Dejé Santiago con el recuerdo del más lindo evento de clausura que haya vivido… y mira que en mi vida de profesora universitaria, escritora y conferencista no faltaron eventos, por no hablar de los que yo misma organicé. «Construyendo Convergencias» fue el título del IV Foro Humanista celebrado en mayo de 2019, y el espectáculo artístico participativo que cerró el evento mostró con gracia, inteligencia y emoción, gran parte de las convergencias construidas –dentro del espíritu estimulado por Silo–, para conectar mente, cuerpo y corazón.

Vine a Chile por invitación de Alicia Blanco de Argentina y Ricardo Arias de Francia-Colombia, para conocer mejor el Movimiento Humanista y crear convergencias con la red internacional Diálogos en humanidad de la que formo parte, y que también valora la conexión entre la transformación personal y la construcción de un mundo mejor. La escena final de las coloridas cintas-síntesis producidas por las 24 redes que trabajaron durante el evento, bajando de un poste alto y entrelazadas por la danza circular de sus portavoces alrededor de ese pilar, fue muy simbólica además de hermosa. La visión de síntesis co-construidas tejiéndose con síntesis de otras redes al compás de una danza de los pueblos originarios chilenos, fue un momento muy original y expresivo del Foro. Quedé extasiada y vi que no estaba sola en mi admiración. Las y los humanistas que me rodeaban, muchos más de cien, tenían expresiones de alegría y emoción al ver la escena. Todavía guardaban en sus rostros la conmoción inspirada por las canciones latinoamericanas que habían cantado juntos poco antes y que celebraban la unión del continente. Como brasilera, me vi un poco fuera de ese momento porque, desafortunadamente, no reconocí las canciones cantadas en español y pensé: la parte de habla portuguesa de esta América necesita estar más integrada con el resto del continente, porque compartimos alegrías y penas similares y gran parte de la contribución que damos al mundo es común.

A lo largo de todo el evento observé atentamente las sonrisas y el intercambio de cálidos abrazos entre los participantes, que se conocían desde hacía mucho tiempo. Como en la red Diálogos, parece que lo que llamamos «política de amistad» también es practicada por los siloístas, es decir: celebrar la alegría de estar juntos y transformar la complicidad y sinceridad de amigas y amigos, en una fuerza política de acción conjunta. Me sentí personalmente integrada por esa política de amistad, porque fui tratada con confianza y cariño por las personas con las que compartí momentos tanto en las sesiones oficiales del evento, como en momentos creados por los deseos personales que se cruzan –como la visita a La Sebastiana, la inspiradora casa de Pablo Neruda, en Valparaíso. La mención de esta ciudad me lleva a comentar los momentos políticos del Foro: la visita al Congreso Nacional de Chile y a los diputados del Partido Humanista, y la búsqueda de convergencias entre parlamentarios de diferentes países del Cono Sur, que tuvo lugar en el auditorio del conmovedor Museo de la Memoria de Santiago. ¡Qué coraje y temeridad de los humanistas crear un partido, y buscar intervenir directamente en la política vigente, a través de la elección de sus propias/os representantes! El entusiasmo de las/os visitantes al Parlamento, los comentarios de admiración y la seria atención prestada a los discursos de la representación política en el Foro, muestran que la decisión no es objeto de divisiones importantes dentro del movimiento. No creo que esto sea posible en el entorno de la red Diálogos en humanidad… pero tenemos poco tiempo de vida frente a los 50 años del Movimiento Humanista. La multitud de este movimiento, su implantación en tantos países, su anclaje en la Tierra a través de sus decenas de parques, su ramificaciones en tantas áreas de interés de la humanidad, su propia prensa –Pressenza– publicada en ocho idiomas, los proyectos realizados y tantos otros previstos en este Foro, me dejan asombrada. Me comprometo especialmente a invitar a los «dialogistas» a participar en la 2ª Marcha Mundial por la Paz y la No violencia entre 2019 y 2020, un acontecimiento admirable que después de diez años, repite su primera edición, celebrada con elogios.

