Por Federico Paterno / ANCAP

Esta segunda entrega de la entrevista realizada a Nacho Levy, de La Poderosa, encuentra el viaje de la organización a Ginebra el año pasado para hablar en la ONU sobre las torturas y las violaciones del Estado a los derechos de la niñez, la visita en el Parlamento europeo español tras la invitación de PODEMOS. El juicio tras las torturas a Iván Navarro y Ezequiel Villanueva, ambos de La Poderosa, golpeados y torturados por la Prefectura en el 2016. El rol de movimientos populares y la lucha de la mujer hoy en las organizaciones sociales.

–¿Cómo fue la experiencia de viajar a Ginebra y hablar en la ONU?

–Fue una experiencia de mierda porque siempre estaría bueno poder hablar de otras cosas y no tener que viajar para que afuera escuchen lo que acá no quiere escuchar, pero funciona un poco así. No era una denuncia, eran más de mil denuncias en un solo mes. Nosotros desde el asesinato de Kevin el 7 de septiembre del 2013, nos impusimos empezar a ejercer un control popular a las fuerzas de seguridad, que son comisiones de vecinos en los barrios que regulan o focalizan el accionar de las fuerzas de seguridad con comunicación directa con la Procuraduría contra la violencia Institucional (PROCUVIN), con el CELS, con organismos de DDHH, pero sin pasar por las comisarías que son las que muchas veces organizan el delito en nuestros barrios y en un sólo mes se registran más de mil denuncias que van desde prácticas de tortura que solo se piensa que se pueden ver en el Nunca Más, hasta situaciones surrealistas como una compañera detenida en Formosa por intentar filmar con su celular el accionar arbitrario de dos policías, de dos funcionarios públicos que estaban arrestando a un malabarista por –en teoría– haber violado al código de faltas provincial en la normativa que dicen que no se puede mantener elementos suspendidos en el aire que puedan herir la integridad de terceros, una cláusula que debería existir para que no cuelgues una maceta de 250 kilos con dos piolines en tu balcón y no para que un rasta no pueda tirar cuatro mandarinas para pasar una gorra, para comprarse un sanguche al mediodía, y encima lo cagan a palo al rasta, y la llevan presa a nuestra compañera por filmar.

Ellos nos convocan para que vayamos a dar cuenta en Ginebra  de eso. El veedor después vino, que se llama Nils Melzer,  y ratificó todo lo que nosotros denunciamos, hizo pronunciamientos públicos hasta en el diario La Nación, pero debe ser que la Ministra no lo lee. Ir a la ONU no implicaba para nosotros ningún efecto rebote inmediato de lo que ahí se pudiera llegar a decir o a instalar. El control popular que venía funcionando desde el 2013 llega a las páginas de Clarín y La Nación en el 2017 cuando nos convoca la ONU, porque parece que la etiqueta de calidad te la ponen en Ginebra. Por lo menos sirvió para que resonara y poder plantear algunas de las cosas que ese escenario propone para que nada cambie. Si nosotros hubiéramos ido a la ONU a encajar en la propuesta de ellos hubiéramos tenido los resultados que la ONU trajo para nuestros barrios, ninguno. O si, estos primeros atisbos de visibilidad, de exhortación, de interpelación en instancias extremas, porque si no terminamos desestimando que existe una convención por los derechos del niño, que se discute en los medios algo de lo que no se discute en ningún otro lugar, eso en algún punto tiene un sentido, pero no el que nosotros quisiéramos.

Primero tenés una pre sesión con la ONU, con la sociedad civil, en este caso nosotros como interlocutores porque nos convocan ellos, y después tenés una sesión con el Estado parte donde no está la presencia de la sociedad civil; la ONU interpela al Estado con toda esa información, como acaba de suceder ahora –la misma semana que casualmente desataran un operativo salvaje en la villa 21-24– donde entre otras cosas exhorta al Estado a no bajar la edad de imputabilidad, a atender situaciones que nosotros denunciamos, suceden en concreto en los barrios.

Lo curioso, lo que aprendimos, lo que intentamos romper de esa práctica protocolar a las que nos convocaban, es que la ONU escucha de la sociedad civil durante una hora, pero media hora –por decreto– se la da a UNICEF. Entonces UNICEF para hablarte de la realidad española te pone una española y para hablarte de la realidad argentina también te pone una española, entonces nos encontramos en Ginebra escuchando una mujer con acento español, contándonos la realidad que nosotros vivíamos con estadísticas licuadas, respecto de lo que nosotros llevábamos para contar. Y cuando llegó el momento que nosotros pudiéramos hablar, que sabíamos que iba a ser poco tiempo, la moderadora de la pre sesión dice “Garganta Poderosa, two (2) minutes (minutos)”, literal.

La noche anterior nosotros habíamos ido a cenar con un uruguayo y un español que formaban parte del panel de expertos de la ONU en niñez, que nos iban a hacer las preguntas y el español nos dijo que fuéramos muy cautelosos, de no ponerle este vértigo a nuestra locución porque se traducía simultáneamente en todos los idiomas; que era importante ser pausados para que los traductores puedan seguirnos y al mismo tiempo nos dicen “two minutes”.

