Por Ana María Mahserd

Abril ha sido desde hace 102 años el mes en que los armenios del mundo recordamos el genocidio perpetrado por el gobierno turco durante 1915-1923. Hablar de ese terrible hecho que dejo marcas hasta las terceras y cuartas generaciones no es necesario. Tan solo ver que, mientras cada uno elige de qué forma recordar, conmemorar, algunos lo hacemos con marchas, protestas, reclamos, luchas legales todos medios absolutamente legítimos, otros deciden marcar presencia, decirle a la nación perpetradora, negacionista y a sus aliados, “aquí estamos” por medio de un maravilloso e inigualable hecho artístico.

Hoy martes 2 de mayo, la sala mayor del Auditorio del Sodre, fue testigo de esta manifestación cultural, de este grito expresivo, al mundo mayormente ciego, sordo y mudo.

Un espectáculo de altísima calidad, con la participación de la Orquesta Juvenil del SODRE, el Coro Nacional de niños del SODRE. La dirección de los directores de orquesta Juan Ignacio Beracochea y Alvaro Hagopian. Con las conmovedoras participaciones de Ignacio Suarez y Cristina Moran, el aporte y presentación del libro, “No me olvides Armenuhi, la historia de mi abuela armenia”, de Magda Tagtachian, quien viajo especialmente desde Buenos Aires y con el estreno mundial del tema “El amor es inmortal” música de Alvaro Hagopian, se dejo sentado que a pesar de la intención de borrarnos de la faz de la tierra, fracasaron en su intento y hoy, hijos, nietos de aquellos sufrientes, reivindican su derecho a la vida por medio del arte, la música, la literatura.

Un espectáculo rico en variadas expresiones, emotivo y a su vez, vigorizante para todos los presentes que tuvimos el placer y honor, de poder disfrutar de él. Un espectáculo que pone en relieve el poder inalterable, la resiliencia de todo un pueblo, que toma la manifestación artística para marcar su inalienable presencia.

Hoy, después de este espectáculo podemos decir claramente:

¡Estamos vivos!

¡Estamos vivos con cultura y con actos creativos superlativos!