Al llegar al Foro tenía una pregunta en la cabeza: ¿quién era ese Silo, capaz de atraer a tanta gente, de ser escuchado en tantas culturas diferentes, de mantener durante tantas décadas la lealtad de los que se sintieron atraídos por su mensaje? Haber leído «El día del león alado», haber paseado por sus entrevistas en la web y compartido la admiración de sus seguidores por su inteligencia y su sonrisa contagiosa, no respondía la pregunta. Después de hablar con mucha gente en Santiago, creo que una pista que se presenta son las famosas «disciplinas», las cuatro maneras diferentes de buscar ser un maestro de sí mismo y ayudar a otros, como maestros entrenados, a tener más claridad de su misión en esta vida, a expandir su conciencia y a ser más humanas/os. No presencié ningún intercambio sobre este tema en las sesiones del Foro, y los fundamentos de las disciplinas no aparecen fácilmente en el sitio web del movimiento. Alicia y otras personas me introdujeron al tema, contándome su experiencia. Tanto en los años sesenta y setenta como en la actualidad –incluso tal vez más–, la búsqueda interior es una experiencia indeleble. El hecho de que Silo –el Negro– guiara a los humanistas en esta búsqueda, que ellas y ellos entraran en ese viaje con un guía seguro y con la compañía mutua, probablemente tenga mucho que ver con la permanencia del mensaje de Silo y la amistad que une a la gente del movimiento. Otra pista es la consigna del Nuevo Humanismo que también resume, en cierto modo, sus objetivos: Paz, Fuerza y Alegría. Ver cómo los humanistas gritan con entusiasmo estas consignas y hacen el gesto de 1, 2 y 3 dedos con la pronunciación de las palabras, es una forma de percibir la vitalidad del movimiento.

Una cosa lleva a la otra y hablar de vitalidad recuerda la edad media de los participantes del Foro, probablemente más de 50 años. Aunque llenos de energía y compromiso, esas señoras y señores llenaban los salones del evento y hacían que el joven Andrés –quien llegó de Colombia en bicicleta hasta Punta de Vacas –»donde todo comenzó»–, o ver a Abril –a niña curiosa y llena de preguntas a los participantes–, se convirtieran en un motivo de interés particular entre el público, porque eran muy jóvenes. No estaban solos, por supuesto, pero eran muy minoritarios. La renovación del Movimiento Humanista –así como la de la red Diálogos en Humanidad–, son temas ineludibles. Otro tema relacionado, el papel de las mujeres en el movimiento, necesita ser planteado: al igual que en la red Diálogos, ellas son la mayoría de las personas involucradas, sostienen alegremente la red en su organización y logística, en las manifestaciones artísticas y en la recepción de visitantes, en el papel de moderadoras y articuladoras, pero están menos presentes como conferencistas o en otras situaciones de relevancia pública y prestigio. Está claro que frente al mundo patriarcal en el que aún vivimos, la situación de las mujeres en redes como la Humanista o la de los Diálogos es destacada, pero todavía necesita mejorar mucho para que se escuchen más sus puntos de vista y se tengan más en cuenta su manera de ver e intervenir en el mundo. Se podría intentar una política afirmativa interna, para que la intención de igualdad –que sin duda es compartida por hombres y mujeres– pueda ser vivida más intensamente.

Observando la dinámica del Foro, recordé que en el libro que escribí con Ivan Maltcheff –»Los nuevos ciudadanos colectivos»–, la expresión de la novedad de un movimiento cultural y político era la incorporación de la dimensión sutil de su existencia, junto a la horizontalidad y la búsqueda de coherencia entre lo que se piensa, se dice y se hace. Puedo decir que el Movimiento Humanista se expresa como un nuevo colectivo de ciudadanía planetaria. Se está organizando, como otros, para renovar la cultura y la política humana y los momentos de introspección y meditación colectiva, así como la co-rresponsabilidad organizativa y la búsqueda de entereza en la acción lo demuestran. Como sostiene Elisabeth Sathouris –bióloga que estudió la metamorfosis de la mariposa y la colocó como modelo para la transición humana hacia una sociedad más justa, democrática y ecológica–, necesitamos formar una red de redes. Para Sathouris, las llamadas «células imaginarias» que conducen a la metamorfosis de las orugas en mariposas, son entidades innovadoras en sus cuerpos que, al conectarse entre sí, están construyendo la transformación. La metamorfosis es, por tanto, un trabajo colectivo que se da sin jefes, pero que nace de la articulación de quienes se comportan de manera diferente y saben adónde quieren llegar. Ya somos estas células transformadoras. Necesitamos encontrar las centenas de otras redes mundiales, miles de otras organizaciones nacionales y millones de iniciativas locales que están construyendo hoy el otro mundo posible del mañana. Gracias por existir, amigues humanista, y por hacer el trabajo profundo que hacen sobre sí mismas/os y sobre el mundo.

La Historia también está hecha de fuerza, pero es la aspiración de paz y de alegría lo que le da sentido. ¡Fuerza al Nuevo Humanismo!


Fotos de Walker Vizcarra/Pressenza