Lo primero que dijimos fue eso, se hace muy difícil poder condensar 500 años de silenciamiento y tercerización de la voz en dos minutos, pero si dos minutos íbamos a tener, para nosotros lo más importante era dejar bien en claro que nuestra propia voz también era un voz terciarizada, porque frente al comité por los derechos del niño de la ONU, a nosotros nos hubiera gustado que pudieran disertar Kevin, Luquitas, Aquiles, Ezequiel, Pascual, Maria, Kiki, Luciano, Facundo, Rodrigo. Están todos muertos, entonces tuvimos que venir a hablar nosotros. Y atrás de eso, con el silencio que generaron no sus muertes, sus vidas, sus nombres, tuvimos bastante más que dos minutos para contarles qué es lo que está pasando en nuestros barrios, qué es lo que venimos gritando acá todo el tiempo y nos cuesta mucho que se pueda ver. Lo podemos ver hace poco el poder y la voluntad política, comunicacional, empresarial que disponen para que la realidad de la villa se quede en la villa.

Nacho Levy en la ONU. Foto ANCAP

–¿Cómo está la situación del juicio por las torturas a Iván y Ezequiel de La Poderosa?

–Estamos en pleno juicio. El primero, contra el Ministerio de Patricia Bullrich, con seis Prefectos que están pasados a disponibilidad, y con prisión preventiva hace dos años en Marcos Paz –seguramente van a tener una condena dura entre la última semana de agosto y la primera de septiembre–, y en medio de ese escenario quienes están custodiando ahora mismo mi casa, la de Iván, la de Ezequiel, que fueron los chicos que fueron torturados, es la propia Prefectura.  Y en medio de ese escenario se desata un operativo salvaje e ilegal, donde todo el mundo pudo ver por los videos, los que valientemente filmaron nuestras compañeras, donde los prefectos se quitan la identificación antes de comenzar con el atropello que implica palos, balas de gomas, gases, incluso en frente de la casa de Iván –que es uno de los testigos que debería estar resguardando ese mismo Ministerio de Seguridad– a las piñas por el pasillo. Rompen una puerta que la Ministra dijo en conferencia «era de madera» y todo el mundo pudo ver en el video era de chapa, la dejan destrozada a patadas, se meten, cagan a trompadas a un compañero nuestro que se llama Juan Pablo dentro de su propia casa –es el cuñado de Roque; cuando le están pegando a Juan Pablo se quiere meter Roque, intenta sacar una foto con su cámara, se come una trompada, se quiere meter la hermana de Roque, que es la compañera de Juan Pablo y la terminan manoseando dentro de su propia casa. En el medio se llevan a Mono, otra hermana de Roque, la tienen 80 minutos en un patrullero, nunca desemboca en ninguna comisaría, los privan de su libertad hasta el lunes y los sueltan con una carátula de “Robo en poblado y en banda”, que fue dado de baja en tiempo récord; en 24 hs estaban sobreseídos todos nuestros compañeros. Atrás viene la interpelación de la ONU, atrás viene la interpelación de la justicia que es el top número 9, diciéndole a Pablo Noceti «¿qué pasó con los testigos y querellantes de éste juicio?» Pablo Noceti, responde que le pregunten a la policía de la ciudad, entonces la justicia le responde diciendo «¿cómo es que usted delegó la labor de la Prefectura en la policía de la ciudad o directamente la Prefectura no cumple su función?» Tenía la interpelación de la ONU, la interpelación de la justicia y la interpelación de Roberto Gargarella, que hace una columna muy noble en el diario La Nación, interpelando a sus lectores y sus votantes también, diciendo que éste es un proceso comunitario que ustedes tienen que valorar, que resguardar aún en su disidencia, no pueden estar haciendo este mamarracho que están haciendo con estos niveles de hostigamiento y persecución.

Como respuesta a todo esto la Ministra tiene la genial idea de llamar a una conferencia de prensa dónde no explica ¿por qué se sacaron las identificaciones?, ¿por qué desataron un allanamiento ilegal?, ¿por qué balearon la casa de un testigo?, ¿por qué secuestraron a una vecina?, ¿ por qué abusaron sexualmente de otra?, ¿por qué les armaron una causa que se dio de baja en 24 horas? No explica nada de todo eso, ni siquiera lo niega, simplemente alude a una entrevista que me realiza a mi C5N en la puerta de la comisaría cuando todavía nuestros compañeros estaban privados de su libertad, porque la periodista había preguntado ¿cómo se habían originado todos los conflictos? Y nosotros  respondemos lo más sensato que podíamos responder en ese momento, que era la información que teníamos: los Prefectos dicen que fue una persecución y la comunidad reaccionó frente a eso, pacíficamente. Entonces eso lo presenta como una contradicción donde presenta una imagen donde se ve en un colectivo unos pibes que se pelean con un Prefecto al bajar.

