Inongo-vi-Makomè, ensayista, novelista y cuentista.-

Contemplando en los medios de comunicación el éxodo masivo iniciado por algunos latinos americanos hacia Estados Unidos, no he dejado de preguntarme, ¿por qué los negros africanos no organizamos uno igual, que conduzca a Europa, o por qué no lo hicimos antes? Muchos africanos, igual que esos latinos, vienen viviendo en sus tierras, desprovistos ya de sus almas… Porque ahogarse a diario en todo tipo de miserias, como es su caso, en un mundo donde los seres, de otras partes del mismo, nadan en la abundancia debido precisamente a sus desgracias, es vivir sin alma.

Observando la desesperación que arrastran esos “caminantes sin camino”, pero que van buscando y “haciendo su camino al andar”, no he dejado de compararlos con unos zombis que, desposeídos de su sangre, se arrastran caminando también sin camino, pero con decisión en busca de los “Dráculas”, que vaciaron sus venas. Viendo esto, ¿no es acaso el momento también, de que los negros africanos copien ese ejemplo y se animen a iniciar un éxodo igual hacia Europa?

 

Desde que vivo en Europa (de eso hace muchas décadas), he venido intentado reflexionar (y sé que muchos como yo también) sobre lo que algunos africanos podríamos o deberíamos hacer para ayudar a evitar el drama continuo que sufren los jóvenes de nuestro continente en su camino rumbo a Europa. Un drama que va ya de generación en generación… Pero nunca he encontrado una posible solución. El drama ha ido siempre a más, así como mi angustia y mi sensación de derrota. Las constantes muertes en las cárceles, bosques y desiertos de los países del Magreb, así como en el mar, se han convertidos en simples noticias o temas monótonos y aburridos en los medios de comunicación de todo el mundo. La invisibilidad de este drama es cada vez más palpable. Y, ¿los que visualizamos esto a diario no deberíamos pensar en copiar este modelo de éxodo de otros para los nuestros?

¿El posible éxodo de los africanos hacia Europa aliviaría los síntomas de su drama? No se puede contestar con un sí, ni con un no. Ante las constantes derrotas de los pobres y débiles, frente a los ricos y poderosos del momento y del lugar, sólo puede quedar una solución: ¡La rebeldía! En esta rebeldía no hay miedo de perder ni de morir, porque sus protagonistas ya lo han perdido todo y ya están también medio muertos. “… si no nos queda más remedio, derramaremos nuestra sangre con la de nuestro pueblo. Ésta es la idea de la <<Rebeldía>>, ¿no?: Morir antes que seguir siendo esclavos de por vida…”, (1) afirma con contundencia, Essopi, el protagonista de mi novela, Rebeldía. Aquí en vez de “esclavos”, añadiría, “muertos vivientes.

 

Toda Europa arde ahora con el auge de los grupos de extrema derecha o fascistas, que la tienen jurada a los inmigrantes como causa de los todos los grandes males actuales en su continente. Muchos lo veíamos venir. Al principio, cuando empezaba el boom de la llegada de los inmigrantes procedentes de los países pobres, algunos intentábamos advertir sobre el peligro de la convivencia que eso supondría. Pero aquí en España, muchos nativos se ensalzaron sólo con los nuevos conceptos paridos por el nuevo fenómeno: Integración, multiculturalidad, diversidad, etc. Y en esta cultura, cuando una idea o un concepto entra en moda, los inmigrantes pobres, emigrados de países pobres como nosotros nada pueden ni tienen que aportar. Tan sólo dar las gracias a la gran carga de caridad que esos conceptos contenían y suponían para todos nosotros. Algunos Intentábamos, en vano, hacer ver que ningún país puede admitir en su seno un número indeterminado de extranjeros, sin poner en jaque sus estructuras internas. Que el problema de la inmigración masiva debía resolverse en los países de origen, porque allí estaba la causa de la “enfermedad”. Que la llegada de esos cuántos no era sino un simple síntoma… Pero nadie quería o podía escuchar, ni hacernos caso.

Y lo que se está viviendo hoy, no es sino el agravamiento de los efectos del “síntoma” de ese mal que, por casualidades de la vida, está llegando a afectar a la causa, así como a los mismísimos causantes del mal. Por eso sería importante que ese otro éxodo de los “muertos vivientes” de negros africanos hacia Europa, se inicie lo más pronto posible. Es el momento idóneo. Que Europa con su Extrema Derecha, fascistas o como se llamen, gocen de una vez por todo, viendo caer y morir ante sus ojos y de cerca a sus desgraciados vencidos. Serían el resultado y el fruto de sus triunfos, de sus éxitos. Los europeos nunca han querido llevar al cabo un diagnóstico etiológico para no descubrir que una gran parte de esa “enfermedad” que supone la inmigración masiva de los pobres hacia sus tierras, son puros “síntomas”, y que la base o causa de ese mal está anclado en su tierra. Las glorias de las guerras y batallas, tanto del pasado como del presente ganadas a los pueblos pobres, les ciegan del todo.

 

Asistí hace poco en una conferencia de una ilustre profesora de una Universidad de Barcelona, miembro de varias entidades de la Unión Europea. La oí narrar con orgullo a los oyentes presentes en la sala, la gran labor del grupo europeo para la prevención  de los conflictos en el mundo… Pero se olvidó precisar que era hacia el “mundo” de los pobres y vencidos.

