La intolerancia religiosa en Brasil se da de diferentes formas. De las más sutiles, con expresiones como «Cuidado que es macumba» incluso el caso de Kailane Campos, que recibió una pedrada al salir de un terreiro en la ciudad de Río de Janeiro.

Según el testimonio de su abuela, un grupo de hombres las agredieron verbalmente y uno de los integrantes del grupo atacó con una piedra que golpeó a la niña. Además de este caso, tenemos diversos relatos de terreiros atacados. De símbolos religiosos no respetados. De ofrendas que son atacadas. El simple acto de vestir las vestimentas características de las religiones afrobrasileñas ya despierta el odio.

Mucho del creciente odio para tales segmentos de la población se atribuye a los grupos neopentecostales. Pero hay protestantes, evangélicos, que se posicionan contra la intolerancia. Una de las informaciones de la BBC Brasil trajo la historia de Lusmarina Campos, pastora anglicana que organizó una campaña de recaudación de fondos para reconstruir el terreiro Conceição d’Lissá, situado en la ciudad de Duque de Caxias, en Río de Janeiro.

Para entender más sobre esta temática, Pressenza Brasil entrevista a Simony de los Ángeles que es graduada en Ciencias Sociales (Unifesp), maestría en Educación (USP) y ha estudiado la relación entre antropología, educación y diversidad. Escribe el Blog Sí, Genuflexos y escribe la columna (fe)ministas del portal de noticias Justificando.

Pressenza Brasil – Recientemente el Terreiro Conceição d’Lissá que queda en Duque de Caxias (RJ) fue incendiado. Para ayudar en la reconstrucción, un grupo recaudó 12 mil reales para obras. La iniciativa fue organizada por la pastora Lusmarina Campos de la Iglesia Evangélica de Confesión Luterana en Brasil. ¿Cuál es la importancia de actos como éste para la disminución de la intolerancia religiosa en Brasil?

Simony de los Ángeles – Este tipo de actitud no debería ser una excepción, pero, desgraciadamente, además de rara, son mucho más comunes, provenientes de los cristianos, ataques a templos religiosos y terreiros de religiones de matrices africanas que cualquier tipo de ayuda o empatía. Para mí, actitudes como la de la Pastora Lusmarina son esenciales por dos razones: primero, ella es una líder religiosa que influye en los fieles de su comunidad. Si los líderes religiosos asumen un discurso de tolerancia y respeto al prójimo, la intolerancia religiosa no existiría, pues la intolerancia se aprende dentro de las iglesias cristianas, o sea, ¿quién está enseñando a los fieles, sino el liderazgo de las Iglesias? El segundo motivo es por el hecho de ser una reparación. Explico, durante siglos los cristianos persiguieron, destruyeron y quisieron apagar las religiones de matrices africanas. Así, actitudes, como la de la Rev. Campos, apuntan a la retractación de una deuda histórica que nosotros, cristianos, tenemos con la población negra, en general. Recordando que los cristianos apoyaron la esclavitud, tuvieron esclavos y forzaron a los esclavos a construir sus templos religiosos. El racismo estructural en el que vivimos fue, en gran parte, ratificado por el cristianismo, desgraciadamente.

Perseguir las religiones de matrices africanas es un modo de intentar apagar la existencia (y resistencia) de un pueblo que ya tuvo tanta cosa usurpada en 300 años de esclavitud. Sin embargo, no lo han logrado y, si la cosa depende de los cristianos progresistas, no lo lograrán.

P.B. – Desde su mirada, ¿cuál es el motivo de tanto odio hacia las religiones de matriz africana?

S.A. – La religión cristiana es maniqueísta, o sea, cree que hay un bien mayor y el mal. En el momento de la esclavitud, fue muy oportuno para los cristianos ver el mal en las religiones de matrices africanas, pues, así, tenían legitimidad para atacar esa religión y, junto con ella, el pueblo negro. Si miramos con mirada sociológica a esta cuestión, vemos que la religión es un factor de organización y movilización social. De esa manera, impedir que los negros adoraran a sus dioses, al igual que prohibieron que hablaran sus lenguas maternas, era una forma de impedir que ellos se organizaran. Con esa herencia esclavista que tenemos, la imagen histórica de esas religiones es justamente la de ser el mal, demoníacas, que necesitan ser combatidas. El racismo estructural y la intolerancia religiosa, en Brasil, están intrínsecamente ligados.

P.B. – ¿Cuáles son las iniciativas que han luchado por la disminución de la intolerancia religiosa y buscado diálogos entre las religiones?

S.A. – Básicamente, todas las organizaciones que tienen orientación ecuménica y tendencias más progresistas. Son raras y difícilmente tienen apoyo financiero para continuar. Sin embargo, este tipo de manifestaciones han crecido. Puedo citar, por ejemplo, el CEBi (Centro de Estudio Bíblico), que tiene carácter ecuménico y tradición en la lectura popular de la Biblia, es decir, una lectura para el pueblo, por el pueblo y que libere el pueblo.

P.B. – ¿Hay algo que le gustaría añadir?

S.A. Tenemos que tener en cuenta que la población de las iglesias evangélicas (y gran parte de los católicos, también) es de personas negras, pobres y periféricas. Las iglesias están en la mayoría de las periferias y comunidades de Brasil. Así, lo que vemos es muy perverso, pues se trata del pueblo negro atacando al propio pueblo negro. ¿Puede haber un control social mayor que ese? Es decir, la desunión entre las personas pobres es esencial para el mantenimiento del status quo de nuestra sociedad. Cuando haya solidaridad entre las personas pobres, independientemente de la orientación sexual, religión, modos de vida, sucederá la verdadera revolución. Como diría Angela Davis, cuando la mujer negra se mueve, la sociedad entera se mueve. ¿Ustedes ya han notado cuál es la base de la iglesia evangélica? Mujeres negras, es con ellas que tenemos que hablar, por eso la importancia de tener líderes religiosos progresistas.

* Fin de la entrevista