El pasado domingo, 3 de septiembre de 2017, un nuevo ensayo nuclear fue realizado por Corea del Norte. La agencia de noticias estatal norcoreana afirmó que el régimen había realizado con éxito el test de una bomba H. Una evolución de los armamentos nucleares con dos fases de explosión, y que tiene un mayor poder de destrucción. Posteriormente se difundieron imágenes de Kim Jong Un visitando un centro de armas nucleares y viendo un dispositivo de dos etapas, lo que sugería ser algún prototipo de una bomba termonuclear o de hidrógeno.

Por otro lado, EEUU envió destructores y colocó escudos anti misiles en la región. Sus tropas en la región suman casi 100 mil hombres, altamente armados. El discurso belicoso de Trump engendra escenarios como ese. Una carrera armamentista en una región que ya es altamente militarizada.

Japón, único país que ha sido objetivo de un arma nuclear, hoy discute sobre si las fabricará, bajo la alegación de protegerse.

La última prueba nuclear desarrollada por el régimen norcoreano aumentó aún la tensión en la región que es altamente militarizada, la frontera entre las dos Coreas es la zona más militarizada del mundo. Cientos de millones de soldados armados están preparados y armados para cualquier eventualidad que pueda ocurrir en la frontera.

Las armas nucleares causan guerras incluso cuando no se utilizan. La crisis político-diplomática que se estableció en el este asiático, involucrando a varios países -como Corea del Sur y del Norte, Japón y China -, demuestra que incluso sin el uso efectivo de la guerra, este tipo de armamento puede causar guerra, y también que no hay «manos seguras» donde las mismas pueden ser almacenadas y guardadas. Siempre representan un riesgo de conflicto, incluso cuando se construyen bajo el pretexto de defensa.

Un acuerdo aprobado por delegaciones de diversos países deja en claro que la humanidad en su totalidad rechaza el uso de las armas nucleares. El arsenal nuclear actual -de todos los países- tiene potencial para destruir el planeta entero. Debemos posicionarnos contra este tipo de armamento y contra todas las armas, hacia un futuro en que las mismas sean sólo vistas en páginas de libros de historia o recicladas en estatuas.