Nos vamos a Haití, para acercarnos a un país del que el mundo pareciera solo acordarse cuando sucede alguna tragedia, de las que lamentablemente, suelen sucederse con demasiada insistencia y para acercarnos a la realidad haitiana hablaremos con Francisco Rey Marcos, Co Director del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria.

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El huracán Mathew provocó que las elecciones presidenciales de Haití se dilataran hasta el 20 de noviembre, día en el que tres candidatos se autoproclamaron ganadores, quienes esperaron hasta este lunes cuando el tribunal electoral ofreció los datos preliminares y diera por ganador al candidato Jovenel Moise con más del 55% de los votos, seguido de Jude Celestin con apenas el 19%. Resultados que fueron impugnados por varios candidatos, teniendo que esperar hasta el 29 de diciembre para conocer los resultados definitivos. Francisco ayúdanos a entender el fervor que tienen los candidatos por autoproclamarse ganadores de las elecciones.

Nadie esperaba que los resultados proclamados reflejaran un porcentaje tan alto a favor de Jovenel Moise con más de un 55% en la primera vuelta, provocando que los otros dos candidatos hayan impugnado. Sin embargo, yo llamaría la atención sobre el elevado nivel de abstención, que si bien es normal en las elecciones en Haití en este caso ha sido muy grande con más de un 75%, es decir, que en muchas zonas del país apenas ha votado la gente, por tanto, sea cual sea el resultado final, el grado de representatividad del candidato ganador va a ser muy escaso. Es evidente que esto no es bueno para una hipotética estabilidad del país, en términos de no violencia y de construcción de una sociedad pacífica.

Ahora solo resta esperar hasta el 29 de diciembre, aunque siendo la diferencia tan grande de un 55% frente a un 19% no parece que pueda cambiar el resultado final, por muchas mesas electorales que se impugnen o por muchos datos que revise la comisión electoral.

La falta de festejos multitudinarios por la victoria de Moise, candidato sin trayectoria política, es atribuida al argumento de los opositores al decir que habría sido elegido a dedo por el Presidente Martelly, quienes sostienen no habría ganado de manera legítima, pero es verdad lo que estás diciendo, la diferencia es tan grande que difícilmente se pueda revertir tras el reconteo de las urnas. El problema es el clima social, hay un temor muy grande de que esto se convierta en una revuelta. Estas a punto de viajar a Haití, ¿cuál considera es el pulso de la gente? ¿Qué se está analizando?

Hay ciudades donde han habido algunas revueltas, quizá no tan mayoritarias como muchos observadores pensaban,  pero se están colgando en páginas web imágenes de manifestaciones en Puerto Príncipe y en algunos de sus barrios burgueses como Pétionville, Jacmel y otras ciudades. Existe cierto descontento por el hecho de que los partidarios de Moise no le hayan festejado, pudiendo ser un indicador de que ellos tampoco tienen muy clara la situación.

Moise hizo algunas propuestas un poco demagógicas, en sintonía con ciertos sectores de la población que antes no le hubieran apoyado. Por ejemplo, la creación de un ejército propio porque como bien es conocido Haití no lo tiene, siendo uno de los argumentos justificativos para la permanencia en el país de la Minustah por parte de la Comunidad Internacional. Esta situación provoca un gran sentimiento para muchos de los sectores de la sociedad haitiana y por supuesto para algunos sectores de la oposición, quienes en conjunto consideran eso como una anormalidad. Por tanto, como decía, Moise es quien propone la creación de un ejército con el  apoyo de la oposición por su visión más conservadora y en vinculación con el Presidente Martelly.

El huracán Mathew generó una crisis humanitaria que heredó epidemias, el terremoto que hubo antes, y las sanciones económicas históricas de la Isla; en conjunto, ¿pesa una maldición sobre Haití?

Considero que en el tema hay demasiados estereotipos creados por todos nosotros. Es muy difícil encontrar un artículo sobre Haití que no empiece con: “Haití, el país más pobre de América Latina”, en cualquier medio de comunicación internacional. Es una especie de muletilla negativa tomando en cuenta, que Haití fue la primera república negra independiente de América Latina, y tras los Estados Unidos, fue el segundo país independiente del continente, que además tuvo que pagar la indemnización de guerra a Francia, absolutamente injusta, y de ahí viene un poco el origen de esta deuda que tiene Haití desde hace siglos. Es un país maltratado por la Comunidad Internacional.

La situación de gran vulnerabilidad empeoró, quizá algunos no lo conozcan pero en la gobierno del ex presidente Bill Clinton, Estados Unidos protegió sus exportaciones de arroz y hundió la producción haitiana. En los años ‘80y final de los ‘90 la Isla era un productor de arroz  sino autosuficiente, al menos tenía un nivel de seguridad alimentaria mucho más alto del actual.