Eso no forma parte de ninguna de nuestras denuncias, ni el operativo ilegal, ni el abuso, ni el secuestro, ni de las torturas, de ninguna. Pero expone eso como una contradicción para decir “¿Ven? mintieron en esto, entonces también mintieron en todo lo demás”. Y la realidad, si aún fuera como dice la Ministra, habría que preguntarse cómo si fue un robo en poblado y en banda los sobreseyeron en tiempo récord; si la comunidad no reaccionó pacíficamente, más allá del altercado de los pibes y el Prefecto, por qué no existe ni una sola denuncia, de ni un solo Prefecto acusando, ni una sola lesión. Y aún si todo eso fuera cierto, habría que preguntarse si no les parece curioso que en un caso de robo en poblado y en banda, el único medio que haya visibilizado ese operativo ilegal en la villa, haya sido precisamente los que hacen los ladrones en poblado y en banda, porque La Garganta no salió de la comisaría a desmentir un ataque a la Prefectura, no había una versión del Ministerio y otra nuestra, una versión de TN y otra nuestra. Si La Garganta no hubiera denunciado que se había llevado a cabo ese operativo en esas características, simplemente ese operativo no hubiera existido, no hubieran tenido ni que negarlo. A 15 minutos de los estudios de Canal 13, a 15 minutos de la redacción de Clarín. ¿No les parece raro que si hay un robo en poblado y en banda contra las fuerzas nacionales con la cantidad de medios paraoficiales que tenemos colmados de recursos, a ninguno se le haya ocurrido mandar un móvil? Y ahora se quieren subir a un panel a cuestionar cómo los vecinos entre las balas contamos la historia de lo que nos está pasando. Es absurdo, pero queda en evidencia; pero la realidad es que detonó un respaldo nacional e internacional que nosotros valoramos sobremanera y nos da fuerza para seguir construyendo organización popular que es nuestra única y verdadera fuerza de seguridad.

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–¿Bajo qué procesos históricos o políticos ubicas a La Poderosa? Hay algo de zapatismo que se ve en esas ideas en algún momento.

–Un poco lo que se me había quedado colgado decirte es que yo pienso que en este tiempo que nos toca ahora, nosotros tenemos que dejar de ser un poco lo que a nosotros nos gustaría ser para poder ser lo que nosotros tenemos que ser. Y eso quiere decir que si para hablar con la señora o el señor que durante cinco años o diez años consumió Lanata, Majul, Clarín y La Nación hay que pararse en otro lugar, hay que pararse en otro tono, o hay que hablar como un boludo… y: tenés que hablar como un boludo, porque si no sos un boludo que no está hablando con un grueso de la sociedad, que después determina las condiciones en las que vivimos. Entonces me parece que lo más importante de todas esas referencias y de todas esas tradiciones que conforman la fisonomía actual, vigente, de nuestras organizaciones y de nuestros medios, es poder comprenderlo como un proceso dinámico, como un proceso que tiene que ver con el tiempo que nos toca vivir. Y creo que en ese tiempo hay mucho de esas tradiciones que nosotros ponemos en juego y que a veces se nos presentan formas de concesiones.

Nosotros reivindicamos los cortes de ruta durante un montón de tiempo y casi que todavía estamos atravesando un tiempo en el que para un dirigente popular, la figura del piquete o del piquetero es reivindicativa, es casi un elogio para nosotros, representa el coraje, la resistencia y la lucha de un momento histórico donde eso permitió visibilizar, poner alerta de situaciones de extrema desesperación, de una manera valiente. Y automáticamente nos remite a compañeras y compañeros que le pusieron el cuerpo y están presentes en nuestros movimientos. Ahora ellos han operado sobre eso todos estos años; y también hay una figura de lo que el piquete es, instalada en los sectores medios que, como tantos otros imaginarios, tenemos que poder empezar a deconstruir para poder llegar a la cuestión de fondo porque al final de cuentas, por más enfáticamente que nosotros nos encontremos debatiendo el piquete, mientras la discusión sea esa y no el trasfondo de lo que motorizó el piquete, nosotros vamos a estar perdiendo una batalla comunicacional que al fin de cuentas es una batalla política, y que no la podés perder, porque lo que tenemos que instalar es esa cuestión.

Entonces me parece que ahí nosotros pecamos un poco de ciertas mañas, vicios, fetiches que nos formaron en un momento y que ahora tenemos que empezar a refundar de cara a un gobierno que propagandísticamente es muy hábil, que ha sabido dejar las estrategias para llegar a los sectores que por ahí no eran los primeros en la línea de fuego en la vulnerabilidad social, ni tampoco tenía una participación activa, cotidiana, en el mundillo de la política, que sigue siendo chico de cara a la sociedad y llegar con ese mensaje de manera contundente como hicieron ellos.  Creo que poder reconstruir eso es un desafío que nos obliga a pensar que nuestro tiempo nos pone en peleas menos directas, otros que nosotros admiramos que jugaban el cuerpo y la vida en un día, en una batalla, en una estrategia de liberación que era mucho más concreta y palpable.

Y esto de sostener todos los días, de pensar constantemente qué concesiones hacemos y cuáles no, entre el confort y la comodidad de discutir solamente con los propios o la responsabilidad de poder llegar a aquellos que tenemos que convencer más que vencer, de ver de qué manera podemos construir ese camino, desde La Poderosa de movida fue un punto clave. Y entiendo la asociación con el zapatismo por el anonimato, para nosotros una característica esencial de nuestro movimiento. Te diría que La Poderosa no sería lo que es si no fuese por el anonimato. Cuando nos empezamos a organizar vimos que muchas veces muchos emprendimientos genuinos del barrio desembocaban en la personalización de ese proceso y en una fragilidad notable, inapelable, de frente a los intereses con los que se combatía. Digamos: si tu movimiento es una persona, y esa persona la presenta el enemigo, por más que la presente de manera idílica o de manera justa, en el momento que afecte sus intereses el enemigo va a cambiar. Es estrategia en su propia cancha, y va a hacer con vos lo que quiera.

