Después de perderme el encuentro con Aboubakar Soumahoro el viernes pasado por la huelga de los medios, estaba decidida a no repetirlo con Mimmo Lucano, las madres de Lodi y todos los interesantes discursos previstos para  el encuentro “De Riace a Lodi – Solidaridad y Derechos”, organizado por las asociaciones Milano in Comune y Costituzione Beni Comuni.

No fui la única, sin embargo, a juzgar por la larga cola que me encontré frente al Palazzo Marino. Una hora de pie, a paso de caracol, para llegar al patio adyacente a la Sala Alessi y escuchar que no había más asientos. Un poco de presión, e igual entraremos. En efecto, la sala está llena, con mucha gente de pie y otros que poco a poco se sientan en el suelo. Yo también lo hago y mientras tanto Mimmo Lucano sale a saludar a todos los que quedan afuera (parece que son doscientos).

El alcalde Sala le dio la bienvenida y le dijo: «Mimmo, Milán está contigo» y «Yo habría hecho lo mismo» (¿se han olvidado ya las declaraciones racistas sobre los africanos ignorantes? Muy bien, esta noche estamos en espíritu de acogida). Basilio Rizzo, concejal de Milán y uno de los organizadores del evento, destaca la importancia de «la solidaridad, humana y política manifestada en torno a la experiencia de Riace y su alcalde, y en torno a los hijos de los hijos de ciudadanos extranjeros de Lodi, víctimas de una odiosa medida discriminatoria. Luego saluda a Mimmo Lucano en dialecto calabrés y él responde conmovido por el afecto palpable que le rodea: «Nunca imaginé que un día una ciudad grande e importante del mundo como Milán me acogería, no era mi objetivo ser tan famoso, de repente, pero hay hambre de humanidad. Todos queremos que se respeten los derechos humanos. No hay nada alarmante en tener el deseo de ayudar a la gente más allá de la raza y el origen».

Aplausos estruendosos, gente de pie, emoción y entusiasmo. Mimmo Lucano relata la historia de la acogida en Riace, describe el país despoblado que vuelve a la vida gracias a los inmigrantes y vuelve a los conceptos ya expresados muchas veces. Conceptos de una humanidad sencilla y profunda. «Tienes que estar orgulloso de conocer a otra persona, al final la acogida es conocer a otras personas. Pero, ¿te parece normal despreciar a los seres humanos? No es normal, tenemos que decirlo como es. Prácticamente fui arrestado por haber confiado la gestión de residuos a dos cooperativas sociales en Riace. Una se llama Aquilone, hay gente desamparada de Riace y dos refugiados. La impugnación es que hemos hecho una custodia directa y en el Tribunal de revisión me han explicado que la razón de mi detención es que no había ninguna inscripción en el registro de cooperativas regionales. Pero el abogado explicó que el registro ¡no existe! Luego me desafían por ayudar e instigar a la inmigración ilegal. Para una boda. En ese momento el Ministro del Interior estaba muy ocupado en Libia con los líderes de los clanes de un gobierno sin gobierno que no respeta los derechos humanos para hacer contratos y en Riace nos preguntábamos ¿qué está pasando? ¿Nos van a encerrar en campos de concentración? Pero estaban preocupados de decir que el número de inmigrantes era menor, para obtener el consentimiento electoral, pero estos son crímenes de lesa humanidad, ¡y yo hice una boda, un matrimonio!».

«Riace muestra que otra humanidad es posible», concluye Mimmo Lucano y todos se levantan para aplaudir y cantar Bella Ciao.

La velada continúa con muchos otros discursos, entre ellos los de las madres de la coordinación «Igualdad de deberes» de Lodi, que relatan la vergonzosa discriminación contra los niños extranjeros llevada a cabo por la junta leghista y la extraordinaria reacción de ciudadanos, asociaciones y partidos. No sólo una manifestación de solidaridad y cercanía a las familias discriminadas, sino un acto concreto, brillante por su sencillez: una recaudación de fondos titulada «Hagamos la diferencia» que en pocos días recibió 160.000 euros, una suma que permite el acceso a los servicios escolares durante todo el año a todos los niños excluidos. Se gana esta batalla, sin embargo, persiste aquella de fondo, a saber, la revocación de la regulación lanzada por la municipalidad.

En todos los discursos se siente la rebelión contra la injusticia y esa «fuerza de los justos» citada por Moni Ovadia en su discurso, como siempre apasionante e irónico: «Hay necesidad de movilización, de desobediencia civil a leyes inhumanas», dice. Luego recordó a Salvini que «sólo hay una raza, la humana, que, además, viene de África».

Una noche intensa, llena de fuerza y esperanza. Gracias Mimmo y gracias a todos aquellos que, de muchas maneras diferentes, se oponen a la barbarie deshumanizadora iluminando este momento oscuro.

Traducido del italiano por María Cristina Sánchez