Por Josefina Dowbor

Este domingo 16 de Diciembre, se realizó la quinta gran movilización de los chalecos amarillos en París. A pesar de que una gran mayoría venía con la voluntad de manifestarse pacíficamente, las retenciones, la represión y la violencia reaparecieron una vez más en las calles de París.

El presidente Emmanuel Macron esperaba terminar la movilización con las medidas anunciadas en su discurso del lunes 10 de diciembre, pero estas no han sido del todo efectivas (1).

A pesar de un frío infernal y una lluvia para nada favorable, miles de personas se movilizaron de nuevo. Es cierto que el número de manifestantes fue inferior al de las semanas precedentes, pero con la política de seguridad del gobierno, hubo detenciones selectivas en las estaciones de tren y en las calles de la capital que pudieron haber sembrado el miedo entre algunos manifestantes, prefiriendo no continuar su camino. Por otro lado, según el ministerio, 144 personas fueron detenidas (2).

Desde las nueve de la mañana, los manifestantes se reunieron en diferentes puntos de París para comenzar la marcha.

Saint Lazare, una de las principales estaciones parisinas, que sí se encontraba abierta, fue el punto de encuentro para un gran número de personas, mayoritariamente estudiantes. Sin embargo, la policía los mantuvo acorralados por horas, evitando su movilización, a pesar de su comportamiento pacífico.

Así, luego de esperar en el frío, muchos se dispersaron, para poder reunirse en otra parte. También otros abandonarían al notar el gran número de controles de policía.

Según una estudiante de la Universidad Panthéon-Sorbonne, la policía autorizaba el paso de los manifestantes a los Campos Elíseos, pero no garantizaban el poder salir. En sí, una vez dentro del centro de París, y de haber cruzado los “muros” de policía, estos no garantizaban la protección de nadie.

Los Campos Elíseos, un búnker inexpugnable

Los Campos Elíseos se han convertido en un lugar simbólico para los manifestantes por su proximidad a los lugares de poder: Ministerio del Interior y sobretodo, el Palacio del Elíseo.

Durante toda la mañana la situación se mantuvo tranquila. Fue a partir de las dos de la tarde cuando el ambiente comenzó a empeorar.

Los chalecos amarillos, cansados de ser acorralados por la policía, comenzaron a presionarlos, con la intención de derribar los “muros” y abrirse paso. La mayoría sólo se acercaba y protestaba pacíficamente, pero algún individuo que otro tiraba botellas vacías a los uniformados. La situación no era más que una falsa paz.

Regularmente, los policías lanzaban gases lacrimógenos y flashballs para dispersar a la multitud. Hacia las cuatro de la tarde, la situación estaba fuera de control. La temperatura había bajado, y comenzó a llover con fuerza. Paralelamente, los muros de policías no hacían más que avanzar, acorralando a las personas en un espacio cada vez más pequeño. A su vez, las operaciones móviles de los policías se multiplicaron, arrestando individuos de forma precisa.

La multitud, desesperada, corría intentando escapar. Entre el clima y la gran cantidad de gases químicos, la respiración y vista se tornaban cada vez más difíciles. Muchos se escondían ante el pánico, y otros demandaban a los policías abrir paso para poder salir de los Campos.

“Por favor”, rogaba una mujer, “sólo queremos irnos a nuestras casas”.

Los policías, perdiendo cada vez más el control, enviaban a la gente a salir por otras calles adyacentes. Sin embargo, cuando los manifestantes llegaban a dichas calles, los uniformados que las cubrían también les imposibilitaban el paso.

De esta manera, los manifestantes comenzaban a presionar cada vez más, a lo que los policías respondían con más detenciones y violencia.

Luego de una intensa espera, los policías comenzaron a ceder el paso a ciertas personas, especialmente a aquellas que consideraban más “inofensivas”: Mujeres y menores – aunque no sin antes ser registrados rigurosamente. Asimismo, otros también permitían el paso a quienes se quitaran el chaleco amarillo antes de salir.

Así, lo que por la mañana parecía una protesta cada vez más pacífica, se tornó en desesperación con una fuerte represión policial, muy similar a la de las pasadas fechas.

Sin dudas, el gobierno se encuentra en una situación verdaderamente difícil. Los franceses necesitarán recibir promesas más convincentes, si es que Macrón desea terminar con esta crisis.

(1) Discurso completo doblado al español: https://www.youtube.com/watch?v=Yx_AD2Lv9C8#action=share

(2) Guillaume Poingt. “Acte V des «gilets jaunes» : 66.000 manifestants, beaucoup moins de violences”. Le Figaro. Francia. Diciembre 2018. Hipervínculo: http://www.lefigaro.fr/actualite-france/2018/12/15/01016-20181215ARTFIG00065-acte-v-des-gilets-jaunes-pres-de-20000-manifestants-dans-toute-la-france-a-la-mi-journee.php