Nosotros nos cansamos de repetir de que mientras no fueran villeros los que gritan en el circo mediático, nosotros no queríamos ser actores de ese circo. Y lo decíamos una y otra vez. Y llegamos e hicimos un medio de comunicación con esa lógica. Y muchas veces salimos en lo de Víctor Hugo, Zloto o Andy Kutnezoff y nos chicaneaban porque no les cabía lo del anonimato para el formato de radio y nosotros le respondíamos siempre lo mismo: nosotros no somos una productora de radio o televisión, nosotros somos un movimiento popular que tiene esta característica. Si se ajusta al programa que ustedes realizan bien, si no no hay ningún problema, nosotros no necesitamos ninguna entrevista, lo que necesitamos es poder seguir adelante organizándonos. Y por ese camino de organización hicimos una revista. Y cuando la hicimos, cualquier compañero que hacía una nota la firmaba como cualquier periodista a nombre propio, no a nombre del colectivo, a nombre del colectivo seguíamos pronunciándonos de la misma manera, de forma anónima. Hasta las torturas a Iván y Ezequiel.

Cuando pasa este hecho, entre todos tuvimos que convencer a la abuela de Iván para que fuera a C5N a mostrarse, porque de alguna manera era lo que garantizaba que él estuviese más a resguardo. En principio intentamos con un video que se difundió, con ellos dos de espaldas contando lo que pasó y aparecieron todos los comentarios diciendo “bueno esto es un armado”. Y además quedaban expuestos porque hacia dentro del barrio –con quienes sí sabían de lo que les habían hecho y seguían todavía en el barrio–, sabían que ellos los estaban denunciando, pero la gente hacia afuera no lo creía. Entonces en el momento se decidió que Iván fuera a C5N a declararlo y cuando volvíamos del canal, nosotros llegamos a la Avenida Iriarte; yo vivo cinco cuadras para un lado, Iván cinco cuadras para el otro y la Prefectura lo corrió hasta la casa.

Ahí se presentó un nuevo debate en torno al anonimato, en donde se planteaba ¿cuáles son las alternativas que tenemos entonces? ¿No denunciamos lo que está pasando con las fuerzas de seguridad? Nosotros no nos organizamos mediante una convocatoria antirrepresiva. La organización de La Poderosa era fundamentalmente una organización de base. Y lo que proponía la revista era visibilizar la agenda del territorio. Nos encontramos con que cuando se pudo visibilizar esa agenda, se visibilizó que el principal factor de inseguridad en el barrio son las fuerzas de seguridad. Y entonces eso aparecía todo el tiempo. Y si eso aparecía todo el tiempo entonces vos que estaba todo bien, que eras altruista porque no capitalizabas personalmente el rédito político, bueno… pasabas a ser un cagón porque estás denunciando algo y después no ponés la jeta, que en realidad los que van al muere son los pibes, entonces ellos terminaron cohercionando para que nosotros empezáramos a tomar lugares de visibilidad en televisión y en algunos espacios que antes renunciábamos, para poder hacernos cargo de lo que estábamos denunciando; y para poder sostenerlo con nuestra verdad, pero el costo fue también exponernos a que nos hicieran ese juego de ataque o de desestimación o tergiversación mediática con todo el poder de fuego que ellos tienen. Una decisión que nosotros hoy reivindicamos, porque la posibilidad que teníamos si no tomábamos estos espacios y poníamos la jeta, era no denunciar lo que nos estaba pasando cuando nosotros teníamos la posibilidad de denunciarlo.

Entonces si el costo lo paga nuestra organización o lo paga alguno de nosotros en términos personales, lo pagará. Pero nosotros estamos poniendo sobre la mesa la verdad y ahora está sobre la mesa en la justicia también, porque se está desarrollando el juicio oral y público y que a la larga no tenemos duda de que triunfará, porque es la verdad de nuestro barrio y lo sabe todo el mundo. Todo el mundo que camina nuestro barrio sabe que el accionar de las fuerzas de seguridad es histórico y se ha recrudecido con un Gobierno cuyas políticas neoliberales no podrían sostenerse, si no estuvieran acompañado de un aparato represivo que les garantice lo que Patricia Bullrich intenta grotescamente garantizar cuando de todas las maneras posibles, intenta que lo que sucede en las villas no se le chorrea para afuera.

Entonces es un camino que recorrimos no sólo siempre viendo la experiencia zapatista, sino también otras experiencias comunitarias que no tienen tanta prensa ni difusión, pero que algo nos van dando para pensar y para pensarnos.

–¿Qué experiencias por ejemplo?

Bueno, todo lo que fueron las experiencias de las villas y el movimiento villero históricamente, hasta construcciones paralelas a la nuestra como la Corriente Villera Independiente, el Movimiento Popular La Dignidad, El Frente Darío Santillán. Hay un montón de organizaciones con las que vamos construyendo en lo cotidiano, nos vamos nutriendo, vamos aprendiendo, vamos intercambiando, pero que también son procesos dinámicos. Y esto también hay que entender. Todo el proceso de autonomía no sólo de los zapatistas sino también de todas las comunidades en México, llevó a pensar que era necesario un camino inverso, de regreso a la político. Parte de esa autonomía que se reclamaba para las comunidades, fue en algún punto una solución o un problema menos para un estado genocida como el de Peña Nieto, o como el que se instaló en México naturalizando la persecución, la violencia y la muerte de militantes y corriendo hacia los costados los satélites de las comunidades determinadas. Entonces llegó un momento en el que las propias comunidades tenían su cultura al resguardo de sus propias fuerzas de seguridad y terminaron reconvirtiéndose en un partido político para poder disputar el poder del Estado que, si bien no estaba avasallando a esa comunidad, estaba avasallando a un montón de otros mexicanos y mexicanas, migrantes, latinoamericanos o pueblos originarios que quedaban sucumbidos y que quedaban fuera de la discusión.

