Por Secretaría de Derechos Humanos y Género ADUNA

“Tenemos que aprender a respetar las normas”, dice el presidente, con esa forma de usar el plural que tiene el gobierno, dividiendo. “No pisemos la raya amarilla”, dicen los letreros del subte en CABA. “Entre todos acercamos el estado a los barrios y la cultura a la provincia”, reza la publicidad de la gobernadora. Y unx lxs escucha/lee, con ese tonito de maestrxs ciruela, y entiende enseguida que están marcando la cancha: de este lado, un nosotros (sin x) de gente bien, prolijita y disciplinada. Del otro lado de la raya, ellos –para el caso, nosotrxs– fexs, sucixs y malxs. Lxs desobedientes, lxs díscolxs e inadaptadxs.

En ese nosotros no hay lugar para todxs, porque para ese nosotros el Estado no está en los barrios, sino que los visita. Generosamente y desde la superioridad. La cultura no está en la provincia, debe ser llevada desde la metrópoli culta y sofisticada. Ese nosotros es de quienes no pisan la raya. El plural es manoseado desde una estrategia empática y con fines supuestamente didácticos. Desde las alturas de una pretendida autoridad moral y casi con el tono con el que se le puede hablar a lxs niñxs –cuando se lxs subestima–, nos ordenan. Moralizan. Generan un ustedes y nosotros.

“Tenemos que aprender a respetar las normas” tampoco es para todxs. Podría ser una orden de acatamiento, pero ni siquiera eso. Es un acto de cinismo absoluto, cuando es el Estado, a través de sus poderes políticos y fácticos, quien viola de manera consistente cualquier normativa y arremete violentamente contra lxs ciudadanxs. ¿Quién está en orsai cuando se hace una caza de brujas luego de la marcha del 8 de marzo, levantando mujeres de los bares de la zona? ¿Quién está en orsai cuando la policía irrumpe en un comedor, golpea a lxs niños y mujeres que están allí, hasta el punto de tirar al suelo a una niña en silla de ruedas y provocar un aborto a una cocinera? ¿O cuando se encierran a morir incendiados los detenidos en una comisaría? ¿o cuando se detiene y tortura adolescentes, como los de La Garganta Poderosa y tantxs otrxs, pibxs de barrio, por portación de cara o de capucha?¿Quién está en orsai cuando en un piquete –modo legítimo de protesta– un policía ataca a traición a un manifestante, evitando la disolución pacífica del mismo y generando las condiciones sobre las que luego se pueda justificar una represión? ¿Quién está en orsai cuando se desoye a todos los estamentos nacionales e internacionales que velan por los derechos humanos y se sostiene la prisión política de integrantes de la Tupac Amaru, que ahora se ha extendido a Mendoza? ¿Quién está en orsai cuando la policía secuestra a una docente sindicalista en Cipoletti? ¿Cuando lxs distintxs referentes gremiales docentes han tenido que reforzar las medidas de seguridad, dadas las amenazas que sufren? ¿Cuando se desconocen la autonomía universitaria en Jujuy o la autarquía del INCAA?

“Tenemos que aprender a respetar las normas” dice el presidente, justificando la represión a lxs docentes que estaban instalando la Escuela Itinerante. No nos escandalizaremos especialmente. No haremos un descargo corporativo, ni diremos “con lxs maestrxs no”, porque no queremos que nuestra condición de docentes nos coloque en un lugar de privilegio. Apelamos a nuestra condición humana, y punto. Con lxs docentes no, con las mujeres no, con lxs niñxs no; pero igualmente, con las trans no, con lxs obrerxs de Cresta Roja no, con la Tupac no, con lxs expulsadxs del Indoamericano no, con lxs piqueterxs no. No a la criminalización de la protesta, pero tampoco a la estigmatización de ningún sector social.

