por Celso Guanipa Castro (CLAE) (*)
 
El presidente paraguayo Horacio Cartes parece dispuesto a declarar el estado de excepción en todo el país y desplegar las fuerzas militares, con la excusa de la existencia de una amenaza al normal funcionamiento de las instituciones, tras el incendio el último día de marzo de la sede del Congreso por un centenar de manifestantes contra una enmienda constitucional que permitiría su reelección.
Una extraña permeabilidad del cordón policial, en momentos ausente y vacilante, abrió el paso a poco más de un centenar de personas que consumaron lo que siempre se dice, pero nunca se hizo: quemar el Congreso, señala Paulo César López en E´a. Mientras, el periodista Osvaldo Zayas se arriesga a afirmar que lo ocurrido es una réplica del Incendio del Reichstag de 1933, pretexto del recién asumido canciller de Alemania, Adolfo Hitler, para tomar el control del Parlamento y desatar una tenaz persecución contra los comunistas, a quienes atribuyó el ataque.
Como antecedente de esta posibilidad, cabe recordar que el 17 de agosto de 2013, dos días después de la toma de mando de Cartes, cinco guardias de una estancia ubicada en el departamento de San Pedro, fueron asesinados en un ataque atribuido al Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), lo que produjo la sanción de la norma 5036/13, que modificó la Ley de Defensa Nacional y Seguridad Interna. Con la quema del Congreso el presidente culmina la sujeción del único órgano del Estado que se le había escapado de las manos, el Senado.
Cartes dijo que “el incendio generado en la sede del Congreso Nacional demuestra, una vez más, que un grupo de paraguayos empotrados en la política, y en los medios masivos de comunicación, no escatimarán esfuerzos para destruir la democracia y la estabilidad política y económica del país”. Añadió que desde hace meses estos vienen anunciando hechos de violencia y derramamiento de sangre, frente a lo cual aseguró que su gobierno mantendrá “el orden jurídico” de la República.
Del millar de manifestantes que protestaban contra la enmienda constitucional que habilitaría a Cartes a ser reelegido, un centenar se desprendió, cruzó las vallas, burló el cordón policial, ingresó a la sede del Congreso y de un chispazo desató una llamarada que llegó hasta el tercer piso de la sede parlamentaria. ¿Qué pasó con esos ostentosos despliegues capaces de disuadir a una suma de varias multitudes?, se pregunta el portal E´a.
La prensa dio cuenta del asesinato de Rodrigo Quintana, dirigente de la Juventud Liberal de La Colmena, por un disparo en la cabeza, y de  la agresión al candidato del Partido. Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), Efraín Alegre, y del parlamentario Edgar Acosta, además de heridas a varios periodistas y personal sanitario y más de dos centenares de detenidos. Los incidentes llegaron a niveles fuera de lo común: un centenar de personas saquearon negocios, quemaron patrulleras.
La enmienda
El frente conformado por el oficialismo, el conglomerado de partidos liderados por el candidato más popular según las encuestas –el Frente Guasu de Fernando Lugo– y la facción liberal de Blas Llano presentó el proyecto de enmienda constitucional para convocar a un referendo sobre la reelección presidencial, lo que permitiría que dos candidatos hasta ahora inhabilitados podrán correr en las presidenciales de 2018, Lugo y Cartes. Y, agazapado, mirando desde las tribunas, otro expresidente, Nicanor Duarte Frutos sigue conservando al menos en parte sus ambiciones de retorno.
La composición de las fuerzas involucradas en la actual pugna de Paraguay es confusa sorprende que el principal aliado de los cartistas pro reelección sea el Frente Guasú, coalición de agrupaciones de centroizquierda, a la que pertenece el ex obispo y ex presidente Fernando Lugo, destituido en 2012 con el apoyo entusiasta del Partido Colorado.