Entonces eso hay que verlo y reveerlo todo el tiempo, porque no es casual que estén cortados los cables para que nos encontremos poco o nada y por eso el foro y la internacionalización que estamos proponiendo, van de la mano de que todas esas experiencias nos nutran porque son nuestra manera de estudiar nuestra realidad en vivo. Hay muy poco escrito sobre la villa y lo poco que hay no se escribió en la villa. La manera que nosotros encontramos de recolectar nuestras experiencias, es encontrándonos entre nosotros lo más que podamos, las experiencias que nuestros barrios tuvieran, pensarnos juntos, frente a un enemigo común que es igual en Buenos Aires, en Medellín, en Asunción o en Montevideo.

Foto Pablo Ibañez/Arainfo

–¿Y crees o pensás que pueda en algún momento surgir algún movimiento popular nacido de esos barrios que pueda disputar el poder?

Creo que es a lo que todos aspiramos. No sé, se llama revolución, o algo así. Creo también que esos son procesos y que el tiempo que nos llevan esos procesos, los métodos que nos imponen esos procesos, recogen también el guante de errores que se cometieron, de batallas que no pudimos ganar, de todo un camino buscando ese horizonte de transformación, que de alguna manera intentamos cargar cuando venimos andando. Está claro que no nace en nosotros y que es un proceso biológico en el que nos toca aportar. Es un camino que no empezó con nosotros. Ninguno de estos movimientos populares existiría sin ninguno de los movimientos que los inspiraron y ninguno de estos barrios existiría sin ninguno de los vecinos y vecinas que los defendieron. Ese proceso de recuperar la historia del que hablaba Walsh, tiene que ver con eso en el origen, con entender que eso no empezó con nosotros y tenemos atrás mucho por aprender de lo que se hizo bien y lo que se hizo mal, pero que también hacia adelante a veces los procesos biológicos se terminan cagando a trompadas con los procesos históricos y eso es un problema. Por eso me parece tan importante que la construcción sea colectiva. Y que cada uno de nuestros compañeros y compañeras  puedan estar siempre bien custodiados por otros compañeros y compañeras que nos cuiden de todo, incluso de nosotros mismos.

–¿Cómo surge la invitación por parte de los compañeros de Podemos en España?

Ellos vinieron para acá el 24 de Marzo y una delegación vino para Zavaleta. Conocían La Garganta Poderosa, se habían juntado también con la CTEP y vinieron al barrio a conocer la redacción, recorriendo y viendo a las compañeras que sostienen los comedores desde hace 30, 40 y 50 años, en espacios que se fueron creando de la propia comunidad. Y la verdad es que los recibimos con sorpresa y los despedimos con más sorpresa aún, porque vinieron con un nivel de humildad y disposición que fue muy bueno. Por esos días se sabía que iban a estar por acá por pocos días y había mucha rosca de si iban a estar allá recibiendo un premio, si iban a estar en un panel o en el otro, si se sacaban una foto y con quién. Y nosotros nos corrimos de eso, porque conocernos por haber sido los que nos sacamos una foto, preferimos ser conocidos por los que no quisimos sacarnos la foto. Si quieren que nos juntemos vengan al barrio. Y ahí vinieron. Vino Rafa Mayoral, que es el que está en el armado social, un cuadrazo con una sensibilidad admirable, que tuvimos la suerte de conocer cuando vino al barrio y lo encontramos cuando fuimos para allá. Se llevó mucho de lo que tenemos armado en materia de comunicación. Y a la semana o a los diez días nos llamaron, que quería que expongamos la realidad que ellos vieron en el Parlamento Europeo y en el Congreso de los diputados de España. Y allá fuimos.

Nos recibieron como en casa, nos tiraron a la comisaría del aeropuerto durante cuatro horas cuando vieron el pasaporte boliviano de Daniela, una compañera referente del barrio Fátima que resultó más contrapeso que todos los papeles que teníamos en regla. Los llevamos especialmente ordenados porque cuando viajamos a Ginebra en septiembre del año pasado, también nos detuvieron en la comisaría de Madrid. Cuando vieron que entrábamos a la Unión Europea nos hicieron perder el vuelo, tuvimos que tomar otro porque no teníamos la carta original de la convocatoria de la ONU, entonces no nos dejaban entrar. Y esta vez llevamos todo, incluso la carta con la invitación de los Eurodiputados. Y nos tuvieron cuatro horas en una comisaría, que obviamente fue parte de una denuncia de los Diputados y de una propuesta que nosotros llevamos al Congreso para que la fuerza progresista del Parlamento español exija, o exigieran en ese momento al gobierno de Rajoy, que presentaran el registro de los migrantes detenidos en los últimos dos años en la comisaría del aeropuerto de Madrid, para ver cuántos de esos migrantes son estadounidenses. Nosotros entendemos que ese solo dato bastaría para entender que es lo que ahí está pasando.

