Por Cinthya Greimas/Desinformándonos

Partiendo de que los derechos son para toda la ciudadanía y por tanto no existen ciudadanos de segunda, Cuba pareciera que se unirá al mapa de los países que han reconocido el matrimonio igualitario¹. En medio de los debates parlamentarios para la redacción del proyecto de nueva Constitución, la Asamblea Nacional –Parlamento- propuso incluir el ya famoso artículo 68: El matrimonio es la unión voluntariamente concertada entre dos personas con aptitud legal para ello, a fin de hacer vida en común². Hombre y mujer, mujer y mujer, hombre y hombre: todos y todas se podrán casar –o no.

Ahora la propuesta constitucional es debatida por cada cubano y cubana en sus centros laborales, educativos y barrios. Artículo por artículo, el ciudadano expresa su opinión la cual se recoge, se tabula y en enero se dará a conocer -transformaciones mediante-, el texto final que se llevará a consulta electoral. Es en ese campo que la mayoría de las iglesias de tendencia protestante se han organizado para que el artículo 68 regrese a su anterior redacción: que solo sea de las parejas heterosexuales el derecho a casarse.

La reacción

Lo primero que hicieron los conservadores fue lanzar una proclama oficial donde se recogía el parecer de la Liga Evangélica, las Convenciones Bautista de Occidente, de Oriente y la Iglesia Metodista. Al principio resultó tan extraño, que no pocos vieron en ella una noticia falsa creada para fomentar divisiones internas. Después, la verdad se confirmó: desataban una propaganda por la tradición, la fe y la familia, empleando desde rústicos carteles hasta audiovisuales realizados por jóvenes.

Estos opositores al cambio alegan tener cerca de millón y medio de votantes. Amparados en esa feligresía, pretenden lanzar un chantaje: ellos pueden hacer que las elecciones arrojen cifras de aprobación no muy halagadoras. Su cohesión y nivel organizacional es fuerte. No solo son años acumulados, sino un potente apoyo económico. Esa fe ha logrado atraer a una parte considerable de la recién nacida burguesía en ascenso, y, por si fuera poco, estas iglesias tienen un fuerte apoyo en sus matrices estadounidenses.

El que paga manda –dicen- y estos pastores no parecen estar para nada descontentos con ello. Por eso no dudan en echar mano de un conocido recurso de la derecha cristiana: la “ideología de género”, un invento que ni sus creadores pueden explicar. Ningún movimiento feminista, ni LGTBIQ, reclama ese término; sin embargo, Álvaro Uribe en su campaña contra los acuerdos de paz entre la guerrilla y el gobierno colombiano, lanzaba esta pregunta: “¿qué sucederá si triunfa el castrochavismo y la ideología de género?”. Ahora, ese recurso de las derechas llega a Cuba. Si de algo hay que estar seguro es que, más allá de una cuestión moralista -y aunque los feligreses de base no se percaten de ello-, estas iglesias están dando una batalla en el plano político.

La sociedad

La sociedad ha reaccionado de manera comprensiva: ¿por qué no dejar que se expresen desde su fe? Cuando el Estado socialista se proclamaba ateo –algo que sucedió hasta 1992-, los cristianos eran discriminados. Ahora, cualquier signo de ello es mal visto y hasta castigado. Tras el derrumbe de la Unión Soviética, Fidel Castro abogó para que en las filas del Partido Comunista se incorporaran todo tipo de creyentes. Se trataba de lograr la unidad política pasando por la inclusión religiosa.

Sin embargo, esta conducta de creer que responderles puede entenderse como un vestigio de los viejos tiempos, ha hecho que la propaganda fundamentalista ofrezca una imagen falsa: parece que, si no todos están de acuerdo con ellos, al resto no le importa la cuestión. Por si fuera poco y echando mano de este delicado tópico, algunos cristianos han propagado el falso rumor de que han sido “víctimas de acoso y cyber-booling por exponer sus criterios”. La falsedad es tan grande que han detenido el rumor, en algunos casos, auto-desmintiéndolo.

