad humana

Los estereotipos están compuestos por un conjunto de características supuestas con las que se tipifica mentalmente a una población en un área o espacio y tiempo determinados y que nos indican desde una posición socioeconómica hasta una valoración social de los individuos y grupos que la componen.

Los estereotipos son como monedas de dos caras: por un lado existe una cara visible, mientras que detrás existe una cara oculta. La cara visible de los estereotipos está conformada por aquellas características que los grupos «deberían» o «deben» poseer necesariamente, de acuerdo a las percepciones o imágenes de la población. Por el otro lado esta la cara «oculta», es decir, lo que supuestamente los grupos «no deberían ser».

Estas son imágenes integrales, representaciones subjetivas permanentes dentro de la mentalidad de las poblaciones, son grandes generalizaciones que embolsan o empaquetan a los seres humanos irrespetando completamente las diferencias individuales.

Los estereotipos siempre responden a típicas afirmaciones excesivamente generales tales como «todos los X son así» y se constituyen en grandes celdas mentales que tienden a realizar exageradas generalizaciones considerablemente reduccionistas del género humano, excluyendo cualquier tipo de diferencias individuales.

Los estereotipos aparecen generalmente allí donde han existido relaciones humanas asimétricas y desigualitarias, son producto de relaciones donde los grupos humanos han permanecido en condiciones de vida jerarquizadas en las cuales las diferencias físicas y culturales al adquirir el estatus de «valores», desempeñan el papel de sinónimos de lo bueno o lo malo, lo valorado o lo minusvalorado, lo apreciado o lo rechazado.

Los estereotipos ejercen también una función perceptiva de generalización, simplificación, estabilización y ordenamiento del todo social intergrupal; se constituyen en grandes abstracciones que cargan de imágenes positivas o negativas categorías raciales de amplia vigencia mental.

Una de las funciones más saltantes de los estereotipos es que permiten atribuirle al grupo estereotipado todas aquellas características y rasgos que una sociedad admira o aborrece, atribuyendo erróneamente responsabilidades sociales a grupos humanos por sus rasgos naturales más característicos.

Así, los estereotipos en la historia, al igual que todo prejuicio, establecen culpables: «no por sus actos sino por su apariencia».

¿Qué imagen tienen los peruanos en los medios de comunicación?

Los peruanos no aparecen ni tienen la misma imagen en los medios de comunicación, lo que significa que la imagen que poseen es diversa. La pregunta central es: ¿de qué depende entonces la imagen que se proyecta de los distintos peruanos en los medios de comunicación? Ello depende de lo que se quiera decir o vender. Por ejemplo, si queremos expresar modernidad, poder adquisitivo, salud, felicidad, satisfacción, oficios mayores, belleza, inteligencia, cultura, mayor grado de instrucción, poder, etc., se utilizarán rasgos físicos blancos.[2]


[1] Flores Galindo (1998, p. 259). Al respecto, Juan Carlos Callirgos tambien nos dice: «No tocar un tema no significa resolver los problemas que acarrea, sino más bien perennizarlos y profundizarlos», Callirgos (1993, p. 213). Asimismo, Nelson Manrique acota en el prólogo del mismo trabajo que: «… negar el problema o evitarlo a través del silencio, es una falsa alternativa que cierra el camino a las verdaderas soluciones», Callirgos (1993, p. 10).

[2] Para una mayor descripción de los estereotipos de los blancos, negros, cholos, chinos andinos y amazónicos en el Perú véase Estupiñán (1996).

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