Y bueno, tuvimos la posibilidad de reconstruir toda una historia, pensándonos desde ahí, en medio de un tridente tenebroso como era en ese momento Temer-Macri-Rajoy; por suerte hay dos que ya no están, y dicen que no hay dos sin tres. Debajo de esa lógica, pensándonos y contándonos, nombrándonos desde otro lugar, no como aquellos que se bajaron de algún barco sino como aquellos que nunca se bajaron de ningún barco porque nunca se subieron a ninguno. Y dando cuenta de un etnocidio que empezó hace más de quinientos años, de un genocidio que empezó hace 42 y un pobricidio que sucede hoy cada 22 horas cuando el aparato represivo del Estado se lleva la vida de algún vecino o vecina de nuestros barrios.

Creo que estar ahí nos ayudó a nosotros para dar cuenta de esa postal que vivimos en el aeropuerto de Madrid con la policía deteniéndonos, incluso reconstruyendo nuestras propias historias personales. Yo conté en el parlamento que mi abuelo se había ido por la guerra civil española con un efecto parkinsoniano después de haber recibido dos balazos en la mano y llegó sin estudios, colgado de un barco a la Argentina, que por suerte no lo demoró en ninguna comisaría y le dio un trabajo en una portería en donde se crió mi mamá, que pudo tener escuela pública para formarse y después darme formación a mí, para que un día yo pueda llegar ahí a donde mi abuelo se había ido, no para decir que nos bajamos todos de los barcos, ni que hubo una conquista ni un etnocidio, ni que hubo un descubrimiento, sino que todavía les falta descubrir América, les falta descubrir a las mujeres originarias que trazaron los valores culturales que hoy reivindicamos en nuestra sociedad, a las mujeres villeras que levantaron comedores, escuelas y que le dieron dignidad a nuestros barrios y toda esta realidad silenciada que seguramente no la van a leer ni en Clarín, ni en La Nación, ni en El País y que es necesario que nosotros podamos poner sobre la mesa todos los canales que tengamos a nuestro alcance. Uno de esos nos lo dio Podemos, y nosotros lo celebramos y lo agradecemos tanto en los medios como en las universidades y en el propio Parlamento.

Tuvimos la posibilidad de dar cuenta de la realidad que nosotros estamos viviendo y ponerla sobre la mesa, entendiendo también las particularidades que también tenía el espacio político el cual nos estaban convocando. Después se generó un gran revuelo con el tema de la casa de Pablo Iglesias y de Irene Montero y nosotros hicimos un comunicado donde dábamos cuenta de eso, que para nosotros los referentes populares, los líderes populares es necesario mantengan un orden de austeridad, que de alguna manera te obliga a no sacar los pies de la tierra y entender desde dónde y cómo estas peleando. Pero también diciendo que a nosotros no nos sorprendía, nunca nadie nos dijo que Podemos se había bajado de la Sierra Maestra, ni que venían de las favelas ni de las villas, sino que era un movimiento que todos sabíamos que era universitario, que estaba atravesando una instancia, un proceso en la política española que es invaluable, que puso un Diputado con rastas y con cultura popular en frente de la cara asqueada de Rajoy y empezaba a discutir, en buena hora, la realidad laboral de las costureras de Elche, la realidad de los migrantes hijos de rumanos que todavía no tenían su nacionalidad en Oviedo, de la prisión arbitraria del rapero Daltoni por cantar contra la corona; un montón de miserias que históricamente estaban invisivilizadas y las estaban poniendo arriba de la mesa desde ese espacio y curiosamente atacaban por la casa a Pablo Iglesias, los mismos canales que unas horas antes se hacían un picnic con la boda del príncipe Harry que ocupó prácticamente todo su día de transmisión.

Entonces ahí fue importante la participación dentro del Congreso español y también en el Parlamente europeo, donde nosotros ante todo fuimos a decir que nos parecía insólito que La Comisión De Derechos Humanos del parlamento europeo funcione dentro del espacio de la Secretaría de Asuntos Exteriores, o sea el parlamento europeo supervisa la violación a los derechos humanos en todas partes del mundo, salvo en Europa. Entonces fuimos a hablar de todas estas realidades que fuimos a conocer, porque en los días que estuvimos tanto en España como en Bélgica, estuvimos codeándonos con organizaciones populares, con referentes, con vecinas y vecinos de los barrios, con migrantes que viven realidades muy distintas a los que nosotros vivimos y dando cuenta de que el problema, justamente, no es geográfico, no es genético. El problema es un modelo de desigualdad y de muerte que no funciona por acá ni un poco y tampoco allá.

–¿Cómo ves el rol de las mujeres en las organizaciones populares y con la fuerza que están viniendo?