Protesta en la Corte Suprema de los Estados Unidos a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo. Whashington, abril de 2015. Foto: Ted Eytan

Quizá, uno de los aspectos más interesantes que se pueda obtener de este conflicto, es que nunca antes la sociedad civil cubana había cobrado tamaña fuerza decisiva y con tan antagónicos criterios, demostrando, de esta manera, la diversidad de pensamiento que corre debajo del consenso. Este acontecimiento social no ha sido percibido aun en toda su magnitud; o quizá sí, y por eso el gobierno haya tomado como posición oficial ser expectante para no enfrentar una realidad nunca antes conocida: más de un millón de electores adversan, de manera organizada, una política de Estado. Ante esta lógica, lo más conveniente sería la permanencia del artículo 68, pues de lo contrario, por primera vez, la dirigencia del país cedería ante la presión de un grupo de iglesias, no siempre ubicadas a la izquierda de Dios padre.

La respuesta

Mientras en Santa Clara el centro cultural El Mejunje con Ramón Silverio al frente, no deja de marcar la vanguardia pro68 en el centro de la isla – y quizá nacional-, en La Habana comienza a nacer un frente común entre activistas LGTBIQ y heterosexuales, donde algunos de los últimos nunca habían participado de este movimiento. Nucleándose con ellos está el importante Centro Martin Luther King (CMLK) con sus redesEducadores Populares y Fe por Cuba, además de los talleres de diseño y tatuaje Clandestina y La Marca, representantes de la cultura alternativa juvenil. Desde el primer encuentro de articulación han convergido en que la lucha no es el de un pequeño sector que será beneficiado, sino la expansión de los derechos ciudadanos, para todos y todas. Advierten que si los fundamentalistas ganan, o al menos logran sacar el 68 del proyecto constitucional para someterlo a referendo, pedirán después el aborto y la educación religiosa.

En Facebook ya existen varias plataformas de apoyo a la causa. Una de las más activas es 68Va!: “La cuestión no es convencer a los cristianos radicales, plantean, una decisión de fe no se cuestiona. El punto está en hacer ver que en las calles no corre una sola opinión”.

A su vez, iglesias también protestantes como Iglesia Bautista Ebenezer, los Cuáqueros de La Habana o Iglesia Cristiana Metropolitana, apoyan abiertamente el matrimonio igualitario. Partiendo de que “Todos somos hijos de Dios”, no ven el sentido –que no lo hay– de que la fe cristiana se oponga a la ampliación de los derechos ciudadanos.

Quienes apoyan el artículo 68 se encuentran, por el solo hecho de apoyar una propuesta del Estado socialista, a la izquierda del debate. Desde que nació la Revolución, esta se ha enfrentado a retos gigantes. De su ejemplo han aprendido los cubanos y cubanas. Ahora no serán menos.


¹Los países que aprobaron el matrimonio igualitario son los siguientes: Holanda (2000), Bélgica (2003), España (2005), Canadá (2005), Sudáfrica (2006), Noruega (2009), Suecia (2009), Portugal (2016), Islandia (2010), Dinamarca (1989 por lo civil y 2012 ¡también por la iglesia!), Francia (2013), Reino Unido (2014, aunque no en Irlanda del Norte), Luxemburgo (2015 y el primer ministro Xavier Bettel, en mayo de ese año se casó con su novio), Finlandia (2014), Irlanda (2015), Nueva Zelanda (2013), Argentina (2010), Brasil (2013), Uruguay (2013), Estados Unidos y Puerto Rico (2015), México (2016), Colombia (2016), Alemania (2017), Australia (2017), Costa Rica (2018)…y quizá, muy pronto, Cuba. Consentimiento. A propósito del debate sobre el matrimonio igualitario. CMLK, CENESEX, La Habana, 2018 pp.10-11

²Proyecto de Constitución de la República de Cuba. http://www.parlamentocubano.cu/wp-content/uploads/Tabloide-Constituci%C3%B3n.pdf

El artículo original se puede leer aquí