La declaración de JP Morgan revela su manifiesto apoyo a la candidatura de Piñera. Lo hace por razones ideológicas, pero principalmente para proteger el sistema de AFP, donde tiene importantes inversiones.

Al JP Morgan no le gusta la candidatura presidencial de Beatriz Sánchez. La considera peligrosa, por sus ideas poco ortodoxas. El mismo banco dijo a comienzos de año “Si gana Guillier, el mercado se desploma; si gana Piñera, se dispara”. O sea el candidato presidencial de ese poderoso banco global es Sebastián Piñera. Escasa delicadeza e intromisión indebida.

Estas declaraciones del JP Morgan se emiten inmediatamente después del informe de la financiera y calificadora de riesgo Standard & Poor’s, que redujo la nota de deuda chilena desde  el nivel AA- a A+. La mala nota se explicaría por la disminución del crecimiento, un mayor endeudamiento y el alza del gasto público. Ello según, el economista de Piñera, Juan Fontaine,  es consecuencia de la desconfianza causada por las reformas Bachelet. O sea, al menor movimiento se derrumba el castillo de naipes. Poca profundidad en el análisis.

La declaración de JP Morgan revela su manifiesto apoyo a la candidatura de Piñera. Lo hace por razones ideológicas, pero principalmente para proteger el sistema de AFP, donde tiene importantes inversiones. Hay descaro en su pronunciamiento ya que, aparentando decisiones técnicas, golpea políticamente y con ello protege sus negocios. Por eso no se le puede creer a JP Morgan. Hay que filtrar su información.

Además, no hay que olvidar que JP Morgan tiene tejado de vidrio. Fue multado en Estados Unidos con 13.000 millones de dólares por incurrir en prácticas delictivas. Su responsabilidad fue ineludible en la crisis de los créditos sub-prime del 2008, que hizo quebrar el sistema financiero en Estados Unidos y algunos otros países desarrollados. Por su parte, también Standard and Poor’s debió pagar 1,370 millones de dólares a  las autoridades norteamericanas por haber engañado a los inversores sobre la calidad de los créditos sub-prime de alto riesgo.

En su codicia por incrementar ganancias, ambas empresas estructuraron paquetes con las hipotecas para convertirlas en títulos que vendieron a otros inversionistas del mundo financiero. Sin embargo, cuando los propietarios de las viviendas dejaron de pagar en masa sus hipotecas, el valor de los títulos se desplomó y los inversores se quedaron con grandes pérdidas.

Por tanto, JP Morgan, Standard and Poor’s, junto a otros bancos, son el origen de la crisis sub-prime, al crear activos tóxicos para luego venderlos a inversionistas desprevenidos. Se trató de un manifiesto engaño que desató la crisis financiera más aguda desde los años treinta. Nunca advirtieron del riesgo de esos títulos, ni a los inversionistas clientes ni a las entidades reguladoras.

En consecuencia, es escasa la autoridad de JP Morgan y de Standard and Poor para calificar las condiciones de riesgo de Chile e inaceptables para opinar sobre los candidatos presidenciales. Por una parte, porque han cometidos serios delitos. Por otra parte, porque la metodología de calificación que utilizan es muy discutible.

En efecto, ambas calificadoras consideran sólo variables económicas para evaluar el riesgo de un país. El nivel de endeudamiento, las exportaciones, el crecimiento y la inflación; o sea, la macroeconomía, pasión de economistas neoliberales y del sector financiero. Sin embargo, esas calificadoras se olvidan de las variables sociales y medioambientales, cuya importancia es ineludible en el desarrollo de los países y en sus trayectorias a mediano y largo plazo, lo que es muy relevante para las decisiones de inversión.  Las calificadoras de riesgo no miden las carencias de salud, las insuficiencias en la educación, el deterioro ecológico, la corrupción, la estabilidad democrática, ni las particularidades productivas del crecimiento de los países.

Los índices de riesgo país de JP Morgan o Standard and Poor, así como de otras calificadoras de riesgo, son insuficientes y además tienen serios conflictos de interés. Ello quedó demostrado con su fracaso en los créditos sub-prime, pero también cuando en el año 2008 calificaron con magníficas notas a corporaciones que se desplomaron. En efecto, la calificación de la ENRON la mantuvieron en niveles normales cuatro días antes que la empresa fuera a la bancarrota. Lo mismo sucedió con Lehman Brothers, antes de su debacle. ​

JP Morgan y Standard and Poor´s harían mejor guardando silencio. Si no pueden callar, debieran tener más inteligencia para evaluar la economía chilena. Un grupo de financistas, con prácticas delictivas, no tiene derecho a jugar con el destino de Chile, ni menos involucrarse en nuestras elecciones presidenciales.