–Parafrasearía a miles y miles de compañeras de los barrios que andan recorriendo todas las calles del país gritando: “ahora que si se ve, ahora que si se ve”. Me parece que ahora si se ve, que no hay un protagonismo nuevo de la mujer en la política de los territorios, hay un desmantelamiento del velo que lo cubría y un reconocimiento que en cuenta gota y en buena hora está empezando a llegar. Me parece que ahora vienen debates que profundizan esa interpelación contundente de la revolución que nos toca vivir a todos nosotros, que es la revolución feminista en cualquier lugar del mundo, es la revolución de nuestro tiempo, es la que vino a cambiar el orden establecido de la política en cualquier lugar. Primero, con un movimiento de masas impresionante que ojalá nos pueda dejar enseñanzas para que en otras materias podamos alcanzar el mismo nivel de coordinación y de lucha atrás de un interés común. Creo que la principal cátedra de los movimientos feministas es el movimiento feminista per se. Es imponente en el desarrollo del tiempo, no sólo de las compañeras a la vanguardia durante años y con niveles enormes de estigmatización, de invisibilidad. Fueron construyendo desde trincheras como parámetros y también construyendo desde la base, las que sostuvieron los barrios, las que sostuvieron las batallas que siempre nos contaron con nombre de varón. Me parece que está buenísimo que ahora sea incómodo para cualquier dirigente hablar a nombre de las compañeras, porque ahora todo el mundo sabe que las compañeras tienen voz y que han organizado una capacidad de organizarse que supera la experiencia conducida por cualquier compañero de nuestro tiempo. Ahora viene otra interpelación hacia adentro de las organizaciones, hacia dentro de la sociedad y que también nos cabe mucho generacionalmente, respecto de cómo vamos a construir los modelos de la organización política de la base, ahora que si se ve, ahora que si se ve.

A veces podemos entender cómo mesas dirigenciales, en el ámbito gremial, en el ámbito social, se ve muchas veces súper pobladas mayoritariamente por compañeros varones, muchos casos con referenciad legítimas, otra con prácticas espurias, con la heterogeneidad que implica cualquier construcción popular pero una asimetría injustificable en términos racionales respecto de la preponderancia del género masculino en la conducción, que puede no ser revista desde algunos estratos generacionales cuando no haya voluntad de reverla y tal vez no se pueda hacer mucho con eso. Pero nosotros sí tenemos que hacer con eso. Si nosotros, los de nuestra camada, los de veintipico, los de treinta y pico, los de cuarenta y pico nos sentamos en una mesa con compañeros de organizaciones y nos encontramos que de 10, 8 somos hombres, no podemos no preguntarnos ¿por qué?

Si todos nosotros coincidimos que no hay un orden genético respecto de la formación o de la aptitud para liderar un movimiento, creo que tenemos que empezar a revisar cuáles son los obstáculos que nosotros estamos aprobando u omitiendo cuando no nos detenemos a mirarlo. Yo cuando tenía 18 años, participaba de distintos espacios de discusión –asamblearios, territoriales, en la villa, centro de estudiantes–, donde compañeras de mi generación que había salido del Nacional Buenos Aires, del Carlos Pellegrini o que habían tenido militancia toda su vida en el barrio porque su familia había nacido en el barrio, tenían un lugar de conducción que era inapelable. Y a medida que fueron pasando los años, en muchos casos eso se perdió, o se redujo, o se tergiversó, o se obturó, pero algo pasó ahí. A las compañeras de nuestra generación que no armaron lo que armaron nuestros compañeros de generación, lo detuvieron determinadas barreras. Creo que hay que ir a esas barreras a recuperar a esas compañeras y a hacer mierda esas barreras.

Me parece que inevitablemente para nuestra generación y para este tiempo de la política las condiciones del feminismo deben ser un punto de partida y no un punto de llegada. Nosotros no le podemos seguir buscando excusas o formas a la supremacía de género en la discusión política de lo que entendemos intenta ser una propuesta justa, socialista, democrática. Ya no podemos seguir aceptando que el rol de las compañeras en las organizaciones sea al frente de los espacios de género. Obviamente que los espacios de género van a estar conducidos por las compañeras, pero hay que generar las instancias o los quiebres que sean necesarios para que las mesas chicas de la discusión política también cuenten con las miradas de esas compañeras que por un multiplicidad de factores que se desprenden el patriarcado histórico, quedan obturadas en distintas instancias, empezando por la dificultad que tienen o tenemos muchísimos compañeros de subyugarnos a una mujer y no a un hombre, y de las prácticas que inevitablemente naturalizamos de los modos y de las fuerzas validando cuando viene de un hombre y despreciando cuando viene de una mujer. En lo personal, en lo orgánico, en lo sectorial y en lo popular, hay que darnos esa instancia de discusión, hay que reordenar para poder seguir avanzando camino a la justicia social, porque de todas las cuestiones que resten por debatir, de todo lo fino que haya por hilar en una explosión que vuela por los aires, miles y miles de opresiones condensadas en tanto años. En ese hilar fino hay una certeza que es absoluta es que ya nadie puede hacerse el boludo, porque ahora si se ve, ahora si se ve.

Foto ANCAP

–¿Tenés algún sueño por cumplir?

–Tengo un montón de sueños por cumplir y ojalá no se me acaben nunca –porque debe ser terrible–, pero hay uno que atraviesa todas nuestras cabezas, todos nuestros corazones, todas nuestras gargantas y muchas veces escuchamos compañeros y compañeros que cierran sus disertaciones o sus textos llamando a luchar hasta la urbanización siempre. Para nosotros la urbanización va mucho más allá de un concepto arquitectónico, de la infraestructura, de cuatro paredes y un techo. Para nosotros la urbanización es el derecho a la vida, es la posibilidad de poder recibir una ambulancia porque pasa por el pasillo, y que si no pasa por el pasillo se baja el ambulanciero o el camillero y lo retira como en cualquier otro barrio de la ciudad; es el derecho a que un cable, sacando chispas porque una empresa se negó a entrar, no nos cueste la vida de una compañera, que no perdamos chicos en el silenciamiento de lo que ellos presentan y administran como que esto es urbano. Me parece que sin dudas, uno de los sueños donde estoy seguro nos volveríamos a abrazar muchas y muchos, con muchas y muchos de los que ya no están, tiene que ver con lo que podamos alcanzar esa integración, ese acceso a la oportunidad de ser felices por las que peleaba el Padre Daniel De La Sierra, cuando estaba arriba del techo de chapa con un parlante para alertar que llegaban las topadoras, o Gustavo Cortiñas cuando iba a militar a la 31, o tantas y tantos vecinos que debiéramos nombrar y que ni siquiera tienen sus nombres escritos en ningún libro de historia. Así que me parece que el sueño de la urbanización, traducido en la vivienda digna, en el derecho a la vida, en cualquiera de las comunidades, en cualquiera de los espacios donde está La Poderosa, es uno de los sueños que nos atraviesa a todos nosotros.