Igualmente, otra cuestión poca conocida es que la Comunidad Internacional por la desconfianza en el Gobierno debido a casos de corrupción ha canalizado toda la supuesta ayuda internacional a través de las ONGs tanto locales como internacionales contribuyendo aún más a deslegitimar el Gobierno haitiano. Por ello al hablar de Haití se le cita como la “República de las ONGs”, lo que evidentemente tampoco es bueno, entonces creo que ha sido una suma de cuestiones que junta a la vulnerabilidad ecológica y climática de Haití, se ha creado un clima de vulnerabilidad social muy grande y cada vez que hay procesos electorales o situaciones de este tipo se espera un estallido social, más o menos grave.

Al referirse a los estereotipos, me da pie para preguntarle por los haitianos y haitianas que han sido machacados durante décadas estigmatizados durante todo este tiempo. ¿Cómo son realmente los haitianos?

Haití es un país que vive como un gran orgullo nacional, incluso cuando un pasajero se baja del avión dice: “esto es África en el Caribe”. El comportamiento de la mayor parte de los haitianos tiene mucho que ver con el comportamiento de las sociedades africanas que en su mayoría van al lugar.

Es un pueblo amistoso donde nunca he tenido problemas cuando he viajado, siempre han agradecido la cooperación internacional. Es un pueblo orgulloso además de crítico frente a las cosas que han vivido. Aquí existe una élite haitiana procedente de otros países que controla inclusive el poder económico y político.

En el caso de estas elecciones, hay datos presentados en la prensa internacional, donde se asegura que el candidato Jovenel Moise ha sido financiado por las grandes elites haitianas productoras de fruta o de cuestiones de ese tipo, por encima de lo que la ley permitiría, información que no ha sido desmentida.

Se debe conocer que el propio Moise proviene de ese sector, de una familia más humilde que hizo fortuna en el cultivo de plátano con una gran finca. Al parecer esos sectores de la élite haitiana le han guiado bastante, élite que como pasa en otros países, ha sido muy poco patriótica por el abuso de los beneficios obtenidos en Haití en diversas épocas, y que no han sido invertidos en el país, sino en Miami, por ejemplo.

Hay una pequeña élite que sigue controlando el poder, aún tras el intento fallido de una democracia más profunda protagonizada por Jean-Bertrand Aristide, considerado como la gran esperanza de democratización y de participación de las clases populares, quienes quedaron bastante dañadas cuando el ex presidente Aristide se vio envuelto en casos de corrupción por malos manejos.

Haití vive una crisis muy profunda que se ve empeorada cuando hay estos procesos entendidos como  grandes desastres.

Esta semana, Ban ki-Moon admitió públicamente la responsabilidad directa de Naciones Unidas en el estallido de cólera en Haití, cuando la Misión Internacional llegó en ayuda tras el terremoto. ¿Qué impacto tiene esta admisión de culpabilidad en lo que fue la muerte de miles de personas?

No solo “fue” la muerte, sino que sigue siendo, porque Haití tenía otras enfermedades infectocontagiosas como el dengue, la malaria que afectan a otros países, pero no conocía el cólera. Por eso cuando llegó la epidemia la gente no estaba acostumbrada a tratarla causando una gran mortalidad. Cabe decir que quienes más participaron en el cuidado de esta enfermedad fueron las ONGs, Médicos Sin Fronteras y especialistas cubanos.

Hubo discusión sobre quién había llevado el cólera, pero hoy la tecnología es bastante clara y se identificó que la cepa de cólera en Haití fue procedente de Nepal, todas las pruebas indican que los cascos azules nepalíes contaminaron con sus desechos, al verterlos mediante camiones alrededor del campamento. Así, un año después del terremoto se volvió otra gran crisis humanitaria.

En cuanto,  a las consecuencias de que por fin Naciones Unidas reconozca estos hechos, pues son más bien puramente éticas y morales, reconocimiento tardío antes que Ban Ki-Moon cambie su puesto, pero, consecuencias de otro tipo son pocas porque la financiación internacional para la prevención del cólera es bastante escasa en Haití.

En un futuro, ¿cuál es su perspectiva sobre la ocupación de la MINUSTAH y el trabajo que están realizando por la crisis humanitaria haitiana?

Creo que la MINUSTAH es un ejemplo muy claro de los problemas que hay en la Comunidad Internacional y de cómo algunas pretendidas soluciones no lo son, como tal. Además, ustedes conocen mejor los debates sobre la MINUSTAH acerca de sí los propios países latinoamericanos debían participar o no, porque es la única operación de paz que cuenta protagonismo con países como Brasil, Argentina, Uruguay, Chile y otros. Participación que por una parte tiene una lectura positiva al ser un compromiso entre países del continente, sin embargo, no deja de ser algo muy singular el hecho de que Naciones Unidas y el Consejo de Seguridad justifiquen la misión en el capítulo 7 de la Carta de la ONU, sosteniendo a Haití como una amenaza para la paz.

Entonces, considero que sea quien sea finalmente el ganador de las elecciones, y si se vuelve a poner en marcha un ejército haitiano al que habrá que financiarlo -lo que no es nada barato-, pondrá en cuestión el rol de la MINUSTAH, el de los países latinoamericanos y el de la Comunidad Internacional.

Nunca es fácil ser optimista hablando de Haití, así que espero no haber sido demasiado pesimista.