¿Quién está en orsai cuando pasa todo esto y al Sec. de DDHH y Pluralismo Cultural de la Nación, Claudio Avruj, no se le mueve un pelo? Son brutos y en muchos aspectos ignorantes, sí. Tienen lógicas de patrón de estancia, sí. Pero saben perfectamente lo que hacen. Ninguno de estos hechos ha estado exento de violencia, arbitrariedad, tortura física y psicológica, y no es casualidad. Hacen impunemente mientras sus más virulentos propagandistas “gritan gol con cada palo que recibe un negro de mierda”. Hacen porque las encuestas les dicen, y los 25mil del 1A les dicen –y porque a ellxs les gusta creerlo– que es lo que viene bien de cara a las elecciones. Pero también hacen porque son lxs mismxs, o lxs hijxs de lxs mismxs, o lxs representantes de lxs mismxs grupos económicos, que idearon y sostuvieron la dictadura empresario-eclesiástico-militar. Hacen porque son los métodos que conocen y disfrutan. Porque avanzan sin vacilación a la instauración de un Estado cada vez más represivo y controlador, a la instauración de políticas de shock progresivas –si el oxímoron lo permite–, de marcada vocación terrorista.

Aquellxs que tienen ejercicio en violar las normas, las ordenanzas, las leyes, la constitución, el derecho internacional, nos llaman a obediencia. A sumisión. Y por si acaso, desdibujan y redibujan normas. Asuntos municipales que priman sobre la constitución. Compra de armamento de guerra, de tanques anti-piquetes, proyectos de ley de criminalización de la protesta. Si se aprobara el proyecto presentado por la alianza gobernante, alguien acusadx de piqueterx, por tener el rostro tapado y “un elemento contundente”, podría recibir una condena de hasta diez años de prisión, “delitos” y penas puestos a repartir a discrecionalidad del/la juez/a y que llevados al extremo del ridículo –pero posible, en un estado arbitrario que se aleja de la institucionalidad– podrían desencadenar en una condena por portación de bufanda y paraguas. La misma pena máxima, podría recibir, de comprobarse el crimen, al policía que le provocó el aborto a Laura Zaracho durante la represión del comedor Cartoneritos. Dependiendo del criterio del/la magistradx, ¿podríamos tener una pena mayor para el primer caso que para el segundo? Ridículo. Sí. Tanto como el encarcelamiento de Higui, que está presa por matar –al defenderse– a uno de los 9 integrantes de la patota que la estaba atacando, golpeando y que intentaba violarla.

“La grieta está en orden” titula la Revista Barcelona. Avruj no se inmuta por nada y el presidente se va, otra vez, de vacaciones, a pasar el finde largo a sus pagos. Semana Santa, Pascua de Resurrección. El cristianismo conmemora la persecución, tortura y asesinato de su líder y guía espiritual. Hombre que luchó contra los poderes de su tiempo, que organizó a lxs pobres y pregonó una revolución basada en el amor al prójimo. Es un tiempo de reflexión e introspección que culmina el domingo celebrando la resurrección del líder, que vivirá para siempre en su pueblo. También para el judaísmo es un tiempo especialmente espiritual. Se celebra la Pascua Hebrea, el Pesaj, el pasaje de la esclavitud a la libertad del pueblo hebreo, que culminó su éxodo cruzando el Mar Rojo y liberándose de Egipto. Mientras, la tierra tiembla literalmente. Allá donde no vemos, hay terremotos producidos por las bombas que lanza la policía fáctica del mundo. Osan llamar “Madre” a una bomba, insultando la maternidad, que es un acto de amor y vida. Y para no ser menos, del otro lado gritan, “tenemos al padre de las bombas”, porque claro, la lógica patriarcal dice que el padre es más poderoso. Otros monos con gillette, allá en el Norte, nos ponen en riesgo a todxs y acá en estos parajes, nos preguntamos cuál es exactamente el destino del armamento recién adquirido. Quienes hemos vivido algunos años, no podemos sacarnos esa sensación angustiante que sentimos al escuchar “Felices Pascuas”. Otra vez estamos en vilo. Otra vez con la incerteza del futuro, o al menos, de lo que lxs poderosxs maquinan para nuestro futuro. Porque el futuro, lo sabemos, está en nuestras manos y vamos a defenderlo a capa y espada. Con bufandas y paraguas, en la calle, porque no sólo queremos saber de qué se trata, sino que queremos ser protagonistas y queremos vivir dignamente. Porque nos sabemos buena gente y nos lo merecemos. Porque conocemos nuestros derechos y los hemos conquistado con lucha.

Así que empecemos por el principio. Empecemos a respetar las normas, señor presidente: Condenen el accionar bélico e ilegal de los poderosos del Norte, liberen a Milagro y lxs presos políticos de la Tupac, no criminalicen la protesta, córtenla con los DNU, dejen de violentar a lxs argentinxs y abran la paritaria docente.

El artículo original se puede leer aquí