Y en lo concreto o en lo inmediato, uno de lo que va a ser seguramente tema de debate y discusión y ojalá de acuerdo en el foro, tiene que ver con el control popular a las fuerzas de seguridad, de algo que se pueda transformar en ley, que las vecinas y vecinos de los barrios populares necesitamos para no seguir padeciendo las políticas de seguridad de los que en teoría vienen a cuidarnos. Desde las barriadas está surgiendo la única alternativa que se presentó a la pesada herencia de la dictadura militar, que son esos cuatro mil militantes de Camps que siguen estando dentro de las fuerzas de seguridad y que administran el miedo adentro de nuestros barrios y afuera de nuestros barrios también, mostrando cómo el peligro de la sociedad es un pibe de 14 años con gorrita, equipo de gimnasia y zapatillas de lona. Me parece que la ley de control popular de las fuerzas de seguridad es una necesidad de los barrios y es una conquista de las vecinas y los vecinos que le vienen poniendo el cuerpo en el más absoluto silencio a la más tenebrosa de las batallas, que es la de los seres humanos contra el aparato de un Estado.

Quien viola derechos humanos es el Estado, y quien los defiende son las personas, entonces en esa batalla que siempre nos encuentra del mismo lado cuando pensamos en el nunca más de aquella dictadura, nosotros también nos encontramos de este lado con todas las matices y con todas las diferencias que podamos tener. Si bien muchas veces nos angustiamos porque extrañamos un hermano, un compañerito, un ahijado, un hijo, a veces decimos que sería bueno que alguien nos pudiera dar la lista de las compañeras y compañeros que no nos mataron por luchar; si nos pudieran dar esa lista, entonces estaríamos profundamente convencidos que todo lo que hacemos vale la pena. Y realmente creemos que sí, que a pesar de todo luchar vale la pena.

Y por ultimo para no escapar al bulto de la coyuntura o de la realidad que estamos sufriendo con este gobierno anti pueblo, con este gobierno anti derechos, es que ojalá se pueda alcanzar desde los espacios y las tradiciones tan complejas de la política del campo popular, el mayor marco de unidad posible. A veces es muy cómodo, los movimientos, las organizaciones, que no tenemos una terminal partidaria o electoral, ponerse puristas, analizar las estrategias de las concesiones que otros tienen que hacer para una disputa que es contrarreloj y que es inminente y necesaria. Por eso nunca nos ponemos en enemigos ni jueces de esas estrategias y entendemos que hay diferencias que además de ser legítimas, son necesarias. Que la unidad nunca es una foto, es una película; que venimos de tradiciones distintas pero de también de enseñanzas que podemos compartir para priorizar la unidad. Yo hace pocos días vi un debate en que participaba Santoro, Pitrola, representantes, del peronismo, kirchnerismo, de la izquierda más tradicional, y aún con chicanas incluidas era muy fácil reconocer que en el espíritu de lo que estaban planteando había un horizonte mucho más cercano que el que cualquiera de esas expresiones podría tener con este gobierno de derecha, con este gobierno neoliberal, aliado a lo peor que tiene la historia de nuestro país.

Entonces desde ahí nosotros no somos los más idóneos para hacer ese diagnóstico, ni somos fiscales del armado electoral de nadie, pero sí aprovechamos en la pregunta por los sueños, manifestar el deseo de unidad y que se puedan juntar las compañeras y compañeros que puedan ser juntables para que desde los medios populares, desde los movimientos de base, acompañemos desde cada lugar que a uno le toca a poner un límite como sociedad a este nivel de cinismo, de crueldad, de avasallamiento. Yo creo que si vos tenés que armar la fiesta de 15 de tu hija y empiezan a llegar los invitados y está la ex pareja de tu pareja que nunca te cayó bien, tu primo que te cagaste a trompadas a los 15 años, tu mejor amigo, tu padrino, tu mamá, uno que te choreó guita en el secundario, entonces vos estás viendo donde se va a sentar cada uno y quién va a salir en esta foto, quién va a bailar el vals primero, pero de pronto ruge un león en la puerta, yo no creo que te vas a poner a pensar –si te vas a enfrentar con el león–, que tipo de ventaja vas a sacar en la foto, en la mesa, en la torta. Entonces yo creo que ahora que el león ya entró, ya se está comiendo a algunos de los invitados, antes que se coma a tu hija, a tu mamá, al que te cae bien, al que te cae mal, creo que todos nos tenemos que poner a atender al león y capaz cuando hayamos terminado ya nos conocemos un poco más, ya nos desconfiamos un poco menos y hasta capaz salgamos en un mundo menos salvaje.

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