Gloria Muñoz Ramírez, directora del portal web Desinfórmemonos, estuvo con nosotros, en el programa En la Oreja Internacional, que Pressenza produce cada viernes. Gloria compartió con nosotros el profundo sentido del proyecto multimedia “Flores en el Desierto” y, por supuesto, su mirada sobre el escenario pre-electoral en este querido, dolido y esperanzado país.

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Gloria, comencemos contándole a nuestra audiencia ¿Por qué “Flores en el Desierto?

“Flores en el Desierto” es un proyecto multimedia, son las voces de 10 mujeres indígenas, luchadoras, diez mujeres cuyas historias contamos en el portal Desinfórmemonos. ¿Por qué “Flores en el Desierto”? Porque el panorama es tan desalentador en todo el país, viviendo la peor crisis de derechos humanos en la historia de México, con desapariciones, asesinatos y una terrible situación desde hace quince años y, en medio de todo esto, de esta tierra que se piensa infértil, surgen estas historias de esperanza protagonizadas por mujeres. Así, “flores” porque son mujeres, “desierto” porque surgen en esta tierra donde aparentemente no produce nada. En medio de esta tierra hostil, están ellas.

¿Quiénes son estas mujeres y cuáles son sus luchas?

Son Rocío, Gabriela, Guadalupe, Osbelia, Myrna, Lucero, Magda, Sara, Betina, Marichuy, diez mujeres que pertenecen a diez grupos indígenas diferentes, a diez culturas diferentes de este país pluricultural, en el que habitan más de sesenta grupos, naciones y tribus distintas.

Sus luchas son las luchas que recorren todo el territorio mexicano, el territorio de abajo digamos, el territorio que lucha por los recursos naturales.  Sus luchas son básicamente por la defensa de su territorio, contra el racismo, contra la exclusión, contra el machismo.  Sus luchas son, básicamente, anticapitalistas. Ellas pelean por la visibilización del despojo de estos pueblos y, por supuesto, de sus resistencias.

¿De qué modo estas luchas se articulan entre ellas o se articulan a luchas más amplias y por qué para ti es tan importante visibilizar esas luchas en tu país?

Primero que nada, ellas se vinculan en el Congreso Nacional Indígena, una red de pueblos convocada por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), desde 1996. El Congreso está conformado por muchos pueblos indígenas del país y, apoyado por el EZLN, lanza la posibilidad de conformar la estructura del Consejo Indígena de Gobierno, en el que participan estas diez mujeres.

¿Y cómo se articularon? Primero que nada, nombraron como vocera a María de Jesús mejor conocida como Marichuy para que ella fuera la que pusiera su nombre como posibilidad en la boleta electoral en el 2018. Como ustedes saben, este objetivo no se logró, pero sí se logró algo muy importante:  poner en la mesa, en el tinglado electoral, la voz de los pueblos indígenas, la voz de los pueblos que además están resistiendo.

Yo creo y lo digo fervientemente, que esta es la resistencia más clara contra el sistema que está acabando con los recursos naturales de los pueblos, contra el sistema que está permitiendo la globalización del país, contra el sistema que está provocando que, en este momento, México sea considerado como el segundo país más peligroso del mundo.

A partir de este último planteamiento tuyo, vamos al momento pre-electoral. ¿Cuál es, el contexto en el que se está dando este proceso electoral en México?

Eso es importantísimo, agradezco mucho la pregunta. Como decía hace un momento, México atraviesa la peor crisis de derechos humanos de su historia, al menos de la que tengamos memoria los que estamos vivos. Y digo esto en un país que ha tenido serias crisis de derechos humanos: la masacre en Tlatelolco en 1968, la matanza de Acteal en 1997, en fin, tenemos una serie de eventos que han puesto a México en las noticias internacionales precisamente por la situación de derechos humanos. Sin embargo, desde que el entonces presidente Felipe Calderón impone la llamada “guerra contra el narco”, que no es otra cosa que una guerra que permite la consolidación de un narco Estado, estamos viviendo la crisis más grave que haya existido. Y ¿quiénes son las víctimas de esta crisis? No es el crimen organizado, es la población indígena porque lo que hizo el Estado fue militarizar el país, no en busca de los grupos delictivos, sino en busca de las comunidades y territorios donde los megaproyectos han entrado. Son los pueblos indígenas los que han vivido las consecuencias de esta guerra. Y también las mujeres. En México son asesinadas 7 mujeres cada día. La mujer se ha convertido en un botín de guerra.

Tenemos también los migrantes, los migrantes de Centroamérica que cruzan este territorio mexicano convertido en la razón de sus pesadillas, un territorio del que se los expulsa, o en el que son extorsionados y asesinados, también por diferentes bandas de crimen organizado.

En este contexto, ¿Ofrecen alguna oportunidad los candidatos y sus programas de gobierno? Y si no es así, ¿cuáles son los escenarios que tu vislumbras en clave de futuro?

Yo creo que producto de esta crisis de relaciones, del despojo que está ocurriendo en todo el país hay, por supuesto, un descrédito absoluto en todas las fórmulas políticas. Claro, lo hay porque no están respondiendo a la grave emergencia y de hecho son parte de lo que estamos viviendo. Entonces no, por el lado de los partidos y por el lado de las instituciones no hay ninguna esperanza. Al contrario, ellos son el motivo por el que no existe esperanza.

Yo me atrevería a decir que se están conformando una serie de movimientos que son signo de esperanza. Por el lado de las mujeres, un gran movimiento que lucha de manera muy visible, muy aguerrida, con muchísima fuerza por los derechos de las mujeres, contra el femicidio porque “ni una más”. Esta ola que recorre el continente entero y que tuvo una baja importantísima y muy dolorosa en Brasil, tiene en México tiene una vertiente muy importante. Están también los pueblos indígenas, que están poniendo el cuerpo por el agua, el viento, las montañas, en fin, porque sigamos vivos.  También los jóvenes y las universidades están dando de verdad una batalla contra la privatización de la educación, que no era muy importante.

Me atrevería a decir que es en las mujeres, los pueblos indígenas y los jóvenes donde está sin duda la esperanza de este país.

¿Acaso López Obrador puede ser una posibilidad de “agrietar” un poco la consolidación de este sistema anti-humanista? Aunque no sea una solución, ¿podría ayudar a que se termine de resquebrajar este fenómeno tan criminal?

Sin duda para muchos sectores del país, muchos sectores progresistas del país, Andrés Manuel López Obrador ha representado una posibilidad desde la izquierda institucional. Esta es la tercera vez que compite en las elecciones y es la vez con la que de manera más clara se ha aliado a la derecha.  En esos últimos tres meses ha hecho cualquier tipo de alianza con personas y movimientos que claramente son de derecha, con el empresariado más nefasto, con partes del sistema, con lo más nefasto también del PRI, Manuel Bartlett, uno de sus grandes operadores, acusado por ellos mismos de haber provocado el fraude electoral en 1998; está también Esteban Moctezuma Barragán, el que encabezó la traición a los pueblos zapatistas y mandó la ofensiva contra ellos en 1995. Esas son las personas que están en el posible gabinete de Andrés Manuel López Obrador. Claramente, ahí no hay esperanza.