¿Cómo se puede creer por un momento que, una organización como esa puede tener éxito y evitar conflictos, sin antes haber dispuesto del sustituto “alimentario” para esa gran masa de su población que ha de nutrirse y se nutre a diario, precisamente del fruto de esos conflictos de los vencidos…? España entera ha vivido de cerca el ejemplo de lo que acabamos de mencionar. Cuando sube el Presidente de Gobierno, el socialista, Sr. Sánchez al poder, una ministra de su gobierno exterioriza la idea de cortar la venta de armas a un país árabe, que a su vez suele distribuirlas a otras naciones pobres y vencidas. Enseguida media España se levantó contra la idea. Inmediatamente el Jefe de Gobierno cambió de criterio. Se dio cuenta de su error: Habían sugerido perdonar o salvar las vidas de unos cuántos desgraciados en el mundo, sin antes procurar a su pueblo el “alimento” que sustituiría de lo que ellos venían alimentándose, que no era otra cosa que la muerte de las victimas de sus armas. El ministro de Asuntos Exteriores del mismo gobierno aclaró aún mejor el asunto. Como reconociendo el error que su gobierno podía haber cometido con la decisión insinuada, explicó en los medios públicos la perfección y el acierto con que apuntan esas armas allá dónde van y se venden. Es decir, a los países donde se orientan…

No sería por lo tanto una idea descabellada el que los negros africanos copiemos el modelo del éxodo de los latinoamericanos hacia Europa. Así personas como ese Sr. Ministro de Asuntos Exteriores de España, y sus compatriotas de todas las ideologías, podrán contemplar y disfrutar de muy, pero que de muy cerca, de los efectos y la perfección del acierto y puntería de sus armas.

La vida es curiosa… En el pasado muchos de nuestros antepasados que comían la carne humana, lo hacían no necesariamente de las personas que mataban sino que aprovechaban la carne de cualquier individuo muerto en cualquier circunstancia. Cuentan algunas leyendas que entre ellos había sobre todo unos grupos secretos, y muy secretos, donde no entraban mujeres ni niños, y que se aprovechaban únicamente de los órganos que ellos consideraban básicos y vitales para el hombre, como el corazón, el hígado, etc. Su consumo, que no era diario sino de cuando en cuando, cuentan las mismas leyendas, otorgaba grandes y extraordinarios poderes y otros factores místicos a los protagonistas. Los blancos que llegaron a África y conocieron esa costumbre y muchas otras, incluso con grandes valores humanos de los negros, las mezclaron todas en un mismo grupo y las tildaron con desprecio de: Salvajismo, primitivismo y canibalismo.

En Europa, desde los mismos tiempos hasta nuestros días tal como estamos viendo, muchos grupos de ellos, de generación en generación, vienen alimentándose a diario, de las muertes y el dolor de todo tipo de otros humanos por causa de las armas que fabrican y las políticas de sumisión que llevan al cabo. Una alimentación que, más que a esos antepasados nuestros, les ha venido otorgando aún más grandes poderes y dominios en todos los estamentos de las sociedades de los demás humanos. Pero la única denominación que califica con vanidad y orgullo esa costumbre y muchas otras suyas, muchas de grandes valores humanos también, es: Civilización…

¡Sí, ese éxodo de “muertos vivientes” de negros africanos es importante y necesario! Debe iniciarse y llevarse al cabo. No creemos que haya otra salida o solución a nuestra larga derrota. Siempre he reconocido que vine a Europa, a esta tierra de blancos, a adquirir otro saber. Un saber al que quería añadir al de salvaje y primitivo que me inculcaron desde pequeño en mi tierra. Pero muchísimas décadas después, no dejo de reconocer que no lo he conseguido, he fracasado. Me llena de envidia ver cómo muchos otros negros como yo, que vinieron a este continente por lo mismo sí lo han conseguido. Los veo arroparse y apoderarse de muchas ideas y conceptos paridos en esta parte del mundo. Hablan de Democracia, Libertad, Derechos humanos y todo los demás… Critican a los monigotes gobernantes de nuestro continente por no practicarlos. Luchan y llegan a provocar odios e incluso guerras entre los ciudadanos para sustituirlos y aplicar estos conceptos e ideas.

Como digo y reconozco, mi fracaso en la búsqueda de ese otro saber que vine a buscar, es cada vez mayor. La facilidad que tienen otros de comprender y asimilar estos conceptos, nunca la he tenido. Por ejemplo, conceptos como libertad, democracia…, no consigo entender su verdadero significado. No los entiendo porque los países europeos que nos han colonizados y que los han parido, a pesar de las independencias que hemos ido conquistando, no perdonan a ningún mandatario nuestro elegido con los votos populares de su pueblo, si ese mandatario no es dócil a los deseos e intereses de la metrópoli colonizadora. Tampoco he podido nunca entender qué son Derechos Humanos o a la vida, cuando los mismos que los proclaman, son al mismo tiempo los grandes creadores y fabricantes de armas mortíferos que ciegan las vidas de miles de humanos en otras partes del mundo cada segundo que pasa.

¿Se puede soñar vivir en un mundo mejor, de paz y de justicia, cuando una gran parte del mundo, debido a su poder, es adicto a vivir de las muertes masivas y desgracias de otros humanos como ellos, sólo que débiles y vencidos…? ¿Qué remedio les queda a estos otros humanos débiles y vencidos, sino una rebeldía, aunque esta rebeldía suponga su suicidio colectivo…? ¡Los africanos deben copiar ese modelo de éxodo de los latinoamericanos y organizar el suyo hacia Europa!

  • Rebeldía; Inonongo-vi-Makome; BIBLARIA, Barcelona, 1996. Pg.121.