“Yo sé que fuiste vos, yo te vi, yo sé que fuiste vos el que dobló el dedo en el gatillo de mi abuelo”

Caballeros de la Quema

Fotos de Edison Burbano

Ellos se llaman equipo, pero… El mejor rejunte de descomedores seriales de los últimos cincuenta años está haciendo estragos.

Uno de ellos, ordenó que en la madrugada del martes 10 de enero se procediera a incautar las mercaderías y desalojar los puestos de venta en la vía pública en los alrededores de la terminal de trenes de Plaza Once. Un lugar por el que se movilizan cientos de miles de personas cada día. A medida que los vendedores fueron llegando a las inmediaciones de donde trabajan, decidieron iniciar una medida de fuerza para exigir la presencia del descomedor de doble apellido.

Cortaron dos de las arterias fundamentales de la circulación porteña y una buena dotación policial los encerró. Luego de algunas horas de negativas desde el gobierno de la Ciudad se produjo una escaramuza entre algunos manifestantes y la policía antidisturbios. Cuatro detenidos y finalmente, el gobierno accedió a encontrarse con los delegados de los vendedores. No en la calle, sino en la Defensoría del Pueblo.

Esto no parece ser gran cosa, si lo comparamos con los antecedentes del anterior Jefe de Desgobierno porteño y su Desvice que ordenaron disparar sobre el personal y los pacientes del hospital psiquiátrico José Tiburcio Borda, para también desalojar un galpón del predio, donde funcionaba un taller que utilizaban las personas internadas para su recuperación.

Tampoco parece tanto si lo comparamos con los propios antecedentes del ex interventor del PAMI (la obra social de los jubilados en Argentina), que bajo su conducción terminó de arruinar a la institución, además de negarse a recibir al doctor Favaloro, quien angustiado por las deudas que mantenía el PAMI con su institución, decidió abandonar el mundo de los vivos. Yo te vi, yo sé que fuiste vos el que dobló el dedo en el gatillo de mi abuelo, y de todos los abuelos.

Lamentablemente, ya no tenemos ministro de Educación, sino gerente de Recursos Humanos; otros ministros se han convertido en proveedores del Estado a precio vil; en puestos de altísimo rango en las funciones públicas, los descomedores colocan a sus novias, hij@s, niet@s, preferid@s, cuñad@s, esposas de comunicadores de los grandes medios de manipulación y otras barbaridades por el estilo.

Pero sobre todo, al frente del PAMI, la obra social que se ocupa de la salud y el bienestar de cinco millones y medio de argentin@s, está Carlos Regazzoni, descomedor de segundo rango, siempre dispuesto a convertirse en el empleado del mes y aspirante al “Milton Friedman de Oro” para aquellos funcionarios capaces de  aniquilar ciudadan@s, a cambio de desmantelar el Estado y extraerles los derechos conseguidos tras siglos y siglos de evolución humana, consistente en que los sanos, protejan a los enfermos.

La medida que elimina el acceso gratuito a los medicamentos para los adultos mayores que tengan dos propiedades, o un coches de menos de diez años, o cobre más de 8500 pesos (El gobierno de la Ciudad de Buenos Aires considera que son necesarios 13000 para vivir), es de un nivel de aberración y enjundia que acarreará enfermedades, muertes, suicidios y desesperación. Yo sé que fuiste vos, te vieron, yo sé que fuiste vos el dobló el dedo en el gatillo de mi abuelo, y el de muchos más.

Había canciones que creíamos que habían muerto en los noventa, que no podían seguir siendo actuales, en la medida que los pueblos iban dándose mejores gobiernos y mejores condiciones de vida. Los descomedores seriales volvieron por la desmemoria, la desidia y la desgracia.