«Los territorios británicos de ultramar ganan el indulto tras amenazar con una acción legal o una secesión». The Guardian informa que «El gobierno ha sido acusado de desafiar al parlamento retrasando los planes de exigir a los paraísos fiscales británicos, como las Islas Vírgenes Británicas, que introduzcan registros públicos que revelen la verdadera identidad de los propietarios de las empresas que albergan activos.

«Los ministros de Asuntos Exteriores han cedido tras una rebelión en los territorios británicos de ultramar, incluyendo amenazas de llevar al gobierno a los tribunales o incluso de separarse del Reino Unido. Los refugios fiscales administrados por los británicos siempre han sido vistos como una plaga en la afirmación conservadora de que están luchando contra la multimillonaria industria de la corrupción…

«…La fecha significa que los registros públicos en los territorios de ultramar, considerados críticos para reducir la evasión fiscal, no se introducirán hasta una década después de que David Cameron planteara por primera vez la cuestión como una medida emblemática de lucha contra la corrupción en vísperas de la presidencia británica de las economías industrializadas del G7».

Ejemplos de la forma en que las grandes empresas se aprovechan de los controles fiscales (ya hemos discutido cómo los años de austeridad y la acumulación de riqueza -una gran parte de la cual termina en paraísos fiscales- han creado una pobreza y una desigualdad indecibles) son a veces públicos, como el traslado de Google a las Bermudas por valor de 14.000 millones de libras esterlinas en 2016 y de 23.000 millones de libras esterlinas en 2017, pero la mayor parte del tiempo el traslado de activos sigue siendo un secreto bien guardado. Nada ha cambiado realmente desde que los Documentos de Panamá crearon más conciencia sobre una de las prácticas más inmorales de la organización financiera neoliberal.

A Gran Bretaña le ha ido muy bien financieramente con estas «islas del tesoro«, estos restos del Imperio Británico, pero la presencia de otros paraísos fiscales en todo el mundo habla de un orden internacional diseñado para deshumanizar a toda gente excepto la minúscula élite que hace las reglas.

El electorado tiene derecho a exigir a sus representantes que se resistan a este chantaje, a esta táctica al estilo Trump que promueve la evasión y/o elusión de impuestos y deja a los países sin recursos para compartir los beneficios del trabajo de todos.