Por Antonio Rebolledo*

Según las ultimas cifras entregadas por el Banco Central, el país creció un escuálido 4 % durante el año 2018.
A pesar del aumento respecto a las cifras de años anteriores, para los trabajadores y sus familias, esto representa un nulo crecimiento durante el año ya que con el modelo extractivista vigente, el «crecimiento» se sustenta en las exportaciones de materias primas, cuya industria esta concentrada en muy pocas manos chilenas y extranjeras.

Por otro lado, la aberrante concentración de la riqueza existente en Chile, hace que el consumo se concentre fuertemente en los sectores más ricos del país, quienes disfrutan de una fiesta del consumo como nunca hubo en la historia y que se refleja en el crecimiento en la construcción de viviendas de lujo, el crecimiento sostenido en las ventas de automóviles nuevos y un aeropuerto atochado todo el año con los ricos saliendo de vacaciones a Miami.

Por el lado de los trabajadores y la microeconomía, el desempleo crece día a día y la cifra oficial de un 8% esconde al menos otro 8% de «empleo por cuenta propia», que no es otra cosa que cualquier actividad «para salvarse» de la cesantía, empleos precarios y sin ninguna seguridad social. Basta ver «los coleros» en las ferias y la enorme cantidad de profesionales manejando Uber y Cabify, ambas aplicaciones ilegales, pero que las usan sin asco las grandes empresas para trasladar en forma barata a sus empleados.

La satisfacción del gobierno y empresarios por estas bajas cifras de crecimiento y alto desempleo, muestran que el modelo está funcionando muy bien, con utilidades exorbitantes para las grandes empresas.

Con un modelo que les garantiza tremendas utilidades en desmedro de los trabajadores ¿qué interés real podrían tener en generar crecimiento económico y empleo para todos?

Para generar crecimiento y trabajo, una primera medida es permitir el retiro de los fondos de pensiones de parte de los afiliados a las AFP y prohibir la inversión de esos fondos fuera del país.

Y para mejorar la distribución de la riqueza, basta con derogar el Articulo 50 del Código del Trabajo que exime a las empresas chilenas de repartir utilidades entre sus trabajadores, pagándoles solo una gratificación mensual calculada sobre el sueldo del trabajador.

Una vergüenza, cuando en todo el mundo las empresas comparten utilidades con quienes las producen, es decir los trabajadores!

*Ingeniero Comercial de la Universidad de Santiago de Chile, con mas de 35 años dedicados a la actividad social, fue dirigente estudiantil de la USACH y Coordinador de la Red de Apoderados del No en la provincia Cordillera, Santiago. Colaborador de La Comunidad para el Desarrollo del Ser Humano, militante fundador del Partido Humanista de Chile y colaborador del Parque de Estudio y Reflexion Paine, Santiago. Especialista en economia humanista y morfologia. Es miembro de la Comision de Economia del Partido Humanista.