El Frente Guasú sostuvo que los oligopolios de medios y la oligarquía organizaron una manifestación violenta con métodos vandálicos, alquilando barrasbravas, para alzarse contra la voluntad popular. Agrega que la convocatoria del Senado “a la máxima autoridad nacional, la voluntad popular expresada en sufragio”, para decidir si quiere o no que Lugo –al igual que otros expresidentes y el actual en ejercicio– pueda volver a ser candidato genera nerviosismo en los grupos de poder. Refiere que el objetivo de estos sectores no es echar a Cartes, sino impedir el referendo.
Por su parte, el Partido de los Trabajadores (PT) declaró que la carrera por la reelección solo tiene por objetivo lograr la impunidad y potenciar los negocios. Además tildó de “bochornoso y nefasto” que los senadores del Frente Guasu se sometan ante quienes perpetraron el golpe de 2012.
El alarmismo de la cobertura de los medios hegemónicos contrastó con el ambiente de normalidad que impusieron en ocasión del golpe de 2012, y calificaron de “golpe parlamentario” la cuestionada sesión en que se presentó el proyecto de enmienda. En esta jugada de los grandes medios se nota la frontal oposición de los grupos Zuccolillo y Vierci a la recandidatura de Cartes y lo demuestran con la publicación de encuestas que lo ubican en los últimos puestos de intención de votos.
El presidente controla –a pesar de la prohibición constitucional- 12 diarios, radios, televisoras y sitios cibernéticos, se ha constituido en una amenaza en la lucha por el liderazgo económico, aunque no en referencia informativa.
Mientras, no reciben atención las cuestiones de fondo que afectan al Paraguay y particularmente a los sectores más vulnerables de su población: desigualdad de ingresos, inequitativa distribución de la tierra, gasto social insuficiente, bajo nivel de industrialización, un mercado agropecuario controlado por monopolios y oligopolios, deficitaria balanza de pagos y en general un índice de desarrollo humano que muestra una deficiente calidad de vida.
La nueva triple alianza
Cartes (arquitecto, junto al líder del Partido Liberal Blas Llano, del golpe parlamentario a Fernando Lugo) accedió al poder en 2013 como el candidato más votado de la transición democrática. Antes, logró modificar los estatutos del Partido Colorado para poder ser candidato a presidente por ese partido (no contaba con la cantidad de años de militancia partidaria que el estatuto partidario requería).
Gracias a su mayoría parlamentaria logró que se aprueben leyes importantes como la Ley de Defensa Nacional y Ley de Alianza Público Privada y logra el mayor endeudamiento externo de la historia del país. En connivencia con el poder judicial, logró declarar nula y fuera de la ley una huelga docente, lo que desmovilizó al sector más importante del sindicalismo paraguayo, el de la función pública.
Desde 2013 militarizó la zona norte del país, con desalojos violentos en Guahory y San Benito de Itapúa, produciendo éxodos de la población mientras se favorecía a frigoríficos (en general de capital brasileño) y a terratenientes brasiguayos.
Fue hábil en la concentración de poderse, al quitarle al congreso el poder de decidir sobre la intervención de los militares en suelo nacional. Concentra el poder institucional, tras decretar que el presidente puede dar a empresas públicas la concesión de servicios públicos (antes necesitaba la venia parlamentaria), preparando su privatización. De los nueve miembros de la Corte Suprema de Justicia seis son afines al presidente.
Cartes representa los intereses de los grandes terratenientes paraguayos y propugna las mismas medidas que imponen los gobiernos de la Argentina de Mauricio Macri y el de Brasil de Michel Temer y la corrupción, símbolos regionales de un modelo económico libreempresista, entregado al capital transnacional, desregulador y enemigo del gasto público sin importar el costo social.
La reelección de Cartes constituiría, obviamente, una garantía de permanencia para las políticas que impulsan sus patrocinadores, entre ellas la exclusión de Venezuela del Mercosur (su canciller fue la voz cantante del trío desintegracionista) y un voto seguro en OEA para cualquier maniobra contra los gobiernos progresistas del continente.
*Periodista y politólogo paraguayo. Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)