Por Vinícius B. C.

Es verdad que aprendemos que así es, que la esclavitud se acabó. En el lugar del sistema esclavista tenemos uno basado en el capital, en el que la mano de obra esclava es sustituida por la asalariada. Se recibe salario y se tiene la pseudo libertad para vivir de la manera que cada uno encuentre mejor. Se promulga mediante los derechos civiles – derecho de ir y venir, de expresión, etc. – el marco legislativo que nos aleja de cualquier aproximación con ese pasado remoto y que se pretende olvidar.

Hace más de 100 años de la promulgación de la ley áurea – legislación que garantizó la libertad a los esclavos negros que durante tres siglos sufrieron las más terribles humillaciones y vivieron en una situación degradante. A pesar de haber pasado varias décadas, esta forma de trabajo degradante aún persiste, en otros ropajes pero con la misma piel.

Una familia proveniente de Ilhéus, en el interior de Bahía, recibió la promesa de ganar 40 mil reales para trabajar en una plantación de tomate. Personas humildes que creyeron en una falsa promesa. Al llegar al supuesto «El dorado», encontraron en realidad una «mina de Potosí».

Según la familia, el trabajo comenzaba con la salida del sol y duraba horas. Todavía había capataces responsables de mantener la disciplina de los trabajadores. Estos los insultaban, amenazaban y los vigilaban para que no huyesen.

Recibían dinero, pero el mismo se dirigía al pago de la deuda contraída con el gato-intermediario que reclutaba a esos trabajadores- y en el mercado local que era propiedad del granjero. Los productos comprados, sólo los de primera necesidad, se vendían por encima de los precios de mercado, lo que facilitaba el endeudamiento.

Esta familia sólo logró escapar de este terror gracias a que uno de sus miembros logró acceder al número para denuncias contra violaciones de derechos humanos de la Secretaría de Derechos Humanos de la Presidencia de la República, el Disque 100. Tras recibir la denuncia, la institución, en conjunto con La policía federal, realizó una operación que tuvo como resultado la liberación de la familia.

Según el órgano laboral, la situación es extremadamente común. En el interior de Brasil cada hacienda se convierte en un lugar fuera de la legislación, donde el poder público tiene dificultades para adentrar las puertas de cada hacienda. Las plantaciones de tomate, café, caña de azúcar y cacao son donde estas prácticas son más comunes.

Desde el interior de las confecciones paulistanas, donde hay inmigrantes, sobre todo bolivianos (trabajando en condiciones insalubres), hasta las haciendas de cacao, la esclavitud sigue viva en nuestro país. Las estimaciones indican que 150 mil personas, en promedio, todavía viven en esas condiciones en Brasil.

El MT divulgó una lista sucia del trabajo esclavo, donde hay nombres de empresas que están relacionadas con esta práctica.

Se puede acceder a ella desde este sitio

http://reporterbrasil.org.br/wp-content/uploads/2017/03/Lista-de-Transpar%C3%AAncia_-dez2014-2016.pdf

En nuestro análisis constatamos que la mayoría de las empresas estaban ligadas al sector primario (agricultura y extractivismo) y al secundario (sector textil y construcción civil).

En caso de que usted tenga conocimiento de alguna situación de trabajo esclavo, denuncie a las autoridades competentes.

El número 100 es el número de denuncias sobre violaciones de los derechos humanos. El sistema funciona diariamente de las 08h hasta las 22h, incluso los fines de semana y festivos. La discreción está garantizada. También se puede contactar por correo electrónico – disquedireitoshumanos@sdh.gov.br

La Organización Internacional del Trabajo estima que 21 millones de personas viven en condiciones análogas a la esclavitud. De ellos, 5 millones son niños.

50 mil personas fueron rescatadas por el gobierno brasileño entre 1995 y 2015.

¡Si usted se encuentra con alguna forma de trabajo análoga a la esclavitud, denuncie!

Por el fin de la esclavitud en todas sus facetas.

(Familia rescatada en ES)